Entrevista a Destroyer

Los Inrockuptibles
Los Inrockuptibles
Published in
11 min readAug 28, 2015
Foto Ted Bois / Merge Records

Por Javier Diz

Alguna vez los discos se escuchaban enteros. Porque el soporte lo exigía. Se ponían y sonaban hasta que terminaban. Cuando la tecnología hizo todo lo que hizo para nuestra comodidad, el artista se encontró con una prueba inesperada, contundente: que alguien escuchara su disco entero era nada más que una opción. Entonces, el artista en cuestión quedaba despojado ante el juicio de quien ponía play, entregado al efecto de sus propios atributos: o tenía gancho o tenía misterio. O no tenía nada. Entre el repeat y el desinterés, sin medias tintas. Fácil de adquirir, fácil de reproducir, de pronto un disco se volvió fácil de descartar.

En 2002, cuando Destroyer firmó para Merge ya tenía cinco discos adentro. La exposición que le otorgó el sello hizo que lo que era un rumor zonal (“es como un nuevo Bowie”) se expandiera. El disco era This Night. Tenía muchas canciones, infinitas partes, presentaba una voz nasal que cantaba cosas inentendibles enroscado en una producción levemente desprolija. Sí, parecía tener la épica de un Bowie (también muchísimo más), pero engalanada en ese combo destartalado que volvió eternos a los Big Star del final. Aaah, sí, los referentes… Esos tics obvios e inevitables del periodista y del melómano. ¿Únicamente? Con el tiempo, descubriremos para nuestro placer que Dan Bejar, el único hombre fijo y cerebro detrás de Destroyer, no puede hablar de música –de su música– sin citar nombres, discos, músicas, estilos. Todo eso es lo que nos puede ayudar a entender el encanto que genera el misterio (y por eso el gancho) de sus discos, tanto en los arrojos claramente indie de los comienzos –de 1995 hasta This Night– como a partir de esa bestialidad sónica inalcanzable, enorme, perfecta que fue, solo dos años después, Your Blues (2004), ese disco que borró las marcas de época para instalarse en cualquier reproductor de quien escribe durante más de un año, de manera ininterrumpida, mientras le encontraba la vuelta a su laberinto.

Pensar en Your Blues es recordar que siempre ahí estará esperando esa hora de música desbordada de ideas, melodías y arreglos que deshacen los límites que hay entre lo que “está bien” o lo que “está mal” dentro del pop. Volver a escucharlo es volver a perderse. Es buscar explicaciones sin encontrarlas. Es volver a no entender cómo alguien se animó. Y ahí está la fascinación de Destroyer: sus discos no se pueden interrumpir, porque la sorpresa no se va. No fue casualidad: después de un par más, Dan Bejar repitió el gesto con Kaputt (2011). Tardamos un tiempo en entender qué y por qué. Pero mientras tanto (¿a cuántos músicos les podemos confiar hoy un “mientras tanto”?) optamos por perdernos en su nuevo juego, que era mucho más que un simple ejercicio de estilo (¿todavía no lo escucharon?: la envidia es infinita). Porque, otra vez, tenía misterio. Ese que emanan las cosas que aunque pongamos en duda nos fascinan. Por eso, también, la expectativa con Poison Season, el nuevo disco del canadiense. ¿Por dónde iría esta vez? ¿Qué tan lejos se puede llegar? Por alguna de las respuestas que nos dio en esta entrevista, notamos que podía haber sido mucho más lejos de lo que imaginamos. En cambio, la sorpresa viene por otro lado, también inesperado. En su aparente simpleza, Poison Season suena a disco clásico. Un disco de banda –hasta de big band, como demuestra en “Dream Lover” el corte que se dio a conocer varias semanas antes de su lanzamiento–, afianzada en la ejecución, que con el correr de los surcos va exhibiendo un paseo por músicas que, aunque en apariencia inmediatas, nunca visitadas en la carrera de Destroyer. Con todo, otra vez, un disco que exige una escucha detenida, con pistas que, a esta altura, Bejar sabe que a quienes lo esperamos nos gusta descubrir. Imaginar ese gesto, como un guiño, nos hace sentirnos pares. Sí, suena ñoño. Pero haber charlado brevemente con Dan Bejar de música nos hizo confirmar en su pasión (que es también la nuestra) que, como dice una hermosa canción, “no estamos tan solos en esta idiotez”.

“Estoy un poco harto de las programaciones, de las máquinas de ritmo, de los sintetizadores… Necesito trabajar con gente, quiero instrumentos reales.”

