Entrevista a Brian De Palma: “Mis películas envejecen bien”

Seis años después de su última película (“Pasión”, nunca estrenada en la Argentina), mientras esperamos la próxima, “Dominó”, decidimos entrevistar a Brian de Palma porque sí. Porque es uno de nuestros directores preferidos. Porque es quizás también el más esquivo. Porque su cine sigue siendo escurridizo. Y porque queríamos que fuera él uno de los últimos que apareciera en las páginas impresas de esta revista.

Los Inrockuptibles
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11 min readSep 12, 2018

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Por Jacky Goldberg

Es de público conocimiento: Brian De Palma no es fácil de entrevistar. Así se lo nota en los primeros minutos de nuestro encuentro matinal, pataleando gruñón cuando no tiene ganas de responder, mientras se va ablandando poco a poco, calmado por la presencia de su compañera, Susan Lehman, con la que escribió el libro Are Snakes Necessary?, y a quien insistió en tener a su lado. Llevando como siempre una campera militar caqui, y barba canosa y corta, es como un gato gordo que mira desde arriba, con aire de malo, antes de aceptar jugar con nosotros. Y cuando por fin lo hace, su cara y su voz cambian totalmente, se vuelve malicioso y divertido.

Contrariamente a sus camaradas de promoción –los “movie brats”: Spielberg, Lucas, Scorsese y Coppola–, inmortalizados en torno a una mesa en una célebre foto de 1994, De Palma no ha buscado construir un imperio y nunca capitalizó el éxito de una película de otra manera que obteniendo el derecho de hacer la siguiente. Aunque se encuentre hoy, a los 78 años, en una posición relativamente incómoda, lejos de Hollywood desde hace casi ya dos décadas, obligado a armar sus proyectos en Europa y a someter sus ideas a los avatares de producción. Si sus últimas películas llevan el trazo de esta fragilidad, ellas persisten majestuosas, obras de un espíritu siempre brillante, y merecen ser reevaluadas. Pero en realidad es vital ingerir toda su filmografía, ya que, entre los directores de su generación, él es quien sin dudas ha llevado la exigencia estética a lo más alto, ese por quien el cine, fuera de toda otra consideración (económica, sociológica, ideológica) habrá constituido un aprendizaje absoluto del mundo. Para De Palma, ya sea en clásicos de influencia inmensa (Carrie, Blow Out, Scarface), en películas en las que exprime su poder de seducción (Fantasma del paraíso, Vestida para matar, Doble de cuerpo, Ojos de serpiente), o mismo en sus obras mal queridas, a veces injustamente (Raising Cain, Misión a Marte), la única estética que vale la pena es la de la puesta en escena. Es lo que da sentido a lo incomprensible, nos consuela de la irresistible violencia del mundo y salva el alma del voyeur silencioso, figura en la cual se han proyectado a menudo el cineasta y nosotros como espectadores.

“Las películas no cambian. El contexto político, el establishment crítico y las modas cambian. Por esta razón estoy, desde hace mucho, sereno con respecto a la crítica. Porque sé que es fluctuante y que mis películas envejecen bien.”

ENTREVISTA > Encontramos en tu novela Are Snakes Necessary? muchas de tus obsesiones, para no decir todas. ¿Se trata de una historia que pensabas para el cine y que no se ha podido hacer?
Amontoné muchas ideas desde hace años. No siempre guiones, solo ideas, desarrolladas sobre unas pocas páginas, que no me parece que vayan a convertirse naturalmente en una película. Tenía realmente muchas en mi computadora, y me dije: “En lugar de estropearlas, ¿por qué mejor no hacer un libro con ellas? Tengo 77 años: ¿Cuántas películas más podré hacer? La novela surge a partir de todos estos proyectos inacabados que me perseguían. Susan, mi compañera, que era editora en el New York Times, me ayudó a transformar todos estos retazos de historias en una novela, especialmente profundizando en los personajes: yo trazo arquetipos, Susan los hace carne. Nos divertimos mucho haciéndola.

