Un poema: Arena

Un autor: Oliverio Girondo.

Ácrata y Banquero
Lo que aprendí hoy

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Arena
Oliverio Girondo

Arena,
y más arena,
y nada más que arena.

De arena el horizonte.
El destino de arena.
De arena los caminos.
El cansancio de arena.
De arena las palabras.
El silencio de arena.

Arena de los ojos con pupilas de arena.
Arena de las bocas con los labios de arena.
Arena de la sangre de las venas de arena.

Arena de la muerte…
De la muerte de arena.

¡Nada más que de arena!

Eso decía nuestro querido Oliverio Girondo (por pura irreverencia y cariño, lo llamaremos Olie). Pero no por eso hay que dejarse llevar por el espirítu baladí. ¡Remánguese que vamos a la guerra!

Preste atención a lo que le digo. Vamos a descomponer ese poema de allá arriba. Empecemos por aclarar que de aquí no va a sacar ningún consejo útil en contra de la celulitis. Que Justin Bieber nunca vino al mundo y que si lo hubiera hecho, el filosoraptor se lo habría desayunado una mañana fría. También le aclaro que si YOLO salió de sus labios en alguna oportunidad y está leyendo esta línea usted ya ha perdido mucho tiempo. Sigamos.

Lea el título. Disfrútelo con las papilas gustativas, huela la arena -¿tiene olor?. Siéntalo, escuche como se escapa con la brisa. Piense en los granos de arena, imagínese un cuadro, una fotografía, utilice — si de algo le sirve — la imagen de portada o la de soporte. Ahora concéntrese en el texto, en las palabras. Leálas como una ráfaga violenta de flores que explotan como proyectiles contra las paredes. ¡Hagálo en voz alta! Que el mundo sepa de su existencia irreverente mientras bombardea las calles cotidianas. ¡Inmolese en una guerra lírica!. Concéntrese en cada línea, y deje que su imaginación sea conducida por lo que Olie desde el más allá — murió hace más de 40 años — trata de decirle. Déjese llevar, y cuénteme que le dice él a usted. Piense que el poema es como un delicadísimo rompecabezas de muchas dimensiones de cristal. Cada línea no es más que una pieza que encaja de forma perfecta, esto porque si se forzara quiebra todo. A su vez, si queda suelta se desbarata todo. Él lo puso ahí porque ahí tiene que estar. Respete eso. Respete el poema. El ritmo. La rima. Eso es todo.

Se trata de la interacción con las palabras, con los sonidos inaudibles — oxímoron — con la forma en la que esas palabritas hacen que usted vaya más allá de ellas, fuera de toda lógica, simplemente sintiéndolas, para eso uno lee poesía. Al menos yo. Nunca me atrevería a decirle cómo hay que interpretar un poema. Porque eso es cosa suya.

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