Cómo se prepara el #8M. Hacia la huelga general feminista

¿Cómo se arma un paro de dimensiones internacionales? Crónica de una organización activa y plural, que logra articular sectores bien diversos del feminismo bajo las mismas reivindicaciones.

Los Inrockuptibles
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7 min readMar 5, 2018

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Por Agustina Paz Frontera* / Fotos Josefina Nicolini

Es hora pico en Chacarita, y los alrededores de la estación Lacroze están como siempre atiborrados de trabajadores que se desplazan, visitantes del Cementerio, vendedores ambulantes. Kioscos de revistas, pochoclo, policías. Ruido. Solo la mayoría femenina hace pensar que junto a la estación se arma el Paro Internacional de Mujeres del 8 de marzo en asamblea. Es una procesión partida en grupejos. No son sólo mujeres, hay trans, lesbianas, bisexuales, travestis: no son lo mismo pero son todxs feministas. En la velocidad del paso y el aplomo de la pisada se adivina a qué viene cada unx. Podría hacerse un glosario disparatado con las inscripciones de las remeras o las panzas: Puta feminista, Pedalea como unx pibx, Gorda, Piquetera, Aborto legal, ATE, Glam, CTA, Ni Una Menos. La que llega sola se une a la ronda. “Sale mucho hablarle a la desconocida”, suelta una desconocida. La bandera extendida que hace de telón de fondo de las oradoras dice “Hambre de Paro” y algunas se preguntan de qué se alimentan estas 1.500 famélicas. El hambre es y no es metáfora: antes de cada asamblea cuentan su situación mujeres despedidas del INTI, ferroviarias, del Ballet Nacional, del Hospital Posadas… En los pocos meses de 2018 el modelo de la Alianza Cambiemos se llevó puesto el trabajo de miles de mujeres. Hambre: también aparecen mujeres organizadas en sus barrios porque no hay Estado que las cuide, como las chicas de Zavaleta o las de Fiorito. Mujeres que tienen doble jornada laboral o trabajan full time de amas de la casa. Hace tiempo sabemos que la pobreza llama primero a la puerta de las mujeres y por eso paramos.

El movimiento feminista ha reconocido la urgencia de enlazar su política con la de otros movimientos sociales, en esta alianza estratégica radica hoy su novedad.

Hace 170 años, en 1848, se publicaban dos documentos que hoy se solapan en la huelga general feminista. Uno tensó la historia de los siglos XIX y XX; el otro también, pero en silencio. Se trata de El Manifiesto Comunista de Karl Marx y Friedrich Engels, y de la Declaración de sentimientos, o el Manifiesto de Seneca Falls, que denunciaba la restricción de derechos a las mujeres en los Estados Unidos. “Proletarios del mundo, uníos”, había dicho la feminista socialista Flora Tristán, frase que fue inmortalizada en el Manifiesto de Marx y Engels, pero su autora, olvidada. Las mujeres han sido consideradas un sujeto político menor en las luchas anticapitalistas, hasta hoy. La alianza internacional que teje el neoliberalismo, siempre munido de machismo, es correspondida con otro internacionalismo: el de las mujeres y disidencias unidas de forma transfronteriza y organizada.

Consignas como mantras

Las asambleas de Buenos Aires son las más numerosas del mundo. Y las más heterogéneas. Convocadas desde 2017 por el colectivo Ni Una Menos de Buenos Aires, en ellas confluyen una gran variedad de prácticas y discursos. ¿Cómo logran coincidir 1500 personas en tres consignas unitarias, un documento común, una frase precisa para la bandera de la cabecera de la marcha? ¿Cómo encuentran modalidades de paro que puedan cumplir todas? ¿Cómo si hay troskas, kirchneristas, prostitutas, sobrevivientes de la trata, indígenas, diputadas, aspirantes a diputadas, referentes gremiales, mujeres sordas, lesbianas, artistas, madres y hermanas desesperadas por una pérdida, socorristas, referentes de la Campaña por el Aborto Legal, activistas gordas, adolescentes que quieren abolir los géneros, abogadas laboralistas, tuiteras, mujeres rurales, hipsters, investigadoras que hacen sus tesis sobre lo que están presenciando, periodistas, y tantas otras identidades, muchas más que 1500 (porque cada una tiene más de una)?

La dinámica de la asamblea implica una coordinación de diez personas, que está compuesta por activistas de diversos colectivos. Ellas manejan la lista de oradoras, que suma cerca de cien personas por cada asamblea. Las primeras se toman su tiempo, encienden ráfagas de aplausos cuando dicen que “el feminismo es anticapitalista y descolonial o no es” o “estamos juntas, compañeras, este paro se lo hacemos a Macri, a Vidal, a Bullrich, por un feminismo antirrepresivo, diverso, paramos para cambiarlo todo, compañeras”. Nadie con sangre caliente puede evitar alzar el brazo, aplaudir, parecerse, en definitiva, tanto a lx de al lado.

Si bien hay una articulación internacional con más de cincuenta países, es quizás la Argentina donde más ha calado la propuesta del Paro: esto responde al crecimiento de la participación y visibilidad de los feminismos desde el primer NiUnaMenos de 2015 a esta parte, a la histórica organización de los Encuentros Nacionales de Mujeres y a la insistencia en enlazar la medida con las mujeres sindicalistas.

