Arcade Fire se pone dulce y melancólico en Everything Now

Entre la euforia y la melancolía, Arcade Fire alcanza la estratósfera con Everything Now, su nuevo disco, donde Thomas Bangalter de Daft Punk lleva de la mano al sexteto canadiense y los pasea desde la oscuridad hasta una multicolor pista de baile.

Los Inrockuptibles
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4 min readAug 1, 2017

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Por JD Beauvallet

En el backstage de un festival, a días del lanzamiento de Everything Now, los Arcade Fire se juntaron a gritar como un mantra, varias veces seguidas, una frase hecha en contra del perfeccionismo que podría volverse un lema: “The Devil lies in the details!”. Efectivamente, en los detalles se esconden las diabluras de Everything Now, quinto disco de la banda de Montreal. Es en esta profusión por las cosas pequeñas que uno puede medir la amplitud y la desmesura de estos tres años de proyecto. La simplicidad de su apariencia es el fruto de una negociación complicada: hace falta acumular pistas e ideas para recién extraer, por eliminación o sustracción, melodías claras y frescas, como “Put Your Money on Me” o “Everything Now”.

Claramente, ahora hay dos Arcade Fire: los primeros, estudiosos, maníacos, adeptos a las discusiones épicas y a las grabaciones sagaces, viven en el estudio. Los segundos, explosivos, físicos, salvajes y bailarines, florecen en el escenario. Los primeros son más intelectuales, versados en lo conceptual; los segundos son audaces, animales. Los primeros les proveen a los segundos la materia prima que despliegan en recitales alejados de todo tipo de rutinas y de toda razón. A cambio, los segundos les ofrecen a los primeros sus vuelos tempestuosos, su dinámica y su costado alocado en el estudio. El grupo entonces avanza a partir de ciclos extremos: el reposo del guerrero no es realmente parte del dialecto de Arcade Fire.

Para mantener alejado el angustiante espectro del aburrimiento y la rutina, el grupo tuvo la buena idea, en sus dos últimos discos (este y Reflektor, de 2013), de inyectar cuerpos extraños en su torrente sanguíneo. James Murphy, de LCD Soundsystem, supervisó Reflektor. Y ahora Thomas Bangalter (Daft Punk) estuvo muy involucrado, y también participaron Geoff Barrow (Portishead) y Steve Mackey (Pulp) a lo largo de esta tardía maduración. No es que el grupo de Montreal necesite un productor, los seis miembros con seguridad podrían llevar adelante las tareas técnicas de la grabación y posproducción. Si Arcade Fire apela a estos nuevos ojos, a esos oídos amigos, para un acercamiento más conceptual que prosaico, es porque al grupo le falta distancia, elevación por encima de la obra para un arbitraje neutral.

Ni James Murphy, ni Thomas Bangalter, ni los otros realmente se ensucian las manos. Pero sus influencias son fundamentales, para que ellos no se trencen en discusiones homéricas, con desacuerdos imposibles de desenredar. Win Butler, el líder del grupo, y su hermano Will han pasado demasiado tiempo en su juventud escuchando a los Talking Heads como para no recordar cuánto fue que Brian Eno y sus teorías revitalizaron a los neoyorquinos con su intocable Remain in Light.

Hay dos Arcade Fire: los primeros, estudiosos, maníacos, adeptos a las discusiones épicas y a las grabaciones sagaces, viven en el estudio. Los segundos, explosivos, físicos, salvajes y bailarines, florecen en el escenario.

El aporte de Thomas Bangalter es más imponente, aunque menos evidente en la superficie, que en el reciente “Overnight” de los Parcels, una pieza ya daftpunkeana en sí. Él llegó con sus distorsiones, su sentido espacial, la especialidad de los encascados franceses, y exacerbó uno de los aspectos constantes de la música de los montrealeses: el equilibrio infernal entre euforia y melancolía, exaltación física y onirismo. Win Butler no se olvidó de la música de su infancia, desde el esplín de los Smiths a las explosiones de los Pixies. Y, con toda perversidad, él impone letras depresivas sobre melodías disco y risueñas, como una trampa. Él es socarrón cuando se lo mencionan, y evoca a grupos tan oscuros como The Cure, que se las arreglaron para hacer bailar a toda una generación con la divertida y traicionera melodía de “The Lovecats”.

Desde el funk masivo de “Signs of Life” hasta la bowiesca “Electric Blue”, este quinto disco de Arcade Fire tiene un pie en la multicolor pista de baile y el otro en las ideas oscuras, como sintetiza la flatulenta y depresiva “Creature Comfort”. A nadie ya puede sorprender que esta criatura monstruosa de la noche haya sido principalmente concebida en Nueva Orleans y agitada con los espasmos del Mardi Gras.

Arcade fire
Everything Now

(Columbia)

En vivo en Buenos Aires el 15 de diciembre en el Festival BUE.

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