20 años Inrockuptibles / 1996 > “Rapado”, de Martín Rejtman

(Comienzo altisonante) En el país de los grandes temas y las frases transcendentes resulta muy tentador ponerse detrás de Rapado, y usar la película de Martín Rejtman como escudo desde donde disparar contra todo el cine argentino de la década. Pero como está científicamente comprobado que al cine argentino no lo rozan las balas y, además, es muy posible que Rapado no tenga ganas convertirse en armadura de nadie, baste con decir, entonces, que… Bueno… no… nada, nada. Perdón.

(Desarrollo modesto) “Nadie dice nada bueno ni nada malo de mí. Nada de mí.”, canta un grupo llamado Estrella Roja en Rapado, y ésa es la mejor definición de la vocación del film a la hora de retratar a Lucio, su personaje central (aunque palabras como definición y vocación, más allá de la intolerable cacofonía, le resulten un poquito incómodas a la película). A Lucio le roban la moto. El chico tiene padre y madre. Tiene una especie de amigo, también. ¿Rapado se trata de eso? Y, sí, más o menos. Y también de botellas de plástico de litro y medio de Coca, billeteras con velcro, videogames, casetes Audi, aspiradoras, cigarrillos y cortes de pelo. Justo cuando uno cree que Rapado no se trata de nada, Rapado va y se trata de todo.

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(Final titubeante). Se supone que en casos así hay que hablar de “jóvenes de los 90” (de principios de los 90, mejor: la película es de 1992) y de “cine argentino”, cuando en realidad ni Lucio ni Rapado tienen la culpa de haber nacido donde lo hicieron. Está bien: Rapado habla de una clase media que se descascara, de personas que están más solas que la mierda, de noches largas y de vidas cortas. Pero no imposta ni se pretende posta. Es apenas una película maravillosa. Es lo que hay.

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Rapado
De Martín Rejtman
Con Ezequiel Cavia, Damián Dreizik, Mirta Busnelli y Horacio Peña

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Reseña publicada en el #1 de Los Inrockuptibles, julio de 1996.