Dream Daddy busca al papá soltero perfecto

La última sensación en videojuegos es este simulador de citas gay, inspirado en la cultura “yaoi”, repleto de diálogos tan divertidos como cachondos.

Los Inrockuptibles
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4 min readSep 20, 2017

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Por Mélissa Chevreuil

La gran novedad en el mundo de los videojuegos se llama Dream Daddy. Desde su reciente lanzamiento en la plataforma Steam, el simulador de citas inspiró cosplays, fan art y hasta fan fictions. ¿El secreto del éxito? El jugador encarna un padre gay soltero que acaba de mudarse al barrio junto a su hija de dieciocho. Y no hace falta decir que todos en la cuadra parecen ser muy amigables, en todo sentido, con el recién llegado. Del bruto de Brian al bad boy Robert, pasando por el hipster Mat o el avatar virtual que uno puede crear a gusto. Cada día más gente juega Dream Daddy, pero… ¿cómo hizo esta modesta aventura gráfica de nicho para ganarse también al gran público?

La mayoría de los simuladores de citas, que incluyen la inolvidable joya Leisure Suit Larry, contienen solo un puñado de personajes tradicionales muy estereotipados. Y pocas veces se representó la orientación LGBT en el universo del videojuego, siempre dominados por grandes héroes héteros y sempiternos caucásicos.

Una efectiva campaña de marketing que apeló al suspenso ayudó al éxito del juego, pero el gran golpe maestro de Dream Daddy es empírico. Game Grumps, los creadores, consiguieron un simulador de experiencias sacadas de la vida cotidiana en tiempos en que los jugadores están hartándose de los tanques en los videojuegos. En una escena dominada por la acumulación de puntos, estrategias y peleas, un juego que toca la esfera afectiva y la vida diaria puede sentirse una novedad.

En sus formas, Dream Daddy no ofrece nada nuevo bajo el sol: como casi toda aventura gráfica, el juego opera como cualquier novela interactiva, con cuadros fijos e intercambios de textos escritos con distintas opciones. La elección de algunas respuestas en detrimento de otras modifica las acciones del protagonista y, por lo tanto, sus chances de conquistar al interlocutor. Y si bien no es posible tipear (o dictar) nuestras propias respuestas, hay que admitir que el juego es rico en diálogos picantes. Finísimos, tanto en humor o en cachondez, los coqueteos están plagados de referencias, de Stanley Kubrick a Dostoyevski. Todo bien programado para resaltar la galería de solteros gays, principal atractivo del juego.

¿Por qué cientos de miles de jugadores están extasiados con la idea de encarnar o levantarse a estas almas solitarias? El rol que se le otorga a la figura del padre soltero en la sociedad moderna es una buena respuesta. Mucho más de moda que las MILF, los DILF gozan de notoriedad extrema en las redes sociales como vívidos, sensibles, maduros, protectores… Todas esas cualidades alimentan la máquina de fantasías de cualquiera. El padre soltero hace tiempo es un nuevo fenómeno literario (la famosa editorial romántica canadiense Harlequin le dedicó a la figura el protagonismo de sus tres últimas novelas), y esas tendencias suelen tener un correlato en los videojuegos. Pero no alcanzaba con el padre soltero: la orientación sexual de los distintos protagonistas es el verdadero jugo de Dream Daddy. El juego se basa en la cultura del “yaoi”, obras de ficción japonesas que narran tribulaciones amorosas o sexuales entre personajes masculinos.

El “yaoi” hace tiempo ya dejó de ser de nicho y, lejos de los estereotipos sexistas de los romances en el cine y la literatura, se deshizo del lastre de la presión social. Sin barbies de perfección plástica, el “yaoi” es una dulce escapatoria, a veces demasiado empalagosa, que permite vivir la vida sin tiempos muertos y disfrutar sin obstáculos.

Tanto en humor o en cachondez, los coqueteos están plagados de referencias, de Stanley Kubrick a Dostoyevski. Todo bien programado para resaltar la galería de solteros gays, principal atractivo del juego.

De los héroes queer de Dream Daddy, bien lejos de los clichés de la cultura pop, a imponer una nueva tendencia en los videojuegos para que tengan más lugar personajes provenientes de la comunidad LGBT, hay tan solo un paso… Que no va a cruzarse. La mayoría de los desarrolladores siguen siendo hombres heterosexuales y tan solo una minoría independiente, como Robert Yang, se dedica a juegos relacionados con el género. Más allá de que la industria haya empezado a escribir mejores personajes femeninos, como Gatúbela en Batman: The Telltale Series, todavía no le hicieron lugar a un superhéroe homosexual que provoque un cambio de mentalidad. Las grandes firmas ya saben qué pueden hacer si realmente, como dicen, quieren romper los moldes.

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