Asif Kapadia habla de “Amy”, el documental sobre Amy Winehouse

Los Inrockuptibles
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9 min readNov 6, 2015

Asif Kapadia acaba de dar su gran golpe. Y lo sabe. En los salones del hotel de lujo en el que nos encontramos con él el 16 de mayo, el cineasta británico camina en círculos sin parar, revisa su iPhone y mira febrilmente su reloj esperando las próximas entrevistas. La noche anterior, su película Amy, un documental dedicado al ícono trágico de Amy Winehouse, fue presentado en la sección Séance de minuit del Festival de Cannes, en una sala repleta. Precedida por una intensa controversia tras el llamado al boicot lanzado por el padre de la estrella, Mitch Winehouse, la película desconcertó a los fans y dividió a la crítica entre elogios exaltados y acusaciones de voyeurismo.

Lo mejor que puede pasar es que genere un debate”, asegura hoy el director con total determinación. “Después de la proyección, tanto periodistas como gente cercana a Amy me confesaron haber redescubierto a la cantante, haberse hecho nuevas preguntas sobre su recorrido y su muerte. Otros, en cambio, se indignaron, un poco en defensa de sus propios intereses, pero estábamos preparados: sabíamos que este proyecto no iba a generar una opinión unánime.

“Por primera vez desde 2011, alguien me hacía preguntas sobre Amy que no giraban en torno a la depresión.” (Nick Shymansky, ex mánager)

De hecho, Amy no se parece demasiado a las biopics mainstream que pululan todos los meses en las pantallas: es un ensayo formal, a la vez radical e intimista, y una película-investigación ultradocumentada y novelesca que vuelve a los orígenes del mito y explora sus zonas sombrías. En otras palabras, una anomalía total para un documental musical.

La historia de este singular proyecto comienza en el verano de 2012, es decir, un año después de la muerte de Amy Winehouse, hallada muerta por una sobredosis de alcohol en su departamento de Camden Town, en Londres. En esa época, Asif Kapadia estaba en plena crisis de inspiración. Cortejado por los más grandes estudios después del éxito de su película anterior, Senna (2010), un retrato genial del piloto Ayrton Senna compuesto únicamente por imágenes de archivo, todavía no podía distinguir qué nuevo tema le convenía abordar. Dudaba, tanteaba diferentes opciones sin que ninguna lo convenciera, hasta que su amigo y productor James Gay-Rees recibió una llamada inesperada.

Era el jefe de Universal Music en Inglaterra”, nos cuenta Gay-Rees. “Acababa de ver Senna y me dijo: ‘Estamos lanzando un proyecto de película sobre Amy Winehouse y querríamos que tu equipo lo hiciera’. Entonces, me quedé desconcertado: ¿qué podíamos hacer con una compañía tan grande como Universal? ¿Nos iban a dejar trabajar según nuestros métodos? Yo dudaba y, al mismo tiempo, presentía que era una propuesta increíble, que había una historia muy importante para contar.

Tráiler
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Kapadia tuvo la misma intuición y rápidamente comprendió el potencial novelesco del caso Amy Winehouse. “No conocía mucho su música pero su personalidad me fascinaba”, confiesa. “Su figura no se reduce al simple cliché de la estrella de rock muerta por excesos a los veintisiete años. Hay algo más en Amy Winehouse: una historia de amor, familia, celebridad, adicción… Es la tragedia de una chica que dejó que el sistema la consumiera. Además, yo nací en Londres: vivía en el mismo barrio que ella, frecuentaba los mismos bares, las mismas calles…

Y sigue: “El día que murió, sentí una conmoción enorme, como muchos londinenses. Tenía la sensación de haber perdido a una amiga. Esta chica se dejó morir delante de nuestros ojos durante años y nadie había hecho nada. ¿Por qué? ¿Cómo? Con este proyecto, quería intentar comprenderlo, como un periodista de investigación que reabre un caso cerrado. Claro que el de Amy era un caso totalmente público.

El director y su productor, entonces, organizaron una reunión con las eminencias de Universal y les plantearon sus condiciones: “Exigimos tener el corte final de la película y tiempo para poder investigar” cuenta Gay-Rees. “Tuvimos que negociar un poco, pero al final nos dieron total independencia. La verdad, fue algo inesperado para un documental con tanto en juego.

