“24K Magic”, de Bruno Mars
Como si jugara al TEG, Bruno Mars conquistó el planeta en 2014 con “Uptown Funk”, über hit donde Mark Ronson ponía la casa y los sampleos y Bruno traía la fiesta. Pero el júbilo en Mars, factor clave en su sentido frenético de la opulencia melómana, siempre sabe mezclar la elegancia con la autoconciencia plena. Él no está acá para inventar nada. Está para, claro, tener seis #1 en Billboard en cinco años y usar aquello que adora y colecciona como si fuera un narcotraficante dueño de un penthouse en Miami (canchero, sobrador, e incluso con total conocimiento de su poder y ostentándolo).
Como Kanye West o Kendrick Lamar, Mars entiende que los componentes, el detalle, lo orfebre, pueden usarse hoy, como nunca, a la manera de joyas exageradas: como una cadena de lujos que definen personalidad y lascivia. A diferencia de ellos, su sentido de pertenencia es más disparatado: por un lado, puede dominar el entretiempo del Superbowl con el carisma y movimiento de su deidad (Michael Jackson, su eterno tótem musical), y por el otro, puede invocar formas musicales con un sentido orgánico de la imitación digno de un falsificador de renombre mundial. Su nuevo 24K Magic es un ejemplo. Es un templo de imitaciones, una construcción detallada de otros sonidos, pero que Mars nos muestra en bata de seda y con anillos de oro en los dedos. Como si mezclara a un traficante de marfil con la historia de la música negra reciente de los Estados Unidos, así se pasea Mars aquí.
En menos de cuarenta minutos, Mars reacciona a “Uptown Funk” bañándose un instante en el funk de los 70, a lo Brown antes del Apollo, en romances grasos de los 80 y un r’n’b circa años 90 tan descarado como “en tu jeta”. Su reciclaje es poderoso y, lejos de la burla a lo Lonely Island (que hasta le puso a uno de sus discos “Cuello de tortuga y cadenas”, burlándose del uniforme del r’n’b noventoso), Mars decide mezclar con sentido de alta costura y ganas de pasearse en Miami, Dubai y Milán. Su pasión por el mid-tempo desactiva la imagen en el retrovisor de “Uptown Funk” y su frenesí. Aquí, parece decir Mars mientras se mueve entre Michael, R. Kelly y James Brown, se trata de un lujo, sonriente por pródigo y por intencionalmente distinto.
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Bruno Mars
24K Magic
(Atlantic Records)