Tres minutos para llamar a su ser querido

CICR
Llevados al límite
7 min readDec 17, 2015

Hoy vivimos en la era más conectada de todos los tiempos. Nunca había resultado tan fácil comunicarse con un ser querido, mediante un mensaje de texto, un correo electrónico, Twitter, Facebook, WhatsApp, Skype o simplemente una llamada telefónica. Los amigos, los colegas, los miembros de la familia están a nuestro alcance las 24 horas del día sin importar dónde estén en el mundo. Ésta es la era de la comunicación.

Ahora, imagine si nos quitaran todo eso de la noche a la mañana. ¿Qué sucedería si en lugar de comunicaciones múltiples, usted pudiera telefonear a sólo una persona y apenas por tres minutos. ¿A quién llamaría? ¿Qué le diría?

Para muchas personas en Sudán del Sur, ésta es su realidad. En 2013, sólo dos años después de convertirse en un estado independiente, en Sudán del Sur estalló una brutal guerra civil. Las comunidades quedaron divididas y las familias se separaron.

Akobo es una aldea el estado de Jonglei, en la frontera con Etiopía, a unas 280 millas de Yuba, capital de Sudán del Sur. Al cabo de varios años de guerra, cuando en 2011 Sudán del Sur finalmente se convirtió en un país independiente, una ola de optimismo inundó la ciudad. Finalmente parecía que la paz había llegado y muchos pobladores de Akobo se mudaron a Yuba en busca de nuevas oportunidades de trabajo o estudio.

Cuando estalló la guerra civil, en diciembre de 2013, quienes se habían mudado a Yuba quedaron en el lado equivocado de la línea del frente. Étnicamente pertenecían a la tribu Nuer, y fueron estigmatizados, atacados y forzados a buscar refugio en los campamentos de la ONU.

En Akobo, muchas familias quedaron divididas, ya que los hombres se quedaron a cuidar sus hogares y tierras, mientras sus esposas e hijos buscaron refugio de los enfrentamientos en los países vecinos Etiopía y Kenia. Muchos pensaban que la guerra terminaría en pocas semanas y volverían a reunirse con sus familiares.

Entonces las redes de telefonía quedaron desconectadas y Akobo, como muchas ciudades y aldeas en Sudán del Sur, se encontró aislada del mundo exterior. A medida que la guerra avanzaba, los medios para ponerse en contacto con familiares y amigos se perdieron. Muchos no tenían certeza de si sus seres queridos estaban aún vivos. En este mundo conectado, Akobo había perdido toda comunicación.

Luego, en 2013, el programa de RCF del CICR llegó a Akobo. Como parte del proyecto, en julio de 2014, las personas tuvieron la oportunidad de utilizar un teléfono satelital. Para muchos, sería la primera vez en que hablarían con familiares desaparecidos los últimos dos años.

En las afueras de la aldea, debajo de un árbol para refugiarse del sol intenso, los pobladores de Akobo se sientan y esperan pacientemente su turno para utilizar el teléfono. Unas 200 personas se registran por día y luego esperan. Cuando escuchan su nombre por el altavoz, caminan, con el número precioso anotado en un papel. Lo entregan al colaborador del ICRC, quien marca el número y luego les pasa el teléfono.

Se les permite hablar sólo tres minutos.

Es difícil de imaginar, pero para los pobladores de Akobo esos tres minutos son su vía de comunicación con el mundo. Si usted tuviera esos tres minutos preciosos para hablar con la persona que ama. ¿A quién llamaría? ¿Qué le diría?

En octubre, el fotógrafo británico Giles Duley viajó a la aldea de Akobo, estado de Jonglei, para documentar el proyecto dirigido por el CICR y un equipo de voluntarios de la Cruz Roja de Sudán del Sur.

Crédito: Giles Duley/CICR

Liep Wan Loang, 35 años, de Akobo

Liep llamó a su esposa, a quien no había visto ni hablado con ella desde diciembre de 2013. Quería saber cómo estaba y preguntarle sobre sus hijos.

Liep quería decirle: “Te extraño y extraño a nuestros hijos, pero no te preocupes, estoy bien”.