¿Cuál fue el primer impulso, la idea o la imagen que te dieron ganas de hacer de eso una novela?
Todo partió del escándalo que alcanzó en 2008 al senador John Edwards (N. de la R.: candidato desafortunado a las primarias demócratas de 2004 y de 2008): fue acusado de mantener una relación adúltera y de haber tenido una hija con la videógrafa Rielle Hunter (N. de la R.: quien había ya, mucho antes de este escándalo, inspirado un personaje del escritor Bret Easton Ellis). Se convirtió en un escándalo de Estado cuando en 2011 se le reprochó haber utilizado fondos de campaña para esconder esta relación. Las intrigas de un político con una mujer que hacía sus videos de campaña me pareció un buen punto de partida, y el resto se fue agregando de a poco, con el tiempo.

En el set de Los intocables (1987)

En tus películas jugás habitualmente con los twists improbables, las coincidencias, ciertos códigos burlescos…
La vida es más loca que cualquier ficción, es una evidencia. ¿Cuáles son las chances de que el presidente se acueste con una estrella porno? Ninguna, todo esto no es realista. Es más, no conoce de porno stars, ¿no? (risas) ¡Pero una foto prueba lo contrario! La vida está hecha así, me parece. Poco importa que sea realista o no. El realismo es exiguo.

Solés trabajar precisamente con el mecanismo de la posverdad: los hechos no cuentan más y podemos sostener cualquier discurso.
Yo trabajé con eso toda mi vida. Los políticos mienten. Trump miente, pero no es el primero. Acuérdense de George W. Bush, de Saddam Hussein y las armas de destrucción masiva. Durante meses, nos quisieron hacer tragar esta ficción. Partimos a la guerra, no encontramos nada, pero no es grave: ya que estamos acá, nos quedamos Y es así como invadimos un país sin una razón válida. Para mi generación, el asesinato de John Fitzgerald Kennedy ha sido determinante. Leí todas las teorías sobre ese crimen y el resultado fue Blow Out. Pero lo que descubrí, y es la gran lección del Blow-Up de Antonioni, es que cuando zoomeamos los detalles, todo termina por convertirse en una masa gris y confusa. Cuánto más investigás, la realidad se vuelve tanto más nebulosa.

¿Y a las teorías conspirativas sobre el 11 de septiembre les das crédito?
No, no. Sobre Kennedy percibí de inmediato que la versión oficial no se sostenía, que era un asesinato político. Pero la idea de que el gobierno haya hecho volar las dos torres para justificar la guerra en Medio Oriente no se sostiene. Me parece ridículo.

¿Qué pensás hoy de Blow Out, una de tus mejores películas, que no fue tan valorada en su momento?
Esa y Pecados de guerra son dos ejemplos de un “puro De Palma”, y dos películas de las que estoy muy orgulloso. Sobre Blow Out, el punto de partida era mío, y fue gracias al apoyo de Travolta que tuve un presupuesto cómodo y mucha libertad. Pecados de guerra salió de una historia verdadera, escenificada magníficamente por David Rabe, pero una historia tan triste que nadie la quiso producir durante años. Está ahí quien todavía es mi actor preferido, Michael J. Fox, quien venía por esa época de hacer un éxito con Volver al futuro y me permitió tener luz verde. Es alguien con quien amé trabajar, pero no era fácil: el rol era exigente, y Sean Penn se comportaba de manera muy antipática con él. Permanecía en su personaje de bully agresivo fuera del rodaje.

