DVD: 4:44 El último día en la tierra, de Abel Ferrara

Abel Ferrara vuelve al ruedo con una película emotiva sobre el Apocalipsis y las bondades de la virtualidad como aliento final. / Por J.B. Morain

Los Inrockuptibles
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3 min readMar 22, 2013

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Nueva York: es el último día de la Tierra. Al día siguiente, a las 4:44 de la mañana, la atmósfera ya no existirá, corroída poco a poco por las emanaciones tóxicas producidas por la humanidad. Una hora y media en la vida de una pareja. Cisco (Dafoe) y Skye (Leigh) se aman, pero están resignados. Hacen el amor; Skye pinta, Cisco sube a la terraza, pasa por los techos para visitar por última vez a sus amigos. Pantallas de todo tipo (televisión, computadora, teléfono) les permiten hablar con sus seres queridos, volver a ver un mensaje del Dalai Lama o seguir en vivo y en directo la evolución de la catástrofe anunciada.

Nada más arriesgado que este tipo de películas: los últimos días de un hombre o de una mujer condenados por la enfermedad o el fin del mundo. El cine está lleno de tonterías sobre estos “grandes” temas. ¿Cómo evitar caer en los clisés esperados (la anarquía generalizada, la última fiesta del fin del mundo, el desajuste de todos los sentidos, etc.)? Lo genial, en Ferrara, es que logra evitar el caos. Su fin del mundo será sereno, o casi. A lo sumo, de vez en cuando, alguien se tira desde lo alto de un edificio…

En la visión global de la humanidad reunida en un banal departamento neoyorkino para sus últimos instantes de vida se juega toda la belleza de 4:44.

Abel Ferrara, en su vida, en los festivales, en el dossier de prensa, tiene un discurso. Ex católico y cristiano, se volvió budista gracias a su joven esposa y actriz, Shanyn Leigh. Y da declaraciones más bien convencionales sobre el temor y la decadencia que representarían lo digital y lo virtual, que alejan a los hombres los unos de los otros y que solo los comunican, lamentablemente, por medio de la imagen, de lo inmaterial. Más allá de este discurso común y algo reaccionario, lo admirable es que 4:44 dice todo lo contrario, como si el cine de Ferrara, entonces, se mostrara más fuerte que aquel que lo produce. Una película que va en contra de la opinión de su autor, que lo refuta y lo vence.

En realidad, el arte y la representación, desde siempre, se orientaron hacia una virtualización de las cosas. Hacia la imagen reflejo de la realidad. Lo digital actual no es más que el remate de esta búsqueda milenaria. Cuando los hombres y las mujeres pintaban en las cuevas de Lascaux, producían cosas virtuales. La otra razón, más interesante y actual, se encuentra en el centro mismo de la película de Ferrara: ¿qué nos muestra? Que, como decía hace algunos años Olivier Assayas en una entrevista, “las redes sociales como Facebook no son más que gente que sale al balcón y que empieza a charlar con sus vecinos”. Lo mismo pasa con Skype, que ocupa un lugar preponderante en 4:44 — suerte de La ventana indiscreta en la era digital–, de caverna de Platón gigante, que les trae a los dos personajes las imágenes del resto del mundo, de sus seres queridos.

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No es entonces casualidad que los más bellos momentos de la película sean aquellos en los que Skye habla con su madre por Skype. Se trata de una escena conmovedora en la que la mujer mayor expresa todo su amor a su hija y todo su enojo contra los que permitieron esta catástrofe. O también el momento en que un joven repartidor latino pasa por lo de Skye y Cisco y usa su computadora para intercambiar algunas palabras con sus seres queridos que se han quedado en su país.

Los hombres que saben que van a morir se saludan por última vez. Nos saludan, en comunión con su destrucción anunciada. En esta visión global de la humanidad reunida en un banal departamento neoyorkino para sus últimos instantes de vida se juega toda la belleza de 4:44.

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4:44 El último día en la tierra (4:44 Last Day on Earth)
De Abel Ferrara
Con William Dafoe y Shanyn Leigh

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