Crédito: Giles Duley/CICR

Nyanding Kuang Puol, 31 años, de Akobo

Nyanding llamó a sus hijos que huyeron de los enfrentamientos en diciembre de 2013. Ella tiene siete hijos y perdió contacto con ellos poco después de que se fueron.

Quería saber que estaban a salvo. Quiere a sus hijos de regreso en su hogar para poder cuidarlos, pero por ahora sabe que no es posible.

Crédito: Giles Duley/CICR

Kong Gatkek Chika, 34 años, de Akobo.

Kong llamó a su esposa y sus tres hijos, que huyeron a Uganda el 15 de diciembre de 2013.

Kong sólo quería llamar para saber si estaban bien y que supieran que él estaba a salvo.

“Sólo quiero que todos ustedes regresen a casa”, les dijo.

Crédito: Giles Duley/CICR

Wan Kiir Wan, 39 años, de Akobo

Wan llamó a su esposa. No había hablado con ella desde marzo de 2014.

Quería saber cómo estaba y animarla a que tuviera paciencia. “Ya volveremos a estar juntos nuevamente”, le dijo.

Crédito: Giles Duley/CICR

Nyiakubo Wiyual, 16 años, de Akobo

Nyiakubo llamó a su hermano, a quien creía muerto en los enfrentamientos. No sabía nada de él desde 2013. Durante la llamada, ella empezó a llorar.

“Estoy llorando porque pensaba que a mi hermano lo habían matado, pero ahora que escucho su voz. Estoy tan feliz”, dijo.

Crédito: Giles Duley/CICR

Chiey Yak Puok, 33 años, de Akobo

Chiey llamó a su hermana, a quien había visto por última vez en 2013, cuando ella huyó de los enfrentamientos en Akobo.

Su mensaje para ella era simple: “Hace dos días mi esposa dio a luz a una niña. ¡Eres tía!”

Crédito: Giles Duley/CICR

Yen Gai Nai, 40 años, de Akobo

Yen llamó a su hermano, con quien no había hablado desde diciembre de 2013.

“Sólo quería saber que está bien”, dijo.

Crédito: Giles Duley/CICR

John Kuich Chol, 42 años, de Akobo

John llamó a su esposa y sus tres hijos, que huyeron de Kenia cuando comenzaron los enfrentamientos en 2013.

“Sólo quería saber que están bien”, dijo.

Crédito: Giles Duley/CICR

Nyanchan Maluol Mot, 19 años, de Akobo

Nyanchan llamó a su hermana. Era una de las personas desplazadas en el campamento de Yuba. Habían perdido el contacto en 2013.

Quería contarle a su hermana que habían encontrado a otro familiar en Yuba y esperaba ponerlos en contacto para que su hermana no estuviera tan sola.

Crédito: Giles Duley/CICR

Nyabuai Gai Rial, 19 años, de Akobo

Nyabuai llamó a su tío en Bor, donde está allí con su hijo desde 2013.

La tía de Nyabuai no podía caminar hasta el lugar desde donde se hacían las llamadas. Así que le pidió a Nyabuai que llamara de su parte, para decirle a su esposa que estaba bien.

Crédito: Giles Duley/CICR

Chieu Lam Turuk, 18 años, de Akobo

Chieu llamó a su marido que estaba estudiando en Addis Abeba. No habían podido hablar desde abril de 2015.

Ella tenía noticias para él: ¡estaba embarazada! Pero quería que él supiera que ella estaba bien y que él debía continuar con sus estudios.

Crédito: Giles Duley/CICR

Chol Lul Walou, cerca de 60 años, de Akobo

Chol llamó a su hija y su yerno, con quienes había perdido el contacto en diciembre de 2013. Ahora vivían en Jartum, Sudán.

Cuando comenzó la guerra, Chol se quedó sola y no tenía quien la ayudara.

Le pidió a su familia que le enviaran ropa y dinero. “Debido a la guerra, no tengo a nadie”, dijo.

En #LlevadosAlLímite vemos las dificultades que hacen que las personas huyan de sus hogares y que siguen padeciendo en rutas migratorias.

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El Comité Internacional de la Cruz Roja brinda protección y asistencia humanitaria a las víctimas de los conflictos armados y otras situaciones de violencia.