El aliado inesperado de las vacunas

Ingrid Briggiler
Llamando al Doctor
Published in
4 min readJul 27, 2019

Con suma preocupación las organizaciones internacionales que velan por la salud y el control de epidemias desde hace décadas alertan acerca de los peligros de los movimientos antivacunas. Estos grupos se caracterizan por erosionar la bien ganada reputación de las vacunas en pos de una serie de falsedades. Es por esto que en años recientes se observó un resurgimiento de enfermedades — que en algunos casos estaban casi erradicadas — como sarampión, paperas o rubéola.

La situación llegó a un punto tal que la Organización Mundial para la Salud (OMS) considera a “las dudas sobre las vacunas” como una de las diez amenazas para la salud global. Por dar un ejemplo, en el primer trimestre de 2019 los casos de sarampión se multiplicaron por 3 en todo el mundo en comparación al año anterior. Si bien la falta de acceso a la vacunación y algunas creencias religiosas son algunas de las causas por las que hay personas que no se vacunan, el mayor problema a nivel global es el de la desinformación.

Uno de los factores que promueve la circulación de contenidos antivacunas son las redes sociales, que muchas veces amplifican mensajes nocivos, generalmente con la consecuencia de que algunas inquietudes sobre un tema se vuelvan directamente una toma de postura. En un informe publicado en enero por la Royal Society for Public Health del Reino Unido se señala que al menos la mitad de los padres de niños pequeños fueron expuestos a desinformación acerca de las vacunas en redes sociales. Algunos de estos mensajes que circulan en línea suelen afirmar que algunos bebés murieron o sufrieron algún daño tras la vacunación. Estos mensajes son sencillamente falsos.

El problema hoy no es el acceso a información de calidad acerca del cuidado de la salud, sino la sobrecarga informativa a la que nos exponemos. Ésto dificulta el ejercicio de un buen criterio al momento de elegir cómo y dónde nos informamos: mientras que la información confiable y de calidad salva vidas, la desinformación puede matar — y muchas veces lo hace.

En este contexto de desinformación se vuelve indispensable la educación de los usuarios para que estos puedan desarrollar un buen criterio al momento de consumir información médica. Pero respecto de la circulación de mensajes que perpetúan falsedades médicas es el rol de las redes sociales el que se vuelve cada vez más predominante.

Tal es el impacto negativo que tiene Facebook para la comunicación pública de la seguridad de las vacunas que desde la plataforma, en marzo de 2019, decidieron incorporar una serie de medidas para limitar el daño que de algún modo habilitaban: la eliminación de páginas dedicadas a prácticas médicas pseudocientíficas, la restricción de la circulación de mensajes antivacunas, y la incapacidad de crear publicidades sobre estos temas, entre otras.

Eliminar o restringir contenido antivacunas, sin embargo, no es el único acercamiento necesario. Como otros argumentan, las plataformas deberían también promover — aumentando su circulación o incluso financiando — mensajes a favor de la ciencia basada en evidencia científica y así darle visibilidad a defensores de las vacunas. Después de todo, como señala la OMS, son las personas que trabajan en servicios de salud a quienes las personas más confían en estos temas.

Otras soluciones tecnológicas al problema del discurso antivacunas no son tan convencionales. Por ejemplo, hay quienes especulan con el uso de algoritmos de recomendación, tales como los que usan Netflix o Spotify, para que distribuyan mensajes para el cuidado de la salud a la medida de cada persona y así maximizar las chances de que este resuene.

También se propusieron soluciones para el seguimiento del calendario de vacunación, por ejemplo a través de apps o recordatorios vía SMS. Pero quizá la más interesante sea la que desarrolló la agencia Ogilvy para el Instituto Hermes Pardini en Brasil. Como uno de los obstáculos para la vacunación de niños pequeños es su miedo a las agujas, esta agencia desarrolló una experiencia inmersiva en realidad virtual en la que el niño es una suerte de superhéroe que se está preparando para luchar contra monstruos. Esta preparación no es otra cosa que la vacunación misma.

Ingrid Briggiler es founder y CEO de Llamando al Doctor, aplicación de telemedicina que facilita la comunicación entre pacientes y médicos a través de videollamadas.

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Ingrid Briggiler
Llamando al Doctor

Emprendedora. Tocoginecóloga. Fundadora y CEO de @LlamandoAlDr Vivo dándole forma a la idea que cambiará el mundo ingrid@llamandoaldoctor.com