El amor nos destrozará, la primera novela de Diego Erlan

El amor nos destrozará, primera novela de Diego Erlan, empieza como un relato infantil al interior de una familia en la que ya se insinúan las disfunciones; y a todo esto, la hermana del narrador, unos años mayor que él, muere, una muerte de la que poco se sabrá pero que acelera cuando no alimenta el proceso de descomposición.

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La novela de Erlan empieza como un relato infantil algo indeterminado, pero después cambia de piel y es entonces cuando todo se acelera. “Una guitarra. Una batería que empieza a sonar y ni bien empieza cae al precipicio. Y surge una voz de ultra tumba.” Así empieza el capítulo –el sexto– en el que todo hace clic. O crack. En el que Agustín, el protagonista, descubre un portal a un nuevo mundo a partir de casetes de su hermana muerta y queda prendado sobre todo del himno de Joy Division que presta el título a la novela. A partir de entonces, Agustín deja de ser el chico de ocho, diez años para, de la mano del rock, de la mano del cine visto a escondidas, de algunos libros leídos en el momento oportuno, de algunas malas compañías, internarse en el tumulto de adolescencia.

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Más allá de las marcas de época –fines de los ochenta, principios de los noventa–, el libro logra plasmar el asombro maravillado que suele provocar ese acercamiento primigenio a la cultura rock cuando todo es un enigma.

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Son muchos los rituales de iniciación que atraviesa: ratearse de la escuela, fumar, tomar cerveza, tener y perder amigos, pasar las tardes en disquerías de galería, descubrir el sexo, ser parte de un programa de trasnoche en una FM barrial, descubrir ciertas películas en VHS, vinilos, televisores con antenas, una Commodore enchufada a un televisor. Más allá de las marcas de época –fines de los ochenta, principios de los noventa–, el libro logra plasmar el asombro maravillado que suele provocar ese acercamiento primigenio a la cultura rock cuando todo es un enigma: los nombres de las bandas, el aspecto de sus integrantes, sus biografías. Propulsado por frases cortas, rítmicas, y mesurados juegos retóricos, si la novela de Erlan tuviera que cifrarse en una imagen probablemente sea la de ese chico, Agustín, que, enojado con el resto de la familia, se queda dormido en la cama con los auriculares del walkman puestos.

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El amor nos destrozará (Tusquets)