El balbuceo, de Julieta Malache

Los Furbantes
los furbantes
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2 min readAug 18, 2017
Boneca barbi, por Daniel Iglesias

Cuando terminaba de trabajar, cansado y transpirado me pasaba a buscar con un choripán en la mano. En el viaje se dormía, por momentos balbuceaba un “te quiero”, lo escuchaba y me enternecía pero por las dudas no respondía.

Caminaba despacio, le dolía la cintura. Llegábamos a su casa, se sacaba el overol, debajo tenía una remera de Boca, se ponía un short, sus medias no combinaban pero no le importaba, unas Converse gastadas y volvíamos a salir.

Comprábamos unas birras y un paquete de puchos.

Volvíamos a su casa, prendía el equipo, subía el volumen y el Indio cantaba “¡El ritmo efímero! ¡El grito efímero!”. Sentado en la cama me abrazaba, se acercaba con besos suaves a mi boca.

De la birra nos olvidábamos, se calentaba, y fastidiosa le reclamaba “¡esto es intomable!”, él reía.

La sonrisa le achinaba los ojos y pude interpretar que, tal vez, él encontraba paz entre mis piernas, que enredaban pero sin embargo no ahogaban.

Entonces, cuando vi el sol empezar a asomarse por los agujeritos de la persiana rota, tome valor, me animé, sin balbuceos le dije “te quiero”. Lo miré, reafirmé mi decisión de no escaparme más y empezar a sentir: “me gustas”, argumenté.

Se puso nervioso, empezó a tartamudear, desde mi soberbia supuse que era de felicidad.

Acelerado se levantó de la cama, se volvió a poner el short, con tanta rapidez agarró la remera que se la puso al revés.

No entendí hasta que me dijo “ya es tarde”.

Después me explico que a él lo que realmente le gustaba era mi perfume de vainilla impregnado en su overol.

Como sólo una fragancia compactada en un frasco no soy, me volví a esconder bajo mi vestido floreado, con el delineado desprolijo salí a la calle y después del último beso, conteste “piola, nos vemos”.

Pero era mentira, sabía que no lo quería volver a ver.

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sin. pl. pícaro, bribón, mentiroso, falseador, escritor