Ser alcalde del PP en Sevilla tiene futuro

Antonio Morente
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3 min readNov 4, 2016

Sólo hay que ver la foto para darse cuenta de que las cosas son así: ahí tienen a Juan Ignacio Zoido, el hombre ‘24 horas Sevilla’, el que gritaba a los cuatro vientos que tenía a la ciudad como única y absoluta obsesión, jurando su cargo nada menos que como ministro del Interior. Si no lo ha dicho ya, faltan cinco minutos para que proclame que trabajará para Sevilla desde su nuevo puesto, que no se la quita de la cabeza y que la lleva en el corazón. El caso es que le damos mucha importancia a las palabras de un político, cuando Zoido ha hecho lo que haría todo hijo de vecino: moverse para tener una mejor ubicación y hacer la maleta corriendo para ocupar uno de los puestos de más relumbrón en este país. Y lo ha conseguido con todos los honores.

Zoido jura el cargo ante la Biblia y la Constitución. Foto: Sergio Barrenechea (EFE).

Lo que contrasta es lo diferente que hasta ahora ha sido el futuro de los alcaldes del PP y los que no lo son. Primero Soledad Becerril volvió a ser diputada nacional y acabó como Defensora del Pueblo, y luego Zoido, sin Alcaldía y sin escaño en el Parlamento andaluz, logró meter la cabeza en las listas al Congreso y ahí lo tenemos ahora, todo un señor ministro. En contraposición, a los dos alcaldes andalucistas (Luis Uruñuela y Alejandro Rojas Marcos) los devoraron el tiempo y su propio partido, y no mucho mejor le fue a los socialistas: Manuel del Valle abandonó la política, quemado principalmente por los suyos, y de Alfredo Sánchez Monteseirín qué vamos a decir, el alcalde más longevo que ha tenido esta ciudad se convirtió en una especie de apestado, no logró esa embajada por la que peleó y acabó arrinconado en un puesto sanitario y olvidado por su partido.

Así que sí, se ve que si uno quiere ser alcalde de Sevilla le trae más cuenta ser del PP si aspira a asegurarse un futuro más o menos aseado. Eso no quiere decir que Espadas lo tenga crudo para repetir como regidor en 2019, de hecho ahora (y al menos aparentemente) se le despeja un horizonte en el que tenemos a un PP provincial en plena guerra civil y a un grupo municipal que de aquí al final del mandato va a ir cojeando, mientras se inicia la tarea de fabricar un candidato a alcalde con opciones reales. Y todo esto, con el telón de fondo de la lucha de poder que protagonizan Javier Arenas y María Dolores de Cospedal por extender sus redes de influencia en toda Andalucía, con un Juan Manuel Moreno Bonilla que parece el convidado de piedra por muy presidente andaluz que sea y con Zoido plantándose en Sevilla todos los fines de semana para dejarse ver y mover sus hilos.

Ya no señalará con el dedo una baldosa suelta, pero lo seguiremos viendo por aquí en alguna que otra procesión

Total, que Zoido se nos va pero lo vamos a tener cada dos por tres por aquí. Ya no señalará con el dedo una baldosa suelta o un banco roto, pero lo seguiremos viendo en procesiones y funciones principales de instituto como invitado de honor, al tiempo, porque las invitaciones le van a llover a cuenta de un cargo que redondea un currículum de campanillas. A ver si ahora le pega un empujoncito a esa Sevilla que tanto quiere y arregla algunas de las cuitas que la ciudad tiene con su ministerio, empezando por la comisaría del Polígono Sur. Por lo pronto, ha dado sus primeros pasos como ministro igual que como alcalde: jurando por la Constitución y la Biblia, ese guía en “la ley y mis creencias” que ya subrayó al tomar posesión como regidor, con Mariano Rajoy como testigo, por cierto. Y es que hay cosas que no cambian aunque sí lo haga el cargo…

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