La soledad del humano, de Auxi Palmero
Cada cierto tiempo Mimí acudía a las ferias de robótica, no salía de allí nunca con las manos vacías.
Ibas a su casa y casi ni se enteraba de tu presencia, estaba inmersa en el conocimiento de sus nuevos amigos.
Unos vigilaban la casa. ¿Acaso vivía en un barrio conflictivo? No, pero ahí estaba su aparatejo.
Otros le dejaban el suelo como espejos de limpio, ni una mota de polvo podías encontrar.
Pero el que más le atraía era una maquina con la que podía conversar. No eran profundas conversaciones pero allí estaba ella, superentretenida, mientras sus amigos hacíamos cola para poder tomarnos un café o charlar un rato con ella.
(Este y otros textos fueron escritos en nuestro Club de Lectura, en el marco de un homenaje al padre literario de los robots, Isaac Asimov).
