El Puyo Puyo Tetris revive al juego más grande del mundo

Los Inrockuptibles
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4 min readJun 26, 2017

Al fusionarse de forma inesperada y brillante con uno de sus herederos más famosos, Puyo Puyo Tetris revitaliza al zar de los juegos de rompecabezas. Los ladrillos todavía no paran de caer a treinta y tres años de la creación del ingeniero ruso Alekséi Pázhitnov.

Por Erwan Higuinen

Puyo Puyo Tetris

Volvió esa fiebre. Aun en la noche, con los ojos cerrados, se ven ladrillos caer sin parar. Ladrillos, sí, pero ahora también caen burbujas de colores que nadie sabe muy bien cómo terminaron acá. El Tetris volvió y, como en sus tiempos de gloria entre fines de los 80 y mediados de los 90, es irresistible. Rectificación: en realidad el Tetris jamás se fue.

Su historia, quizá la más singular de los videojuegos, es sabida –salvo por sus zonas oscuras, que no son pocas–. En 1984, un joven ingeniero soviético llamado Alekséi Pázhitnov creó un rompecabezas que no se parecía a nada de lo que se había jugado hasta entonces. Al cruzar la Cortina de Hierro, el Tetris se volvió un fenómeno global y se incrustó en toda plataforma concebible (computadoras, consolas, arcades, calculadoras científicas, celulares…) y contribuyó al éxito de otro ícono de la época: el GameBoy.

Tetris + GameBoy

Desde entonces, el Tetris tuvo secuelas y distintos tipos de juego, se agrandó y achicó, se reinventó en 3D, conquistó el mundo del diseño y el arte contemporáneo e incluso está a punto de convertirse en una película de ciencia ficción de gran presupuesto. Pero su última movida es la más excitante de los últimos veinte años: después de tantas imitaciones, el Tetris se fusiona con uno de sus más brillantes herederos. Su nombre es Puyo Puyo, y si repite el principio de las formas descendentes que es necesario ordenar para hacerlas desaparecer, acá lo que importa son los colores. En lugar de rellenar líneas como en el Tetris, hay que tratar de juntar al menos cuatro circulitos del mismo color. Si se juntan más o se provoca una reacción en cadena, sea más o menos voluntaria, el resultado es más satisfactorio. ¿En qué mente enferma apareció la idea de combinar estos dos juegos en uno? Lo peor es que, en la práctica, este imprevisto matrimonio forzado es una genialidad.

Desde el Tetris, todo buen puzzle game hace oscilar al jugador entre dos estados. Por un lado, la maestría que, cuando es total, lleva a jugar sin pensar, como en una fusión con la máquina y su programa donde el jugador se vuelve una pieza más de un sistema cibernético perfecto. Pero para que el juego valga la pena en serio, es necesario que ese control con frecuencia peligre, que el jugador sienta cierto nerviosismo –incluso cuando todo se acelera o se produce un evento inesperado– y se deja ganar por el pánico. En el Tetris, es ese momento típico cuando se pierde el control y, tras ubicar mal una pieza, se fracasa imbricando las siguientes. Entonces la pila crece, aumenta la velocidad y aparece la sensación irremediable de fracaso –alguna que otra vez, el placer que provoca aplazar la condena al conseguir, por milagro o gracia, un repentino regreso del virtuosismo es inmenso–.

Puyo Puyo Tetris busca forzar ese vaivén y agigantar el desafío al jugador en cada una de las distintas formas ofrecidas de combinar los juegos. La premisa siempre es sacar al jugador de su zona de confort alternando las piezas de los dos juegos y buscando que reconfigure su cerebro a tiempo para que el cambio entre burbujas y tetraminos no causen demasiados estragos. A pesar de los evidentes puntos comunes entre los juegos, la manera de pensarlos y tomar decisiones son muy distintas en cada uno. La mezcla es a la vez desestabilizadora y estimulante, una experiencia inédita que igual se siente bastante familiar, como una memoria que se termina imponiendo de una nueva forma. Sin apartarse de la esencia del juego de Pázhitnov, el cruce revive las sensaciones del pasado, cuando el Tetris era nuevo y misterioso, cuando shockeaba y obsesionaba. Puyo Puyo Tetris es casi más Tetris que el Tetris mismo y puede convertirse en el puzzle game definitivo, ese que puede hacer olvidar todas las otras versiones de cierto juego nacido en Moscú hace más de tres décadas. El Tetris ha muerto. Larga vida al Tetris.

> puyo.sega.com/tetris

> tetris.com/play-tetris

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