Elige tu propio McCartney

El ex Beatle tuvo mil caras a lo largo de su extensa carrera. Acá la dividimos en siete.

Los Inrockuptibles
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4 min readMay 10, 2016

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El paisano

El mismo año de la disolución de los Beatles, Paul se cortó un poco (solo un poco) el pelo y la barba, se vistió de entrecasa y se instaló en una granja en las montañas de Escocia, alejado del ruido, aislado, junto con su familia. Allí, mientras Linda sacaba un millón de fotos, un Paul algo melancólico plasmó –incitado por su mujer– McCartney (1970), un disco intimista, mayormente acústico, grabado en un home studio, en el que tocó todos los instrumentos. Salvo “Maybe I’m Amazed”, incluida aquí pero editada antes como single, todo suena frágil e inmediato. Y repetiría la fórmula en Ram (71). El McCartney campesino es el preferido de muchos.

Rock cubano

El Paul de los primeros discos de Wings quizá sea el McCartney con más onda de la historia (hablamos de alguien que es considerado el artista menos cool del planeta), además del más rockero. Ahí está ese peinado “cubano” registrado en las sesiones de grabación en el exótico estudio de Lagos (Nigeria) para Band on the Run (1973), la obra cumbre de Wings. El resto de esa década lo tendría como protagonista, aunque ninguno de los discos que compuso durante esos años alcanzaría la fama y el nivel de este.

Blanco & negro

Si bien Tug of War (1982) está en el top 3 de sus mejores discos, es a partir del lanzamiento de Pipes of Peace (1983) que Paul –a los cuarenta– vuelve a romperla, sobre todo por su relación artística con Michael Jackson –que acababa de editar Thriller y era Dios–, y que daría como resultado la participación de cada uno en el disco del otro. Así fue que, en medio de la locura del breakdance y el nacimiento de MTV internacional, nos vimos bombardeados con el video de “Say, Say, Say” rotando en todos los (cuatro) canales de aire de la época.

Perdido en los ochenta

Aaah, los ochenta… Paul no se salvaría de las garras de los sonidos inflados y los efectos infecciosos, que harían estragos en la banda de sonido de Give My Regards to Broad Street (1985) y, sobre todo, en Press to Play (1986), quinto subsuelo de la obra del cachetón, con programaciones y teclados de lo más variopinto –por decirlo de una manera amable. No hay más que verlo pasearse entre la gente “común”, con el pelo entrecano y las primeras patas de gallo, en el video de “Press”. Con todo, también hay que decir que por esta época entregó uno de sus hits más pegadizos: “No More Lonely Nights”.

Alineación y balanceo

Si en los noventa Paul adquirió un perfil bajo –por la discutible calidad de sus discos y sus devaneos: unplugged, música clásica, Liverpool Sound Collage–, el nuevo milenio lo encuentra renovado. De manera inevitable: Linda, su esposa, había fallecido, y el corazón del ex Beatle ahora tenía dueña (Heather Mills). El disco clave es Driving Rain (2001), en el que se mezclan el recuerdo sentido de Linda con el deseo de volver a enamorarse (“Lonely Road” y “From a Lover to a Friend”, dos letras demoledoras). Paul parece rejuvenecer. A veces, bien (cuando se calza un traje), y otras, no tanto (“descubrimos que el rojo le sienta muy juvenil”, dice su vestuarista en el DVD de Back in the U.S., mientras le acomoda unas chombas del horror).

Legitimado por la crítica

Paul siempre fue exitoso, pero no siempre tuvo a la crítica de su lado. Quizá por primera vez desde Band on the Run, todos caen rendidos ante Chaos and Creation in the Backyard (2005), el disco que juntó a McCartney con Nigel Godrich, productor-autor con la fama a la altura de sus aciertos (Radiohead, Beck). Sería el primero de muchos gestos por venir que daban cuenta de la necesidad de McCartney de estar al día, peleando en la arena de los que marcan tendencia, aunque se note cierta tensión en la dupla, de esas que exhiben los que no pueden con su ego. No por nada no repetirán la experiencia, y así nos encajará el anodino Memory Almost Full (2007). Y vuelta a empezar.

Trendy

Imparable. Así está desde hace unos años el bueno de Paul, apareciendo en situaciones inesperadas, con colaboraciones en las que parece figurar por portación de nombre (Nirvana, Kanye West), destilando buena onda por todos los wines. Y en su intención de permanecer vigente, se juega un pleno y le sale: New (2013), su último disco hasta Egypt Station, que cuenta con una ensalada de productores responsables de algunos de los artistas más relevantes de los últimos años (Amy Winehouse, Adele, Lily Allen), consigue hacer funcionar el clasicismo de Paul con una actualización del sonido que no desentona.

Paul McCartney

> paulmccartney.com

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