“Amy tenía que ser la protagonista de la película, su personaje principal, y no un simple tema comentado a la distancia por testigos de su vida.” (Asif Kapadia)

Hacia fines de 2012, Kapadia y su equipo comenzaron un largo proceso de investigación con la idea de hacer una película utilizando exclusivamente imágenes de archivo, siguiendo el mismo dispositivo que en Senna. Desde la infancia de Amy Winehouse hasta su consagración mundial, pasando por su ascenso al rango de nueva diva del soul, su lenta caída opiácea, y, por supuesto, la historia de amor con el drogadicto Blake Fielder-Civil, la película retrata todas las etapas de la vida de la estrella sin producir ni una sola imagen inédita o posterior a su muerte. Esa fue su manera de distinguirse de las convenciones de los documentales clásicos, que usan banales fragmentos musicales y entrevistas delante de cámara, pero también de acercarse lo más posible a la personalidad Winehouse. “Quería quedarme en su cara, en su cuerpo y en su voz”, explica el cineasta, que define su método como “true fiction”. “Amy tenía que ser la protagonista de la película, su personaje principal, y no un simple tema comentado a la distancia por testigos de su vida. Usar archivos es una manera de recrear la encarnación, lo vivo. Si hubiera filmado entrevistas a gente cercana, como hacen la mayoría de los documentales de música destinados a la televisión, casi que habría traicionado a mi personaje: habría roto el contrato de identificación con el espectador…

Para hacerse de los videos y de las fotos de la vida de la cantante, Kapadia se asoció con el británico Paul Bell, un archivista-detective que recolectó durante más de un año todas las fuentes de imágenes posibles: filmaciones de recitales, grabaciones en estudios, videos de la familia, escenas de la vida ordinaria filmadas por amigos con los celulares o entrevistas no explotadas. Con la complicidad de los que eran cercanos a Amy Winehouse, que le dieron acceso a sus computadoras, descubrió imágenes raras, a veces conmovedoras, que muestran a la cantante en su intimidad en distintos momentos clave de su existencia.

[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=ojdbDYahiCQ[/youtube]

En el transcurso de nuestras investigaciones, nos sorprendió ver lo mucho que Amy había sido filmada”, dice Bell. “Su trayectoria coincidió con la aparición de nuevas prácticas digitales. En 2003, cuando salió Frank, su primer disco, estaban de moda las minicámaras DV. Después, cuando llegó a la cima de la gloria, en la época de Back to Black, los smartphones y YouTube ya habían explotado. Sus apariciones públicas, sus recitales, sus excesos nocturnos, todo eso está filmado y difundido en Internet.” Esta relación casi vampírica con las imágenes es una de las pistas de la investigación del documental, que muestra la manera en que el flujo mediático parasitó la intimidad de Amy Winehouse hasta el punto de disolver su identidad.

Acosada por los fans y los paparazzi y etiquetada como una estrella trash, la cantante radiante del principio se va convirtiendo en un fantasma a medida que avanza la película, que capta intensamente el vértigo existencial de una joven sobrepasada por la celebridad. “Ya no soportaba esa sobreexposición permanente, y creo que su degradación física era una suerte de desafío dirigido a los medios, una manera de probar sus límites. En el fondo, ella fue una de las primeras estrellas pop de la era de la primacía de la imagen, y también una de sus primeras víctimas”, asegura Bell.

Amy no se parece demasiado a las biopics mainstream que pululan todos los meses en las pantallas: es un ensayo formal, a la vez radical e intimista, y una película-investigación ultradocumentada y novelesca que vuelve a los orígenes del mito y explora sus zonas sombrías.

El gran desafío de la película consiste entonces en desentrañar el lado oscuro de los clichés mediáticos, en darles sentido y perspectiva. Con las más de trescientas horas de video recolectadas, Asif Kapadia intentó darle una suerte de virginidad al personaje de Amy Winehouse, mostrándola desde un punto de vista inédito, íntimo, pero no por eso sin considerar las imágenes públicas de su decadencia.

No podíamos contar la vida de la cantante sin escenas de excesos y de crisis”, confirma el montajista de la película, Chris King, fiel colaborador del cineasta. “Por ejemplo, el recital de Belgrado [N de la R: su último show, el 18 de junio de 2011, donde apareció borracha y titubeante en escena] era inevitable: son imágenes que fueron vistas millones de veces en YouTube y de hecho colaboraron en construir el cliché de la Amy Winehouse drogadicta.

Sin embargo”, continúa King, “nadie conoce la historia real detrás de ese concierto. Nadie se pregunta por las razones que llevaron a la estrella a salir al escenario esa noche, cuando claramente no quería hacerlo. Nuestro desafío era recontextualizar todas esas escenas que alimentan hoy en día la caricatura de la cantante, buscarles el sentido oculto.” Y para hacer hablar a las imágenes, Kapadia hizo, por su parte, una larga serie de entrevistas a gente cercana a Amy, recolectando recuerdos y sentimientos relacionados con el ícono del soul.

