Balance 2017: el mejor teatro del año
Se fue otro año jugosísimo en materia escénica. Destacamos 5 hitos del teatro nacional de este año.
La terquedad, de Rafael Spregelburd
“Si el teatro no tiene relación con su presente, solo produce frivolidad”, decía Rafael Spregelburd en una larga entrevista con Los Inrockuptibles sobre los ecos de la realidad presentes en La terquedad, una de las propuestas más impresionantes de la escena teatral del año que pasó. Las tres horas que duraba la obra, con Spregelburd como protagonista, además de director, y un elenco de grandes nombres, con Diego Velázquez, Santiago Gobernori, Pilar Gamboa, Analía Couceyro y Andrea Garrote, quedarán en la memoria de los espectadores como un hito irrepetible de la renovadísima cartelera del Teatro Cervantes, bajo el mando de Alejandro Tantanian, un teatro nacional que no solía apostar por este tipo de producciones, más asociadas al off. Contada desde distintos puntos de vista, la historia de un comisario de policía valenciana que inventa una lengua artificial en los años treinta, durante la Guerra Civil Española, era también una denuncia sobre cómo el estado interviene de forma escabrosa para tergiversar la propiedad. “Propongo una obra donde se pueden leer relaciones con el presente. Quizá se pueda descubrir alguna clave que se nos esté escapando para entender por qué la gente, para manifestar su disconformidad, casi siempre adhiere al fascismo. El mal no se suele anunciar como tal. De hecho, se postula como parte del sistema del bien. Pero hoy viene disfrazado de cambio, de alegría y de globos de colores”. Un teatro de ideas que estábamos necesitando.
Todo tendría sentido si no existiera la muerte, de Mariano Tenconi Blanco
Un argumento bizarro –una maestra de un pueblo del interior de Buenos Aires que, luego de enterarse de que tiene una enfermedad terminal, decide como última voluntad filmar una película porno–, espíritu decididamente retro –la historia está ambientada en los 80–, un elenco cargado de vitalidad y talento (Lorena Vega, Maruja Bustamante, Andrea Nussembaum, Juana Rozas, Bruno Giganti y Agustín Rittano). Con esos tres pilares, Mariano Tenconi Blanco construyó una obra de enorme sensibilidad y largo aliento que está entre las mejores del año que pasó.
Arde brillante en los bosques de la noche, de Mariano Pensotti
Tomando como inspiración inicial el aniversario de la Revolución Rusa, Pensotti desarrolla otra obra compleja y recargada de información y recursos. Discusiones sobre el feminismo, escenas con marionetas y hasta la proyección de una película en vivo confluyen en un dispositivo escénico ambicioso y resuelto con mucha pericia, montado para que este dramaturgo y director aclamado en Europa vuelva sobre uno de sus tópicos predilectos: el paso del tiempo y sus inevitables consecuencias. (Leé nuestra entrevista al director.)
La madre del desierto, de Ignacio Bartolone
Las excepcionales actuaciones de Alejandra Flechner y Santiago Gobernori funcionan como sostén clave de una obra que cruza con eficacia el mito de la Difunta Correa con los conflictos de la Argentina del Siglo XIX y sus inevitables proyecciones en los avatares políticos del presente. Igual que en Piedra sentada, pata corrida y La piel del poema, sus trabajos previos, Bartolone apela a las intertextualidades y las referencias poéticas para reconstruir imaginativamente algunos mitos fundacionales que son parte innegable de nuestra identidad nacional.
Las piedras, de Agustina Muñoz
Cuatro personajes comparten recuerdos, reflexiones y planes en un marco deliberadamente alejado del realismo. La angustia de la pérdida y la que también provoca vivir en esta época pesa como una carga difícil de sobrellevar. De estructura inusual, la última obra de Agustina Muñoz arranca con catorce minutos de voz en off de la propia autora y luego explota en diferentes direcciones gracias a un trabajo de puesta tan simple como bello y milimétrico que la dota de una notable singularidad.
