“El amor vendrá al rescate”: Kioskerman y la viñeta a corazón abierto
El caso de Kioskerman es único: con su nuevo El amor vendrá al rescate posee tres libros publicados por una editorial mainstream (los otros son Edén y Puertas del Edén), todos ellos felizmente libres de cualquier canon que exista en la historieta argentina. Kioskerman ha logrado gracias a una pureza nada gestual que cada página parezca apelar más a la idea de una historieta contada al oído, de un pequeño instante de confesión, antes que a la búsqueda de la universalidad a partir de sentimientos comunes (por no decir “prefabricados”). Pero su recorrido, sus distancias, vienen siendo la señal de su sinceridad: lejos está ya de ese comienzo donde espejaba a Liniers y sus juegos con idiosincrasias y consumos universales, e incluso a la distancia ha quedado Edén, su tira donde la historieta clásica era multiprocesada por el cómic más interesado en sensaciones, en combates diarios, que en su propia inmortalidad.
Como si la página no tuviera reglas, Kioskerman crea logrando que una sea siempre distinta a la otra, incluso si los temas siguen siendo los mismos.
El amor vendrá al rescate es entonces la operación más intensa de esa búsqueda de sentimientos desde las viñetas. Vale decir que cualquier historieta puede buscar sentimientos (y diversos, claro), solo que Kioskerman parece haber decodificado esa matriz, que viene tomando forma y es el lugar por donde pasan determinadas sensaciones antes de mostrarlas enmarcadas en un cuadrito. Y en lugar de usar ese código superior para beneficio o trampas narrativas, simplemente lo expresa, lo pone en funcionamiento en cientos de pensamientos, que podrían ser plegarias o simple honestidad sin vergüenza. Por eso su dibujo ha cambiado quizá nuevamente para mejor: ahora su crudeza, que vale no confundir con material crudo, ha generado un nuevo estadio primario de su historieta. Como si la página no tuviera reglas, Kioskerman crea logrando que una sea siempre distinta a la otra, incluso si los temas siguen siendo los mismos. Allí están la paternidad, el paso del tiempo, la calma y la furia, el amor, la muerte y el entender cómo se ocupa un espacio (aquí, una viñeta o varias). Esos temas se expresan con líneas que son en la mayoría de los casos gruesas, los colores plenos e intensos (aunque dejan huella de la mano humana) y las formas básicas de alguien que no ignora ni remotamente lo que están haciendo. Kioskerman lo hace de nuevo: nos muestra un instante infinito de nuestra propia mortalidad, y parece decirnos que la mejor opción es la calma, que no hay página donde no entre aquello que podrá salvarnos.
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Kioskerman
El amor vendrá al rescate
(Sudamericana) 96 páginas
