Su sonrisa

Roger Sanchordi
Lo efímero
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2 min readNov 14, 2016

Le toca a ella, me dije para mis adentros. Siempre es igual: primero va el hombre mayor, luego el chico con traje, después ella, y el siguiente soy yo. Siempre igual excepto los viernes, que el hombre mayor no está y acabamos antes. Un día le escuché contar que tenía que llevar a sus nietos al colegio y le venía mal acudir tan temprano, así que el último día de la semana le cambiaban el turno y acudía más tarde. A todos nos iba de perlas, la espera se hace aburrida en un lugar así.

Ella era alta y guapa, algo mayor que yo, sobre los 17 o 18. Apenas me atrevía a mirarla en aquellos largos ratos esperando escuchar nuestros nombres, pero siempre que podía lo hacía furtivamente hasta que me pillaba. Bajaba entonces la mirada avergonzado, seguía con mi cómic y ya no volvía a levantar la vista, preocupado de que pudiese darse cuenta. Ese día, al pasar por mi lado tras recibir la llamada, me guiñó el ojo y me sonrió.

Veinte minutos después escuché mi nombre. Alguna vez de camino al cambiador me cruzaba con ella, así que nada más levantarme del sillón apresuré el paso ante la sola posibilidad de encontrármela. Encerrado ya en aquel cuartito, respiré aliviado; me puse la bata, abrí la otra puerta y entré a la sala de la Bomba de Cobalto, como cada día desde hacía 3 semanas.

Me quedaba todavía una semana de tratamiento, y al salir ese día del hospital pensando en su guiño y su sonrisa escuché a mis padres decir que Júlia, la chica joven que entraba siempre delante de mí al tratamiento de Radioterapia, había terminado ese día. Nunca volví a saber de ella.

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Roger Sanchordi
Lo efímero

Ciencia. Bàsquet. Poesía. PRL en @chpcastellon. Socio @escepticos. @PintofscienceES en Castellón.