No es un río
Leí “No es un río”, la última novela de Selva Almada. Es curioso que se llame Selva la escritora argentina que conoce el monte como a la palma de su mano. En este texto exquisito y breve, vuelve a sumergirse en los universos que instaló con “El viento que arrasa” y “Ladrilleros”, textos anteriores que junto con este nuevo editado por Penguin Random House se pueden leer como una trilogía de la masculinidad.
Almada escribe con un ritmo que se percibe natural, orgánico, como esas músicas que a veces ponemos de fondo mientras hacemos otras cosas, melodías que no nos distraen. En esta historia, la naturaleza moldea los ánimos de sus personajes, sus acciones. Lo humano aparece desde la lógica de la animalidad, o como una nueva versión de lo animal. En su relato, el monte y el río esconden misterios en sus profundidades, como las personas.
La materia prima de lo masculino, en estos textos de Almada, es la violencia y su variedad de formas y simbologías. Violencia cultural, física. Los hombres, amigos o familiares, se agrupan y se protegen entre sí desde una lógica violenta. Parecen arrancarse entre ellos del río, como peces, para alimentarse y sobrevivir, o simplemente por el absurdo deseo de ejercer poder y devolverse al agua en forma de carne, muertos.
Almada escribe con una sensorialidad amplia, sugerente, y lleva al lector de lo real al sueño con una destreza maravillosa.
No es un río (2020), Selva Almada