“No nos quedamos quietas, esta asamblea estuvo con las trabajadoras de PepsiCo, viajó a El Bolsón contra la persecución a las comunidades mapuches y fue a Jujuy a pedir que no haya ni una presa política más”, dijo en la segunda asamblea la legisladora porteña por el Frente de Izquierda Myriam Bregman. El movimiento feminista ha reconocido la urgencia de enlazar su política con la de otros movimientos sociales, en esta alianza estratégica radica hoy su novedad. Como actor político de creciente protagonismo, el movimiento feminista también convocó en 2017 a un Paro Internacional. Ya había demostrado su potencia el 19 de octubre de 2016, la tarde del primer Paro Nacional de Mujeres. El resultado de la convocatoria del 8M del año pasado fue una marcha de 500 mil personas solo en Buenos Aires, y veinte de ellas fueron levantadas por las fuerzas policiales en una razzia que inauguró una modalidad represiva del gobierno de Macri.

Con las horas, las consignas se repiten como mantras. Pero al bajar la luz, ya con las piernas que pesan, los 30 grados sin agua fría, aparecen los contrastes. Este año nadie discute la pertinencia de mencionar a Milagro Sala y sus compañeras como presas políticas del macrismo. Nadie. Sí persiste una diferencia: la consideración o no de la prostitución como trabajo. ¿Puede una feminista defender el comercio sexual? “No sean hipócritas, las abolicionistas (de la prostitución) bien que tienen mujeres limpiándoles la casa por dos mangos”, dijo unx cuando el debate se fue de las manos. ¿Es toda prostitución trata? En 2017 el documento final de la asamblea logró cobijar ambas posturas, aquella que reconoce el trabajo sexual y reclama derechos laborales, y aquella que considera toda prostitución como esclavitud y misoginia.

Feministas del mundo, unidas

Si bien hay una articulación internacional con más de cincuenta países, es quizás la Argentina donde más ha calado la propuesta del Paro: esto responde al crecimiento de la participación y visibilidad de los feminismos desde el primer NiUnaMenos de 2015 a esta parte, a la histórica organización de los Encuentros Nacionales de Mujeres y a la insistencia en enlazar la medida con las mujeres sindicalistas. Acá el paro es real, no simbólico: es un paro contra las patronales, contra los gobiernos y los poderes que oprimen. En Berlín, en cambio, “no se convoca al paro, excepto algunos grupos que lo hacen individual y simbólicamente”, cuenta Ligia Liberatore, de NiUnaMenos Berlín, fascinada por el feminismo popular que se respira en la Argentina. En Madrid, la convocatoria de 2017 reunió a 500 mil personas con una clara impronta de la economía feminista, considerada como sustento de la vida y no como producción de valor. En Montevideo, donde este año decidieron que no habrá estrados ni micrófonos que eleven a unas sobre otras, se contaron 300 mil marchantes. Llaman al paro también las mujeres “desde las montañas del Kurdistán”. Las italianas Non Una Di Meno dicen que “frente a la más grande manifestación global de mujeres contra la violencia patriarcal y neoliberal, nosotras creemos que los sindicatos deben aprovechar esta oportunidad”.

La alianza internacional que teje el neoliberalismo, siempre munido de machismo, es correspondida con otro internacionalismo: el de las mujeres y disidencias unidas de forma transfronteriza y organizada.

El llamado a un feminismo del 99% proclamado por activistas estadounidenses que organizaron la Women’s March y convocaron a parar bajo la consigna #WeStrike tiene mayores alcances fuera de ese país. Según Mirka Hermoza Laznik, de NiUnaMenos New York, este año la medida no tuvo la adhesión esperada porque, especialmente en la comunidad latina, hay mucho miedo a manifestarse; de todos modos acordaron vestirse de rojo y esperan una marcha importante, aunque no tan grande como la del año pasado. Desde NiUnaMenos Perú, Alejandra Ballón Gutiérrez coincide en el desaliento: “Las feministas tradicionales piensan que un paro real nunca se va a dar en Perú porque la gente no tiene trabajo y lo cuida como oro”, dice y da cuenta de la complejidad del movimiento de cada país, ciudad, región, que no se logra allanar con los acuerdos internacionales como el Paro Internacional de Mujeres (PIN) y la recién llegada a las redes sociales “Internacional Feminista”. La complejidad interna de los feminismos vuelve más loable la unidad alcanzada en cada construcción de medidas comunes.

“¡Contra los femicidios y travesticidios, contra la violencia sexual y económica, contra el Estado represivo!”, grita en la noche la encargada de leer las consignas después de nueve horas de debate, mientras le sostienen un celular en modo linterna para facilitar la lectura. “Contra el ajuste. Contra la reforma previsional y la reforma laboral”, ¿quién podría negarse? Acá están todas salvo las mujeres del CEOfeminismo. “Por el aborto legal, seguro y gratuito”, qué más pedir. La huelga feminista sacude las casas, los bancos, las calles, las escuelas, el paro es imparable, y cobija la sospecha de que detrás de todo gran paro de mujeres, hay un gran paro general.

*Integrante del colectivo #NiUnaMenos y periodista de LatFem.org

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