📝|Usted preguntará por qué cantamos [Reflexión]

Cantamos por inspiración, por crítica, por alegría, por esperanza, porque estamos en calma.

María Verónica
Lo único mejor que la música
6 min readSep 11, 2020

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Lo único mejor que la música
Mariana Uribe

Inspirada en la literatura y en la incertidumbre de la cuarentena que aún me arropa, lejos de mi hogar, pero en casa, o al revés, no lo sé, mientras estoy sin internet perdiéndome reuniones de trabajo, y sin televisión perdiéndome del US Open, pero inusualmente con agua, repaso sentada en la mesa mis apuntes de las frases recopiladas de los libros que he leído durante este año de desafíos.

Una de las oraciones que anoté decía: “El arte es el lenguaje del amor”, y me detuve a pensar que es así. Luego de considerarlo y de escapar de una lluvia de ideas que no compartiré acá, quizá más adelante, recordé un poema que leí en un libro que encontré buscando distracción en la biblioteca de mi abuelo hace unos tres meses atrás, un día en el que, como hoy, volvía a fallar la conexión a internet, el agua y la luz.

Es un libro muy gordo, de Benedetti, que recopila todo lo que este poeta escribió. Por qué cantamos, se titula el poema que, para mí, en sus líneas ilustran la lucha de los latinoamericanos, de todes los que cantan porque insisten en la justicia. Unas líneas que también varios han convertido en canciones, como es el caso de Cultura Profética, y Nito Mestre con Juan Carlos Baglietto y Celeste Carballo.

Busco el libro gordo, vuelvo a leer el poema y me detengo a pensar en las tantas veces que hemos cantado en una marcha, aquí y allá. Y en cuántos han caído por su canto. Viene a mi mente la canción de Las Añez, En la lucha: “Ahora que tengo más años, siento que he perdido mucho, no es solo por lo que lucho sino por lo que me queda”. En ellas es claro por qué cantan, y me encanta cómo lo hacen. Y es con ellas que me hundo en pensamientos sobre cómo el arte no solo es el lenguaje del amor, sino también el de la resistencia, un grito de auxilio, una forma de llamar la atención, y dicen: “lo que yo más quisiera: acabar con la pelea de luchar por lo que lucho”. Y recita Benedetti: “usted se preguntará por qué cantamos”, “cantamos porque nuestros muertos quieren que cantemos”.

Pero luego mi reflexión se tornó un poco hacia lo divino, sobre de dónde viene esa inspiración, de dónde nos vienen esas ganas de cantar… Recordé todas las veces que estando aquí he cantado espontáneamente y me hice la pregunta a mí misma. Le invito a que se pregunte usted también: ¿Por qué canta?

Mi canto incontrolable ha surgido cuando llega la luz, o ponen el agua cuando no la estoy esperando. También, muchas veces me despierto con una canción en la mente, y mientras preparo el desayuno la canto. Me imagino que con esta espontaneidad cantaré cuando anuncien la reapertura del aeropuerto de Maiquetía y mejor cuando esté empacando las maletas de regreso. Cantamos cuando nos sentimos victoriosos, pienso, también dichosos y afortunados.

Recuerdo a mi abuelo caminando en esta misma casa años atrás, cantando Compadre Pancho de Lorenzo Herrea, y tocando el cuatro. Qué bien lo hacía y con qué felicidad. Nos contagiaba a todos. Y tenemos la fortuna de decir que todavía lo hace, solo que ahora en otra casa. Espero llevarle su cuatro al volver para que sigan sus conciertos.

Cantamos cuando nos emocionamos, cuando nos duele, cuando estamos felices, cuando necesitamos darnos ánimo, cuando nos consolamos, cantamos cuando comemos algo que nos gusta. Cantamos porque nos llena de esperanza. También cantamos hasta letras que no nos sabemos. Cuando somos pequeños nos inventamos un dialecto cuando no conocemos el idioma de la canción que nos gusta. Es bello pensar que todes podemos cantar sin siquiera tener una alfabetización musical. Cantar es sinónimo de vida.