¿No te parece que son películas muy contemporáneas? No envejecieron y lo que describen se mantiene actual.
Bueno… La corrupción es tremenda, y continuamos implicándonos en guerras inútiles. Estados Unidos ha violado a Vietnam, luego a Irak… Es el sentido de Pecados de guerra. En cierto momento, Sean Penn tiene su miembro en una mano, su fusil en la otra y dice sobre el primero “esto es un arma”, y del segundo “esto es para divertirse”. Traté de volver a mostrar esto en Redacted, pero no fui más escuchado: ni Redacted ni Pecados de guerra funcionaron. Eran demasiado duras, demasiado antiamericanas. Nadie quiere ver eso. Pero la verdad acaba siempre por salir.

¿Viste The Post de Steven Spielberg?
Sí, me encantó. Encontré muy apasionante el contar la historia de los Pentagon papers desde el punto de vista de una mujer, Katharine Graham, dejada de lado en este mundo de varones que es el periodismo. Fue original. Y magníficamente ejecutada por Steven.

¿Todavía son amigos?
Sí, nos vemos regularmente. Como Steven también es amigo de Jake Paltrow –quien hizo con Noah Baumbach un documental sobre mí y además es mi vecino–, cuando viene a Nueva York vamos a cenar todos juntos. Tiene, como yo, una casa en Long Island; entonces nos vemos en el verano. Siempre nos hemos llevado bien. Él nunca cambió, el éxito no se le subió a la cabeza.

“El 3D y la performance capture solo son técnicas de marketing para vender anteojos 3D y tickets más caros. El split-screen, el travelling en la steadycam, esos son los verdaderos útiles de escritura cinematográfica. Lo que cuenta es reinventar la escritura con las nuevas tecnologías.”

¿Y a los otros movie brats (Scorsese, Lucas, Coppola) los ve todavía?
Marty está muy ocupado, trabaja todo el tiempo. Para verlo hay que planificar con semanas de anticipación. George viene a veces a Nueva York y nos invita a cenar. En cuanto a Francis, ya no lo veo mucho.

¿Viste sus películas recientes, hechas fuera de Hollywood? Junto con vos, es el que tuvo más dificultades con los estudios y hoy se encuentra fuera del sistema.
Cierto, pero de manera muy diferente. Francis quiso construir un imperio para competir con los estudios y no funcionó. Yo tenía la voluntad de trabajar con los estudios, y son ellos los que me rechazaron. Hoy él financia sus propias películas, mientras que yo siempre tengo que encontrar productores. Los que deciden en Hollywood están demasiado guiados por el dinero, y después las películas que ellos quieren producir son ciencia ficción, acción, aventura, géneros que ya no me interesan. Hice ese tipo de películas en los setenta. ¿Por qué volvería?

Con Al Pacino haciendo Scarface

¿Los nuevos elementos técnicos del cine te interesan? ¿La cámara a muy alta frecuencia (120 imágenes por segundo) que usa Ang Lee en Billy Lynn’s Long Halftime Walk, por ejemplo?
Eso me pareció trivial, pero no lo vi en las condiciones de proyección adecuadas. La película tiene buenas ideas, pero no capté adónde quería ir Ang Lee con eso. En este momento, son los planos que el dron permite los que me interesan más. Estos planos se transformaron en un lugar común, todo el mundo lo hace porque es bonito, pero es raro que tengan sentido. El año pasado estaba en un jurado en Torino y me acuerdo de haberles dicho a mis conjueces: “¡Con el próximo dron me muero!”. Una consecuencia nefasta de las cámaras digitales es que su sensibilidad extrema hace que ya no tengamos necesidad de saber aclarar. Voy a parecer viejo diciendo esto, pero el arte fotográfico de un Josef von Sternberg está perdido y yo lo lamento. La sensibilidad débil de la película de entonces necesitaba una iluminación extremadamente compleja, nada podía ser arbitrario. Hoy podemos filmar cualquier cosa, en cualquier lugar, y de golpe tenemos un resultado satisfactorio.

