En vivo: Swans en Nueva York

Los Inrockuptibles
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4 min readApr 10, 2015

Es frecuente en los Estados Unidos antes de ingresar a una sala de teatro o a una galería de arte toparse con advertencias de lo más variadas. Advertencias del tipo “esta obra puede herir la sensibilidad del espectador”, “las luces de esta instalación pueden afectar a personas fotosensibles”, o “en un momento de la siguiente performance se escucharán sonidos estruendosos”. Nunca queda claro si estos carteles están motivadas por una vocación de extremo cuidado y consideración por el bienestar del público o simplemente para cubrirse frente a cualquier tipo de queja o eximirse de responsabilidad civil en caso de que alguien quiera presentar una demanda judicial –tratándose de los Estados Unidos y su industria del juicio, seguramente el motivo sea éste último. “At your own risk” parecieran anunciar los organizadores desde carteles muchas veces hechos a último momento, escritos en letras mayúsculas, fuente Arial tamaño 52, impresas en hojas A4 y pegadas con cinta adhesiva junto al marco de la puerta de entrada. La mayoría de las veces, hay que decirlo, las advertencias resultan inmotivadas, casi ridículas por lo exageradas –generan una expectativa que después no se cumple. Por suerte al entrar al Music Hall Of Williamsburg la noche del 22 de marzo para asistir al recital de Swans no había ningún cartel de este género, pero en el vestíbulo de la sala de conciertos, en la mesa en la que se vendían discos y remeras de la banda también se ofrecían bolsitas de plástico con tapones para los oídos a un puñado de dólares. Era, de alguna forma, una advertencia subrepticia de lo que podía esperarse esa velada.

Swan apela a los recursos básicos: volumen desmesurado de distorsión para desconstruir el riff hasta su partícula elemental y volver a construirlo un compás después, la repetición y diferencia de ideas musicales primitivas en clave experimental, y el uso de la voz de Gira como un puñal que rasga el denso tejido sonoro, palabras mágicas, gruñidos y alaridos de un chamán inquietante.

Cualquier que haya escuchado con atención los discos del grupo de Michael Gira puede suscribir a la afirmación de que se trata de una de las propuestas más radicales e intensas que pueden escucharse en la actualidad. No hace falta ir hacia atrás a la mítica época del grupo en los años ochenta y noventa, siempre con Gira a la cabeza, pero con otra formación. Basta chequear los últimos discos, editados a partir de 2010: My Father Will Guide Me up a Rope to the Sky, The Seer y el más reciente To Be Kind. Basta una primera escucha para que cabeza y oídos dictaminen que se trata de un sonido extremo, impar, apabullante, monstruoso en sentido más cabal del término. Pero solo quien los haya visto en vivo puede suscribir a esta afirmación con el cuerpo, con huesos, músculos y tendones.

Swan apela a los recursos básicos: volumen desmesurado de distorsión para desconstruir el riff hasta su partícula elemental y volver a construirlo un compás después, la repetición y diferencia de ideas musicales primitivas en clave experimental, y el uso de la voz de Gira como un puñal que rasga el denso tejido sonoro, palabras mágicas, gruñidos y alaridos de un chamán inquietante. La lista de temas consignó seis títulos, un par de ellos, inéditos (“Frankie M”, “A Little God in my Hands”, “Oxygen”, “Don’t Go”, “The Apostate” y “Bring the Sun/Black Hole Man”), pero la experiencia de escucha se asemejó más a un continuo ininterrumpido. A lo largo de una hora y veinte el único movimiento posible por parte de los cuerpos al ser impactados por las ondas sonoras que emitían los parlantes a punto de desconarse, que sacudían los tímpanos pero también el resto del organismo, fue el de mover lentamente el cráneo, una especie de headbanging ralentizado, profundo, hipnótico, como una manada de animales tragados por una ciénaga espesa y turbia, animales perplejos que no pelean por salir del pantano en el que están inmersos sino apenas por mantenerse a flote, sin poder articular pensamiento.

Gira contó que en breve entrarán a grabar disco nuevo y que probablemente no vuelvan a tocar en vivo hasta mediados de 2016.

Bastante simpático, casi de buen humor al final del concierto, ya con las luces encendidas, después de presentar a la banda (Thor Harris en percusión, Phil Puleo en batería, Norman Westberg en guitarra, Christoph Hahn en lap steel y Christopher Pravdica en bajo), Gira contó que en breve entrarán a grabar disco nuevo y que probablemente no vuelvan a tocar en vivo hasta mediados de 2016. Fue el segundo momento de la noche en que se dirigió a la audiencia. El otro había sido promediando el concierto cuando, señalándose la garganta, vaya uno a saber si excusándose porque esa noche la voz no salía como quería o ofreciendo una llave para abrir esa oscura caja de pandora musical, dijo: “Sepan entender, es que tengo sesenta y un años de angustia acá adentro”.

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Swans
En el Music Hall of Williamsburg, Nueva York
22 de marzo de 2015

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