Luego pienso en la insistencia de cantar: pasan las generaciones y como especie seguimos cantando. Pero como dijo Drexler, “aunque todos crean que han inventado algo, siguen siendo las mismas canciones”. Y, como siguen siendo las mismas, entonces pienso en cómo la historia tiende a repetirse.

En la historia de América Latina la lucha política y social ha sido protagonista desde siempre, y nos toca seguir cantando, porque nos siguen oprimiendo, nos siguen explotando, nos siguen matando. Y “usted preguntará por qué cantamos”, “cantamos porque creemos en la gente y porque venceremos la derrota”, “cantamos porque el cruel no tiene nombre y en cambio tiene nombre su destino”. “Es normal ya no me asusto, así es que funciona en el mundo: te complace en un segundo y al final se te voltea”

Esta semana se hace viral el video de Alex Quintero cantando desde Nariño el tema de Herencia de Timbiquí: Coca por Coco que dice, “Se pusieron a talar todo el bosque para un producto nuevo sembrar. Se olvidaron de plantar papachina, chontaduro, yuca y la pepa ‘e pan” ¡También cantamos la verdad! Cuando cantamos denunciamos las injusticias, la represión, la falta de libertades.

Nos gusta cantar nuestras costumbres, nuestras creencias, nuestros paisajes, nuestras comidas. Como hace Nidia Gorgona, que nos muestra los sabores de su tierra. Qué belleza. ¡El chontaduro! ¡El guacuco! Yo la escucho y me siento una niña recogiendo chipichipis en la orilla de la playa. Amo como la música nos une aunque estemos lejos, aunque seamos de otros lugares. Como la Orquesta De la Luz, con su éxito Salsa caliente de Japón. Y yo pienso que es por eso que cantamos, porque nos identificamos con las letra, con los ritmos, y sobre todo porque nos pone alegres.

Además, me parece que con el canto pasa como con la religión y nuestras creencias metafísicas, lo practicamos para intentar explicar algo que no sabemos cómo hacerlo, buscando una salida, una respuesta, un consuelo, para expresarnos. Es incluso un complemento de estas prácticas espirituales. Usamos este recurso para darle sentido a lo que viene del alma. El canto además era propio de los dioses, también de lo sagrado, como hacían las musas de los griegos. Es muchas veces una forma de conectar con nuestra espiritualidad. Así que me pregunté: ¿cuándo empezamos a cantar los humanos? Zoltán Kodaly dice que “la voz es el primer instrumento y a partir de ella se deriva toda la enseñanza de la música”.

Entonces descubrí el libro “El canto de las sirenas” y a su autor Eugenio Trías, que nos explica que la música acompaña al hombre desde que somos. Es un filósofo que investiga la música que surge a finales del Renacimiento hasta inicios del Barroco y el siglo XX y a los grandes músicos que componen la Segunda Escuela de Viena. En su estudio, Trías dice algo que me parece bellísimo y cierto: “La música es un océano sin orillas”. Yo pienso que todos estamos ahí, en ese mar, y cada quien escoge en cuál ola irse, pero somos todes del mismo mar revuelto.

Cantamos por inspiración, por crítica, por alegría, por esperanza, porque estamos en calma. Hay infinitas razones. Ahora bueno, te pido disculpas, apreciado lector, si llegaste hasta acá esperando a que te respondiera la pregunta de por qué cantamos, pero espero que esto sirva de motivación para que continúes con la pregunta y le des tu enfoque preferido, pues yo ahora solo cuento con lo que la memoria y la imaginación me permiten.

Termino con el final de un poema de Pessoa en el que cambio el verbo “amar por “cantar”, que escuché repetidamente gracias a que hace parte de una serie de notas de voz que me compartieron al principio de este encierro y que me han servido para entretenerme cuando me quedo sin conexión. Gracias.

Quien canta, nunca sabe lo que canta, ni sabe por qué canta, ni lo que es cantar. Cantar es la eterna inocencia, y la única inocencia es no pensar.

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María Verónica
Lo único mejor que la música

Me conmuevo, me deslumbro, como si fuera el primer día de mi vida. Para encontrar algo que contar basta con salir ahí fuera.