“El vecino”, de Radu Muntean

Una mañana ordinaria, cuando volvía de un paseo con su perro, el bonachón y cincuentón Patrascu es testigo de una violenta disputa amorosa entre una vecina y su amante. Algunas horas después, el cuerpo de la joven aparece sin vida, con la cabeza destrozada por un garrote. Patrascu es el único que sabe realmente qué pasó. No dirá nada, ni a su pareja, ni a la policía que fue a interrogar a los que viven en el edificio; prefiere aislarse en el silencio, retomar el hilo de su vida hasta que la culpa venga a carcomer el orden rutinario de su cotidianeidad. Con ese punto de partida se puede adivinar fácilmente cómo habría sido esta película según Michael Haneke, o alguno de sus epígonos misántropos de la escuela austríaca: un pequeño juicio sobre la fealdad humana, que habría enfrentado al espectador con el personaje, cada uno abandonado a la vergüenza por el secreto compartido. Pero Radu Muntean es más jugador, más misterioso: en El vecino, el cineasta abandona el camino de la acusación política o de la lección de vida con resonancia colectiva (los “retratos indirectos de la Rumania poscomunista”, clichés de la nueva generación de autores rumanos).

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Lo que interesa, y que constituye la singularidad de su película, es hacer del dilema moral el argumento de un thriller mental, una suerte de film de terror realista donde el mal sería lo interior, lo íntimo. Solo con su secreto, su personaje opaco choca por primera vez con su conciencia, con la duda, con la culpa que, al igual que un virus, se propagan y alteran sus percepciones. Perseguido por la figura del supuesto asesino, con quien está obligado a convivir, el protagonista ve cómo su vida se trastorna, mientras que una coloración negra y paranoica gana la puesta en escena de Radu Muntean, que va del naturalismo a un fantástico latente.

Con una increíble economía de recursos, encarnado por una secuencia nocturna austera, el cineasta despliega un clima de terror sordo y de diabólica ansiedad, que revela el gran proyecto de esta nueva generación de autores rumanos: hacer surgir de los ambientes más realistas y anónimos las imágenes del horror contemporáneo.

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El vecino
De Radu Muntean
Con Julian Postelnicu y Oxana Moravec