“Anthems for Doomed Youth”, de The Libertines

Los Inrockuptibles
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5 min readOct 14, 2015

“Sos el sobreviviente de más de una vida”, canta Pete Doherty en “You’re My Waterloo”, una de las mejores canciones del disco nuevo de los Libertines. Aunque esta balada desgarradora fue compuesta hace varios años, sorprende su análisis lúcido y premonitorio. Repasemos. Verano de 2004: justo antes de la salida de su segundo álbum, los Libertines se desintegran. Después de una escalada de tensiones, los tres compañeros de batalla de Pete Doherty se distancian de él. El cantante podrá volver a la banda únicamente cuando se deshaga de sus adicciones, le avisan.

Después del estrepitoso fracaso de este ultimátum, tuvimos que resignarnos a ver por separado a Pete y a Carl Barât, los dos líderes, cantantes, guitarristas y compositores del cuarteto. Uno siguió entregando chispazos de su talento junto a los Babyshambles y durante su breve pero brillante carrera como solista, el otro con los Dirty Pretty Things (acompañado por el fiel Gary Powell en la batería), también como solista y, más recientemente, al frente de The Jackals. En el medio se reconciliaron, pero hasta el momento esa amistad recuperada solo había dado frutos musicales en un par de recitales nostálgicos, típicos de la mayoría de las reuniones de bandas de nuestra época, concretadas con el único fin de recordar los viejos buenos tiempos. El tema es que los Libertines no están hechos de la misma madera que la mayoría de las bandas.

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A principios de año, el proyecto de un tercer disco empezó a tomar forma definitiva. El espíritu imprevisible del grupo se compensaba con una mezcla de complicidad, creatividad y buena voluntad. Y este tierno encuentro se prolonga ahora ante nosotros en una habitación de hotel, donde el dúo nos recibe con los brazos abiertos. Asistimos entonces a un gran ping pong verbal, donde cada uno termina las oraciones del otro, toca la guitarra acústica para ilustrar lo que dice o actúa una escena para evocar un recuerdo.

Pete Doherty –un espíritu brillante en un cuerpo lastimado por años de excesos– prueba en estos encuentros mano a mano que está lejos de ser la caricatura de estrella de rock que muchos quieren ver en él. Sus exigencias son más bien terrenales: la noche anterior, por ejemplo, nos pidió que le llevarámos nuestro libro favorito. Nada de drogas ni alcohol. Le preguntamos entonces cómo reacciona frente a esa reputación más centrada en el caos que lo rodea en su música. “Es frustrante”, reconoce, “pero de alguna manera también es cierto que nuestras canciones surgen del exceso. No puedo negar lo innegable. Por otro lado, una vez que llamamos la atención, ahí sí podemos intentar mostrar otra cara.

Para ejemplificar mejor el rol que han jugado los excesos en la historia de la banda, Pete se remonta a sus comienzos en Londres: “Imaginate esta situación”, dice. “Estamos Carl y yo sentados en un micro nocturno, volviendo a nuestra casa después de haber pasado la noche en el West End, tratando de chamuyarnos a una turista francesa, sin éxito. De repente un día vemos en ese mismo micro a un tipo volviendo ¡con tres francesas! El tipo era Scarborough Steve [N. de la R.: miembro fundador de la banda]. Se bajó en la misma parada que nosotros. Creo que ese día nacieron los Libertines. Ahí nos dijimos que teníamos que encontrar un líder que tuviera esa chispa, ese ‘no sé qué’. Tiempo después entendimos qué era lo que buscábamos, pero en ese momento todavía era un ‘no sé qué’”.

“Es frustrante, pero de alguna manera también es cierto que nuestras canciones surgen del exceso.” (Pete Doherty)

Por supuesto que esa sensación intangible no es otra cosa que el carisma cautivante que inunda Anthems for Doomed Youth desde el comienzo hasta el final. Ese impulso brillante que heredaron de las más bellas joyas de la corona (de The Kinks a The Smiths, de The Clash a The Jam) y esas melodías milagrosas (escuchen “Gunga Din” y “Barbarians”) que si bien nacen de sus locuras más extravagantes, terminan por eclipsarlas.

En la tapa del disco, el logo de la banda sigue siendo el mismo, mientras que el título está escrito con dos letras diferentes –la de Carl y la de Pete–, un detalle que dice mucho sobre su amistad, y también sobre el hecho de que comparten el micrófono, a veces incluso en la misma canción. “Compusimos de la misma manera que antes”, dice Carl antes de que Pete lo interrumpa: “Como cuando sos chico y decís: ‘¡Yo pri!’ También hacemos apuestas en el billar: el que gana el próximo partido canta la primera estrofa en tal canción.”

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Hace algunos meses, Carl viajó varias veces a Tailandia para acompañar a Pete en su tratamiento de desintoxicación. Fue durante estas visitas que empezaron a escribir a cuatro manos, con la idea de quedarse ahí a grabar el disco nuevo una vez terminada la cura. De abril a mayo, el cuarteto se encontró en un estudio al lado del mar, lejos de Bangkok y de sus tentaciones. En la sublime “Iceman”, por ejemplo, se escucha el sonido de las olas. Contra toda expectativa, la producción de Jake Gosling (¡colaborador de One Direction!) se adapta sobriamente a su sonido desordenado y subraya su espontaneidad. Esta pasión desmedida y esta necesidad permanente de tocar explotan durante sus conciertos. Cuando le preguntamos cómo se siente en el escenario, Pete confiesa: “Estoy completamente entregado, para bien y para mal. Puede ser muy doloroso. Pero ahí me siento yo mismo, libre, a veces atrapado también. Es todo lo que quiero hacer. Absolutamente todo lo que hago va en esa dirección”.

Colados en la intimidad de este binomio fusionado, sus preguntas incesantes y difíciles de analizar nos hacen participar del juego. No hay manera de quedar inmune ante la camaradería de Pete y Carl. “Tengo que aprender a coser”, se lamenta Doherty. “Necesito encontrar a alguien para remendar mis ideas. ¿Vos sabés coser?” Le digo que sí, más o menos. Barât salta enseguida: “Bueno, tenemos un trabajo para vos… ¿Podés arreglar nuestras canciones?”. Pete se le une: “¿Podés coser todo esto y mejorarlo?”. Obviamente les digo que no necesitan nada: esa belleza inestable contiene todo el encanto de su música y sus personalidades.

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Anthems for Doomed Youth

The Libertines
Anthems for Doomed Youth

(Universal)

> thelibertines.com

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