“En un lugar de Francia”, de Thomas Lilti

Esté soleado o con lluvia, sea de día o de noche, Jean-Pierre está disponible, listo para el deber, dispuesto a recorrer el campo para curar las pequeñas y grandes enfermedades de su territorio. Es médico, sí, pero también psicólogo, cura, asistente social, valiente soldadito de la empatía y de lo colectivo en una Francia campestre cada vez más desértica y abandonada por los servicios públicos, cada vez más envejecida y desorientada por los efectos de la globalización. El realizador Thomas Lilti –también médico– continúa su recorrido cinematográfico por medio de esa profesión, pasando de los hospitales de la gran ciudad al soldado solitario de las zonas rurales. Jean-Pierre, quien a menudo está solo, deja de estarlo desde que le asignan a Nathalie, médica más joven que está ahí para asistirlo y, a corto plazo, reemplazarlo. Porque los médicos también envejecen o se enferman.

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Hay algo indiscutible y previsible en esta segunda película de Lilti: no se puede criticar la valentía y la utilidad médico-social de estos combatientes anónimos de la salud que están siempre en segundo plano y que alivian tantas penas. Al mismo tiempo, ese lado sensual y sin sorpresas del tema es el límite de una película cuyo tema general comprendemos rápidamente. Su logro viene por el lado de los actores: Cluzet está extraordinario, los papeles secundarios también, y es una alegría ver que Lilti haya resucitado a Marianne Denicourt y su bella mirada almendrada, que había desaparecido después de sus colaboraciones con Arnaud Desplechin.

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En un lugar de Francia
De Thomas Lilti
Con François Cluzet y Marianne Denicourt