A juego regalado…

Sergio Ruiz
Lockfolio
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9 min readMar 13, 2023

Epic Games encontró en ‘Fortnite’ una mina de oro, y con el éxito que cosechó tras el lanzamiento de su modo Battle Royale en 2017, fue consciente de que necesitaba aprovechar el momento para transformar su modelo de negocio y expandirse para cuando su inevitable fin llegase. Bueno, seis años después ‘Fortnite’ todavía sigue en pie y no tiene visos de desaparecer del mapa (por ahora), pero Epic ya no es tan dependiente del fenómeno social que engendró tras el lanzamiento de su Epic Store y la adquisición de estudios que popularizaron otros free-2-play muy exitosos (como Psyonix y su ‘Rocket League’, o Mediatonic y su ‘Fall Guys’). Sin olvidar también su establecida posición con Unreal Engine liderando el mercado de motores gráficos para el desarrollo de videojuegos, especialmente de proyectos triple A.

Pero es evidente que la reconversión de su Epic Store no está como para tirar cohetes, y que tiene serios problemas para consolidarse y ofrecer la suficiente confianza como para que el usuario compre en el storefront (no hablemos ya de introducir sus datos personales y su tarjeta de crédito). Durante décadas, Valve ha granjeado con Steam un monopolio en el mercado PC del que resulta muy difícil salir, y que ofrece muy pocos incentivos económicos o de contenido para atraer a un público satisfecho con tener un único ecosistema del que preocuparse. ¿Para qué comprar un juego en la Epic Store, pudiendo comprarlo más barato en Steam? ¿O más barato en una tienda de keys que básicamente imposibilitan el acceso al videojuego en mercados minoritarios? ¿Para que buscar otro ecosistema cuando toda la gente se encuentra concentrada en uno y tiene más a mano conectar con sus amigos? Compañías como EA o Ubisoft han tenido que volver a distribuir sus juegos en Steam por el frío que hace fuera de la plataforma, y parece extremadamente difícil asentar un negocio desde cero que todavía produce números rojos y posee nulo crecimiento. Pero Epic no se rinde. Por ahora.

Uno de los principales anzuelos que emplea para atraer nuevos usuarios es la iniciativa de regalar un juego cada semana, ocasionalmente más, durante los cuatro años ya que lleva el storefront disponible al público. Para el usuario avispado es un chollo, y se ha convertido en una tradición acudir a la tienda cada jueves por la tarde (hora española), canjear el obsequio y cerrar la aplicación sin tener la más remota intención de probarlo. Al principio con la intención de llenar la parca biblioteca de juegos con la que empiezas en la Epic Store, pero pronto empezarán a acumularse cual Diógenes hasta el punto de rivalizar en tamaño a tu cuenta de Steam. Aunque muchos de los +300 títulos ofrecidos hasta la fecha son títulos indie y juegos con lustros a sus espaldas, entre la lista pueden verse numerosos triple A de prestigio e incluso algunos que se atrevieron a regalar el primer día que salieron al mercado (como ‘A Total War Saga: Troy’). La variedad de propuestas regaladas es verdaderamente reseñable, y es de imaginar que entre todas ellas pueda haber alguna que te haga especial ilusión probar ahora que tienes la posibilidad. Y quizá otros juegos que haya por ahí, por curiosidad…

Y aún así, sigues sin tener ganas de jugarlos.

La gráfica representa el dineral que pone Epic para distribuir juegos gratis en su tienda. Nótese como Tequila Works pidió limosna por ‘RiME’ en comparación con el resto de publishers #MarcaEspaña

Es curioso como el fácil alcance que tenemos del videojuego en la actualidad nos ha llevado a depreciar su valor y el esfuerzo vertido en su creación, quizá normal cuando existen miles y miles de opciones disputándose nuestra atención. Las grandes IPs establecidas con el tiempo parecen considerarse apuestas seguras, pero lejos de esa seguridad que nos insufla la nostalgia, el apego emocional y la misma Historia del videojuego, todo aquel que quiera hacerse merecedor de nuestro tiempo necesita pasar un escrutinio que puede llegar a ser tan exhausto como subjetivo sea el criterio. Ni siquiera el hecho de haber recibido grandes críticas a su favor es garantía de que terminemos jugándolo con el tiempo, porque la calidad ya no es una rara avis e infinidad de juegos son ignorados por el radar que forma la prensa de videojuegos (también muy interesada en divulgar las cosas que le gusta, actuando como primer filtro de contenido del usuario). Vuestras wishlist, backlog y listas con nombres raros por el estilo pueden estar compuestas perfectamente de cientos de títulos, y la ansiedad que genera en aquellos que les gustaría probarlo todo y llegar hasta el final… pero es imposible. Nuestra particular historia de los videojuegos siempre tendrá lagunas, por mucho que intentemos rellenar la materia oscura con conocimiento e investigación cibernética. Aquí un servidor va a confesar algunas de ellas:

· He jugado al ‘Metroid Prime' original y al tercero, pero no el segundo.

· Terminé el primer ‘Trails in the Sky' con la intención de jugar la trilogía entera… y ahí está, esperando que algún día me acuerde cómo era la historia del primer juego antes de tocarla.

· ‘Metal Gear Solid V’. No lo he jugado por el miedo de disfrutarlo y que todo se vaya a-pique. Y lo hará.

