Diario de Cannes 2016 #3 > Xavier Dolan y Nicolas Winding Refn: Los chicos de tapa

Los Inrockuptibles
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4 min readMay 22, 2016

Es difícil, a veces, determinar de dónde surgen ciertas modas, por qué determinados cineastas son buscados, esperados y célebres mientras otros, acaso más merecedores de halagos, pasan desapercibidos. Son cineastas que rápidamente se transforman en tapas de revistas, modelos de publicidades; sus nombres pasan a reconocerse solo con las iniciales y, especialmente, cada película suya es esperada con un nivel de intensidad y expectativa que a pocos les toca.

En Cannes sucedió con dos películas, dos cineastas, en dos días consecutivos. El primero, el canadiense Xavier Dolan. El segundo, el danés Nicolas Winding Refn. Dolan presentó algo llamado It’s Only the End of the World, mientras que Refn trajo The Neon Demon (foto). Las filas alrededor de la Sala Debussy –donde se proyectan las funciones de prensa vespertinas en el festival — explotaban como no lo hicieron ningún otro día, por más nombres célebres del cine mundial que hayan estado aquí. Había que estar una hora antes, o más aún, si se pretendía conseguir un lugar para entrar a ver sus películas. ¿Qué tienen Dolan y Refn que no tienen los demás?

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Hay algo que es claro en ambos: tienen una imagen personal potente. Dolan es llamado un “joven maravilla”, ya que con solo 27 años ya ha hecho seis largos, cinco de los cuales entraron en Cannes. El último de ellos, Mommy, ganó el premio a mejor director (compartido con Jean-Luc Godard, nada menos) y lo consagró definitivamente. Joven, carilindo, gay, Dolan es además la cara de la publicidad de Louis Vuitton y es afecto a declaraciones públicas fuertes y potencialmente escandalosas.

Su nueva película es una adaptación de una obra de teatro francesa de 1990 sobre un autor teatral con una enfermedad terminal que visita a su familia a la que no ve hace doce años para contarles de su inminente muerte. Y el film narra ese pésimo encuentro con un grupo humano bastante despreciable que se trata (y lo trata) muy mal. Es una obra de teatro filmada, gritada a voz en cuello por un elenco de grandes figuras locales como Marion Cotillard, Léa Seydoux, Vincent Cassel, Gaspard Ulliel y Nathalie Baye, que resulta tan irritante para los espectadores como lo es para el protagonista, que sufre a su insoportable familia tanto o más que nosotros. No hubo abucheos, pero las críticas internacionales fueron bastante flojas. Y la sensación de gran decepción se respira en el aire cannois.

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El caso de Refn es parecido y diferente a la vez. Tiene 45 años, viene del cine de acción y ahí donde Dolan apuesta por un cine sensible sobre amores y familias, este hombre hace cada vez más bizarras y poéticas películas donde la violencia y la crueldad reinan. Refn vende también su imagen cool en fotos de tapas de revistas y, gracias a su amistad con Ryan Gosling, ya tiene documentales hechos sobre su vida; además se caracteriza por declaraciones altisonantes y grandilocuentes. Como Dolan, ha sabido construir un personaje de sí mismo. Y eso es algo que aquí parece importar tanto o más que las propias películas.

Como Xavier, Nicolas tiene un film consagratorio que pasó por Cannes: Drive, de 2011, la que lo hizo conocido después de una serie de intensos thrillers de acción europeos. Ese film híper cool y estilizado parece haberle dado carta blanca para hacer cualquier cosa, aunque luego la pifió mal con la imposible Only God Forgives. Ahora vuelve a Cannes con The Neon Demon y, si bien no cayó aquí tan bajo como en el film anterior, no consigue levantar cabeza del todo. Al contrario, parece enredado en un mundo estilizado y propio que solo parece interesarle a él y a algunos pocos y fetichistas fanáticos.

Con reminiscencias al cine de David Lynch y Stanley Kubrick, pero sin la décima parte de la complejidad y potencia creativa de ellos, The Neon Demon narra la historia de una modelo (Elle Fanning) de 16 años, bella e inocente, que llega a Los Angeles y rápidamente empieza a triunfar, generando el odio de colegas un tanto mayores y el deseo de hombres y mujeres por igual, mientras vive en un roñoso motel de Pasadena. La película es una serie de tableaux vivants en la cual Fanning y las otras modelos (Bella Heathcote y Abbey Lee) posan, compiten y pelean, y vuelven a posar, competir y pelear, mientras una maquilladora (Jena Malone) secretamente la desea y el dueño del motel (Keanu Reeves) hace lo mismo, aunque no tan secretamente.

Música electrónica, iluminación de instalación artística y actuaciones robóticas crean un clima pesadillesco que, superficialmente al menos, puede hacer recordar a algunas cosas de Mulholland Drive o La naranja mecánica, pero la película no va más allá de la superficie y tiene algunas escenas directamente risibles, que generaron un enorme abucheo al fin de la proyección de prensa. A diferencia de la película de Dolan, que se reduce a lo básico de una adaptación de teatro gritada, al menos Refn está buscando algún tipo de poética cinematográfica, de lenguaje relativamente propio. El camino se le está haciendo bastante cuesta arriba, digamos, pero al menos todavía conserva la ambición. Dolan, en cambio, parece feliz y contento de ser ahora una celebridad.

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> festival-cannes.com

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