Aaron Sorkin se pone emocional en su debut como director
El guionista estrella de Hollywood se luce con la historia de la timbera Molly Bloom en Apuesta maestra.
Por Juan Manuel Domínguez
Aaron Sorkin es el guionista más famoso y mejor pago de Hollywood (cuatro millones por guión, uno más si la película se filma). Sus películas, basadas o no en personas reales, no son “suyas”, ya que Apuesta maestra es su debut como director y, aun así, Sorkin se apropia y es dueño de sus directores, incluso aunque sean tan diversos como David Fincher (Red Social), Danny Boyle (Steve Jobs) o Bennet Miller (El juego de la fortuna). Desde Cuestión de honor y su serie de avanzada The West Wing hasta la actualidad, el as de Sorkin es la hipérbole anclada en algo real, o en una falsa idea –pero sólida– de lo real: Sorkin ama el detrás de escena, es “hawksiano” en el sentido más fascinado por el trabajo del término. En esos escenarios, en esos bordes y esas urgencias, es donde despliega siempre su celebrado ping-pong verbal, una mezcla furiosa de hechos reales, información de The Economist, agilidad clásica para los personajes, canchereada y una creencia en las palabras como mejor catalizador de la inteligencia. En Sorkin no solo importan las palabras: necesitan ir a velocidades que conviertan en algo borroso los lugares comunes (sobre todo si las dicen celebridades como Steve Jobs) y que esas mismas palabras redefinan la leyenda por unos instantes. Su juego es la cristalización, destrucción y fiesta popular con esos polvos. Así llega al núcleo del mundo que le interesa: ese que implica que todo relato moderno necesita ser leído desde el cine clásico para ser realmente devastado y reconvertido.
En Apuesta maestra, adaptación basada en el libro y una entrevista con Molly Bloom, enjuiciada por llevar a cabo las mesas de póker ilegal más millonarias posibles (con celebrities, magnates y mafiosos jugando por igual), el protagónico es para Jessica Chastain, probablemente la actriz más poderosa emocionalmente de todas las posibles. Como director, Sorkin está cerca de Fincher, pero no logra ser tan seco como su colega (usa voz en off, por ejemplo) y juega a “hacer una de Sorkin”: ascenso y caída (el relato americano es siempre deportivo y él usa esos instintos básicos) más canchereadas. Sorkin sabe exactamente dónde corre riesgos y dónde la casa gana. Son Chastain y sus satélites (Idris Elba, Kevin Costner) los que logran destilar (solo para darle más fluidez) al Sorkin más emocional jamás visto.
Apuesta maestra
(Molly’s Game)
De Aaron Sorkin
Con Jessica Chastain, Idris Elba, Kevin Costner y Michael Cera