Diario de Cannes #4 > Paul Verhoeven vs. Sean Penn
Algunos se habían olvidado de Paul Verhoeven. Diez años sin hacer una película y, salvo por un curioso programa de televisión hecho en Holanda que fue escrito en plan “cadáver exquisito” por los propios espectadores, el director de Robocop y Bajos instintos estaba prácticamente desaparecido del mapa. Y con 76 años parecía más cerca del retiro y de cobrar beneficios de sus viejos éxitos que de regresar a lo grande. Pero no. Mentalmente joven e irreverente como siempre, Verhoeven regresó con todo en Elle, un thriller que no es erótico pero tiene al sexo como su tema principal. Y a la pequeña pero enorme Isabelle Huppert como estandarte.
Elle es un thriller sobre una violación, pero está contado en tono de comedia ácida, con elementos de suspenso que lo ubican en una línea De Palma/Chabrol/Polanski. Huppert es una mujer que es violada al arrancar la película y, a lo largo de la historia, se dedica a intentar descubrir al victimario pero no de la forma habitual sino, casi, ofreciéndose nuevamente de carnada y hasta dando a entender que quizás disfruta de la situación. Esa posición tan alejada de la corrección política seguramente llevará a que Elle sea debatida, discutida y odiada tanto como amada. Pero lo que es innegable es que no solo es un entretenimiento perfecto sino que logra ubicarse en un lugar inquietante e inteligente de ese debate.
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Mientras Verhoeven, Almodóvar, Jarmusch, Guiraudie y hasta Winding Refn se manejan en zonas muy alejadas al naturalismo o el realismo social, otra de las caras de Cannes fueron las películas “comprometidas” o que analizan duramente las sociedades de las que surgen. Hubo algunas dignas representantes de ese género como las nuevas de Ken Loach, los hermanos Dardenne, el rumano Cristian Mungiu y el iraní Asghar Farhadi, pero la que llamó la atención de todos -en el peor de los sentidos- fue la de Sean Penn, The Last Face.
No se recuerda en Cannes una reacción tan negativa a un film. Las críticas fueron pésimas, los puntajes fluctúan entre el 0 y el 1, las risas durante la proyección eran continuas y el abucheo fue generalizado. ¡Y se trata de una película sobre la terrible situación provocada por las guerras civiles en África! Lo que sucede es que esa trama está escondida dentro de otra en la que Charlize Theron y Javier Bardem encarnan a dos “médicos sin fronteras” enamorados y desenamorados y vueltos a enamorar, en algo que parece ser mucho más importante que los miles de familias destrozadas por las milicias en países como Liberia y Sudán del Sur.
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Ellos lloran, sufren, se aman, engañan y se pelean, mientras cada tanto ayudan como pueden a los físicamente destrozados habitantes del lugar. Da un poco de vergüenza ver a estrellas internacionales glamorosas paseando por Sudán y jugando el rol de “celebridades bienpensantes”. Al lado de este papelón, cualquier discurso o película sobre similares situaciones que hicieron estrellas como Clooney, DiCaprio o Angelina Jolie parecen de una sobriedad digna de cine arte. Penn supo hacer muy buenas películas como director, pero en algún momento de estos convulsivos años suyos -no olvidar su extraña entrevista al narco mexicano El Chapo- perdió la ruta. Dicen que sigue recorriendo caminos polvorientos en Africa, buscándola…
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Diario de Cannes #1 > La hora de la comedia
Diario de Cannes #2 > Jarmusch y Almodóvar. 35 años después.
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