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Nick Shymansky fue uno de los primeros testigos llamados por el director. Figura mayor de la industria musical inglesa, este discreto treintañero conoció a Amy cuando ella tenía dieciséis años y fue su mánager entre 1999 y 2006. Nunca había querido hablar de su ex colaboradora y amiga. “Era demasiado”, dice desde su oficina en Londres. “Cuando supe que se estaba haciendo una película sobre Amy, mi primera reacción fue rechazar el proyecto: me parecía oportunista. Pero Asif me invitó para que lo conociera, y cuando entré a su oficina vi una enorme línea de tiempo en la pared, con fotos de Amy e indicaciones muy precisas sobre los últimos diez años de su vida. Ver eso me descompuso, pero al mismo tiempo me di cuenta de que había tanto rigor en su trabajo que él era la persona ideal para hacer una película sobre Amy. También me convenció por la manera en que hablaba de ella: hablaba de música, de vida, de creación. Por primera vez desde 2011, alguien me hacía preguntas sobre Amy que no giraban en torno a la depresión.

Después de Shymansky, el cineasta se acercó a unas cien personas que gravitaron alrededor del cometa Winehouse: sus padres, sus viejos amigos, sus productores famosos (Mark Ronson, Salaam Remi) y su amor maldito, Blake Fielder-Civil, considerado como el que inició a la cantante en las drogas y precipitó su caída. Todos se entregaron al ritual de la entrevista en un estudio en el centro del Soho, armado como un “centro de investigación”, tal como nos lo describe la directora de producción, Raquel Alvarez. “Asif los recibía alrededor de un micrófono, con una luz muy tenue, y hacía sus entrevistas sin plan, como una simple conversación”, cuenta. “Al cabo de varias horas, lograba entablar una relación de confianza con la gente cercana a Amy: muchos hablaban por primera vez de la cantante y las entrevistas eran casi una sesión de terapia…

Ella fue una de las primeras estrellas pop de la era de la primacía de la imagen, y también una de sus primeras víctimas.” (Paul Bell)

Estos testimonios, que comentan las imágenes de archivo, trazan un retrato denso y complejo de Winehouse, y evocan los grandes relatos de no-ficción del nuevo periodismo estadounidense, al estilo de Gay Talese. Con el ritmo marcado por las canciones de la estrella, cuyos textos autobiográficos se exhiben en pantalla, el documental cuenta en el fondo la simple historia de una chica común de Londres, cuya pasión intensa, pura e ingenua por la música negra estadounidense fue fagocitada por la industria y la fama.

Pero el homenaje, por más vibrante que sea, no le gustó a todo el mundo. Algunas semanas antes del Festival de Cannes, una primera proyección, organizada en Londres para miembros de la familia, terminó en un violento ataque de nervios. Raquel Alvarez estaba presente. “El padre de Amy, que había aceptado participar en el documental y le dio una entrevista a Asif, salió de la sala en estado de shock”, recuerda. “Lo atacó y le dijo que eso no saldría a la luz, que él no quería ser mostrado desde ese punto de vista.

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En un comunicado oficial en el que llamaba al boicot de la película, Mitch Winehouse se quejaba: “El documental es una oportunidad fallida de celebrar la vida y el talento de Amy. Engaña y contiene algunas falsedades básicas”, dice. Varias veces cuestionado por algunos de los participantes del film, que le reprochan haber querido hacer dinero a costas de su hija y haber retrasado su entrada en rehabilitación, el padre de la estrella denunciaba también manipulaciones en el montaje.

Kapadia se deshace de estas acusaciones y defiende con firmeza sus métodos: “Sabíamos que su padre no iba a estar conforme con la película, pero lo cierto es que todo lo que pusimos fue confirmado por varias fuentes”, asegura. “Debe comprender que el documental no está dirigido en su contra y que en ningún momento quisimos hacerlo responsable de la muerte de su hija. Amy murió por un montón de razones mezcladas: una serie de malas decisiones, de errores irreparables. Y no se trata de decir quién es el culpable, sino de intentar comprender qué fue lo que creó las condiciones de su depresión.

Hay una escena particular del documental que viene rápidamente a la memoria. Muestra a Amy Winehouse en plena recaída, en un viaje de algunos días a la isla de Sainte-Lucie, lejos de la loca presión mediática. Su padre se le une rápidamente, con un equipo de televisión con quienes firmó un contrato de exclusividad para un reality show. En los ojos de la cantante, que mira fijo a la cámara, se puede ver el pavor de ser filmada nuevamente. Una vez más, capturada viva por las imágenes…

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Amy
De Asif Kapadia

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