Vivo con un robot, de Anny Faneite
Desde hace dos años regalaron un robot con toda la apariencia de un ser humano. Solía acompañarme a todas partes: iba conmigo a clases; a hacer las compras -muy útil cuando no quieres levantar bolsas-; menos al trabajo, pues se quedaba en casa haciendo la cena, para cuando yo llegaba a casa ya estaba todo hecho y limpio.
Llegó la cuarentena y este robot se volvió el único ser que veía día y noche con el único que hablaba y consolaba por no poder salir.
Lo extraño vino cuando nos dejaron salir de nuevo, al principio cerraba todas las puertas con llave y decía no poder abrir ninguna, hasta que con esfuerzo lograba que cediera y las abriera.
Luego lo vi en el parque agarrando a un señor a coscorrones, y resulta que era un vecino que siempre me saludaba cuando pasaba.
¡Me asusta! Creo que mi robot tiene esa enfermedad del ser humano: ¡celos!
(Este y otros textos fueron escritos en nuestro Club de Lectura, en el marco de un homenaje al padre literario de los robots, Isaac Asimov).