· Jugando ‘Dragon Quest XI’, en algún momento me entraron ganas de jugar a DQ10, lo dejé aparcado… y aquí sigo, Square-Enix… una década más tarde… la versión offline aunque sea…

¿Dónde deja esto al catálogo de juegos regalados en la Epic Store granjeado con los años? Habrá quién tenga la necesidad moral de probar cada uno de ellos ya que han tenido el “detalle” de ponerlos al alcance de cualquiera, pero la respuesta habitual de los usuarios es de… pereza. Tedio. Desidia. Acostumbrados ahora a decidir qué queremos jugar y cuándo, parece que sean manzanas envenenadas con la única finalidad de decidir el orden de los tiempos. Qué títulos jugar según la época del año, según las tendencias del momento, según la gente con la que quieres conectar, por el mero hecho de ser gratuitos y fácilmente accesibles. Del mismo modo que se controla el acceso a demos/betas de un videojuego, o a la información en forma de reviews, para generar un tsunami omnipresente de propaganda en el momento deseado. Y obviamente es muy sencillo descubrir el pastel y saber qué finalidad tiene el anzuelo que te han colocado: para vender DLCs y tener “la experiencia completa”, para comprar la upcoming secuela que se viene, para gastar dinero en gemas y estratagemas raras que pueden ser opcionales… pero tentadoras para todo aquel que quiere fardar de vestimenta estrambótica para sentirse especial (¡un saludo a todos los panolis de Twitter Blue!).

“A caballo regalado, no le mires el diente” dice el refranero popular, que suele encomendarnos a agradecer la iniciativa antes de buscarle un motivo ulterior, o mismamente la buena sombra que cobija. Si partimos de eso, hay que reconocer que iniciativas como la abanderada por Epic son estupendas para que gente con menos recursos pueda tener un gran catálogo de oportunidades a su disposición, del mismo modo que Game Pass puede ser un chollo para todo aquel que invierte muchas horas de juego a la semana. Es una opción más, entre las tantas opciones que tenemos para decidir por nuestra cuenta lo que queremos hacer, y no necesitamos imperiosamente que todas sean maravillas, cualquiera puede ser suficiente para saciar nuestro apetito ocioso. Pero el mero hecho de ser distribuidas a precio cero tiende a esconder la verdadera impresión que nos dejan estos juegos: que no nos importan un pimiento. Y que habríamos acudido raudos a comprarlo en el momento que salió al mercado (o rebajado si sigue viviendo rent-free en nuestras cabezas con el tiempo) antes que esperar a que se nos apareciera la virgen para tenerlo gratis.

Por supuesto, no conviene emplear esta regla de tres a rajatabla… pero, ¿cuántas veces habrás canjeado estos juegos gratuitos con la intención real de jugarlos más pronto que tarde? ¿Tienes genuina curiosidad por ellos o simplemente guardas la posibilidad como una idea de futuro? ¿Prefieres usarlos como una demo por saber cómo funcionan, o eres más de exprimirlos al máximo hasta llegar al final?

“Necesitamos inflar artificialmente nuestra saga de graficotes como sea”

El hábito de jugar comenzó siendo un privilegio en los 80s hasta la democratización de sus contenidos en la era contemporánea; no muchos tenían la posibilidad de llevar una videoconsola a sus casas o acercarse a las máquinas arcade para quemar sus duros y disfrutar de aquella tecnología alienígena. Sin embargo, ahora que tenemos fácil acceso al videojuego no deja de ser curioso como la inmensa mayoría del público prefiere hacerse con los lanzamientos del momento (e incluso sus más privilegiadas ediciones) antes que anclarse con los títulos del pasado, cuya fecha de caducidad parece definida por su persistencia en el discurso social. ‘Forspoken’, la gran apuesta de Square-Enix para crear una nueva franquicia triple A, ha desaparecido del mapa tan sólo unas semanas tras su lanzamiento, pese gozar de la atención y publicidad que reciben los exclusivos de consola por el mero hecho de serlos. La compañía lo ha tildado de fracaso comercial y ha cerrado el estudio que lo ha hecho posible (aunque trasladado todos los trabajadores a sus divisiones internas), tal vez provocado por la mediocre recepción que tuvo entre público y crítica. Parece que no vale la pena, aunque esta visión se haya visto perjudicada también por algunos terraplanistas que no ven con buenos ojos una protagonista de color, tal es su concepción del universo.

Ahora la pregunta pertinente sería: ¿estarías interesado en jugar a ‘Forspoken’ de recibirlo gratis? Es bastante probable que los 80 eurazos que costó de salida le hayan jugado una mala pasada… pero también que la respuesta a dicha pregunta siga siendo negativa aún con ello.

El mercado del videojuego es soberano para decidir qué tiene valor en su círculo de influencias y a qué precio es capaz de recibir los focos del respetable. El hecho de tener la posibilidad de conseguir gratis estas experiencias por medios oficiales (ya saben los otros) suele ser tristemente representativo del éxito comercial que han tenido hasta la fecha. Suponen la devaluación total del producto en cuestión, que también pasa a percibirse de menor calidad como si pudiese asociarse a un número pegado a una divisa, como si sus creadores tuviesen nula apreciación por lo que han hecho. “De alcance no se puede vivir trabajando”, igual que no todos pueden mantener los 60€ de rigor que cuestan los juegos de Nintendo a rajatabla. Clases y deferencias de los tiempos que corren.

Si bien la moraleja está en saber apreciar estos regalos en su justa medida, no dejan de ser consecuencia del largo proceso que ha seguido hacia la irrelevancia. No se sientan culpables pues, por no haberles mostrado interés o por dejarlos pasar aún teniéndolos al alcance de la mano. Pero sí recomiendo que intenten romper el diálogo social común del status quo para diversificar vuestra mira, y que otros juegos/estudios no caigan en la misma desgracia. Es bueno diversificar nuestra mira, aunque venga en forma de cosas similares a esta:

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Sergio Ruiz
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