¿Pero no pensás que se pueden hacer cosas increíbles gracias a las cámaras digitales? Cosas que von Sternberg, precisamente, no se podía permitir, como construir un plano de secuencia de una hora, filmado con un dron.
No me malinterpretes. Las nuevas técnicas me interesan, pero a partir del momento en que las utilizamos con propiedad. Cuando apareció la steadycam, fue una revolución para mí. Me serví de ella por primera vez en Blow Out, y eso me permitió concebir planos cada vez más complejos. El del final de Carlito’s Way, en las escaleras, es un otro buen ejemplo. En este momento trabajo sobre un proyecto que necesito un plano de dron muy complejo y me divierto alocadamente con imaginarlo.

“Hitchcock no se contentaba con grabar la realidad: él buscaba cómo expresarla por medios puramente visuales y sonoros. Construía bellas imágenes y nos hacía enamorarnos de ellas. Y eso es lo que Vértigo cuenta, en el fondo: una ficción es inventada, el héroe –y el espectador– se enamoran de una imagen, y el héroe se hace matar dos veces ¡para nuestro más grande estupor!”

¿Estás interesado en el 3D y la performance capture?
Solo son técnicas de marketing para vender anteojos 3D y tickets más caros. El split-screen, el travelling en la steadycam, esos son los verdaderos útiles de escritura cinematográfica. Lo que cuenta es reinventar la escritura con las nuevas tecnologías. Dicho esto, James Cameron ha hecho un trabajo increíble en Avatar, ha reflexionado verdaderamente la utilización del 3D. Pero él es la excepción que confirma la regla. La mayoría de las películas en 3D sirven solo a intereses económicos.

¿Hay algún actor del que estés orgulloso de haber dirigido?
Vi de nuevo Scarface en el festival de Tribecca y debo decir que estuve impresionado por el cast. Lo que hace Al (Pacino), por supuesto, es extraordinario. Pero también Michelle (Pfeiffer) y Steve (Bauer)… Creo que es uno de mis grandes logros.

“Los que deciden en Hollywood están demasiado guiados por el dinero, y después las películas que ellos quieren producir son ciencia ficción, acción, aventura, géneros que ya no me interesan. Hice ese tipo de películas en los setenta. ¿Por qué volvería?”

¿Con qué actor o actriz que nunca hayas dirigido te gustaría trabajar?
Jennifer Lawrence es una actriz increíble. Lo que hace con David O. Russell me impresiona. Lástima que haya tomado tantas malas decisiones últimamente… ¿Cuál es su última película? Ah sí, Red Sparrow… ¿Pero qué se le pasa por la cabeza? Ay, ay, ay… los grandes actores deberían trabajar solamente con grandes directores, y no escuchar a sus agentes imbéciles.

La crítica no siempre fue generosa con vos. Sobre todo en los Estados Unidos.
Las películas no cambian. El contexto político, el establishment crítico y las modas cambian. Por esta razón estoy, desde hace mucho, sereno con respecto a la crítica. Porque sé que es fluctuante y que mis películas envejecen bien. Fijate en Doble de cuerpo: las feministas de la época me masacraron. La escena de la perforadora, en particular, fue vista como un ejemplo de violencia gratuita hacia las mujeres. Hoy el film es estudiado y apreciado en estudios de género. Lo mismo con Vestida para matar. Resta saber resistir a las modas y dejar al tiempo hacer su obra.

Tampoco Vértigo fue bien recibida en su época. Mientras que ahora es oficialmente el mejor film de la historia, y ciertamente el más influyente en el cine contemporáneo. ¿Cómo explicás que la película continúe ejerciendo tal fascinación?
Hitchcock no se contentaba con grabar la realidad: él buscaba cómo expresarla por medios puramente visuales y sonoros. Construía bellas imágenes y nos hacía enamorarnos de ellas. Y eso es lo que Vértigo cuenta, en el fondo: una ficción es inventada, el héroe –y el espectador– se enamoran de una imagen, y el héroe se hace matar dos veces ¡para nuestro más grande estupor! Los problemas de guión son enormes en Vértigo, pero eso no tiene ninguna importancia. Es cine en estado puro. /

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