Dentro de una discografía mayormente heterogénea, discos como Your Blues o Kaputt exhiben un concepto sonoro determinado que los define. Luego de este último, que evidenció una evolución hacia un lugar antes inexplorado en tu música, era difícil saber qué tipo de disco iba a llegar. Y nos encontramos con uno que apuesta a lo clásico, se corre de la idea de disco de laboratorio que podíamos esperar. ¿Cuál es el concepto detrás de Poison Season, si es que lo hay?
Es verdad que Your Blues y Kaputt son los discos más conceptuales que hice. A esta altura, cuando escucho Your Blues lo que oigo es que está hecho por una persona desquiciada. No puedo reconocerme ahí. Entiendo que está buenísimo, pero es claro que la persona que lo hizo estaba pasando por un momento duro. Por otro lado, Kaputt es un disco bastante particular, había una idea específica con respecto al sonido. Pero no considero que Destroyer trabaje siempre con conceptos. De hecho, no creo que haya un concepto detrás del nuevo disco. Más allá de que todos los que tocaron en Kaputt participan de Poison Season, ambos discos son muy distintos entre sí: Kaputt es más gélido, distante; en cambio, Poison Season genera la idea de mucha gente reunida en una misma habitación tocando música al mismo tiempo. Pero no existe un concepto detrás de eso. Es más: no creo en conceptos. No me siento a pensar de qué manera va a sonar determinado disco, ni siquiera puedo programar sentarme a componer una canción. Más que nada suelo ser atacado de golpe por un puñado de palabras y melodías, y trato de capturarlas. Eso que podemos llamar “concepto” aparece después.

¿Estás de acuerdo con que Poison Season es, de alguna manera, más clásico que el resto de tus discos?
Sí, me gusta la combinación de tener una gran banda con instrumentos clásicos y además desarrollar con eso cierta complejidad. Hace mucho que quería hacer un disco con una orquesta de cuerdas, es algo que siempre tuve en mente pero obviamente no tenía los recursos para concretarlo. Ese tipo de música está dentro de mí desde siempre. Quizá tenga que ver con mi obsesión con Scott Walker, que viene de hace por lo menos veinte años. Your Blues podría ser el comienzo de plasmar esa obsesión, que luego se calmó un poco, y ahora podría decir que explota en este nuevo álbum, que es mi verdadera gran experiencia con ese tipo de arreglos. Estuve escuchando mucho algunos discos de Frank Sinatra, concentrándome en los arreglos; también escuché mucho algunos clásicos songbooks americanos que interpretaban standars de jazz, como George Gershwin y artistas de ese tipo. Todo eso, de alguna manera, irrumpió en mi escritura; no en todas las canciones pero sí en tres o cuatro, donde aparecen algunos fraseos característicos de una época previa a la música pop. Para mí, fue algo muy curioso porque nunca había escuchado mucha música que existiera antes de los Beatles. De golpe, todo eso se transformó en una influencia.

“Soy de esos que escuchan los mismos viejos discos todo el tiempo.”

¿Entonces tus ideas de composición están apoyadas o se inspiran en lo que estás escuchando?
Absolutamente. Por ejemplo, en la previa de Kaputt yo estaba completamente obsesionado, al borde del ridículo, con Roxy Music, con todos sus discos. Poison Season está influenciado por dos cosas fundamentales; primero, como conté antes, música antigua y vocal, con arreglos clásicos, y el otro elemento elemental fue el haber girado con mi banda durante todo un año, en 2012, lo que generó muchísima confianza en escena y afianzó la banda en vivo. De alguna manera, quería capturar ese sonido live. En un principio pensé que iba a ser todo un desafío, pero finalmente fue fácil, porque me di cuenta de lo bien que la banda estaba tocando. Ese sonido nunca lo había logrado en ningún disco anterior de Destroyer.

Curiosamente, Kaputt, con su sofisticación sonora, terminó siendo tu disco más exitoso…
Sí, me sorprendió mucho eso. Todo lo que ocurrió alrededor del disco fue bastante sorprendente, tanto los lugares musicales y mentales en los que me estaba metiendo, como el aporte de los que colaboraron con los arreglos y la producción. No tenía idea si todo eso podía funcionar, y mucho menos pensarlo en términos de “popularidad”. De todas maneras, convengamos que cuando hablamos de “éxito” en mi caso tiene que ver con que es un disco del que mucha gente escribió y habló, no tiene que ver con ningún alcance masivo ni nada parecido. No es algo que hizo que mi vida cambiase. Si antes tocaba para trescientas personas, quizá después de Kaputt lo haga para trescientas cincuenta. Podemos hablar de “éxito” en esos términos lógicos de un disco indie.

Yendo puntualmente a Poison Season, se vuelve tentador jugar a descubrir, entre todos los estilos y sonidos que aparecen, referentes de las canciones o asociarlas a determinado tipo de música. Está la base bailable de “Forces from Above”, esa especie de soundtrack blaxploitation que es “Midnight Meet the Rain”, la música de cámara en “Girl in a Sling” o “Times Square”, que recuerda al Lennon de Walls & Bridges…
Sos la primera persona que me dice esto del disco de Lennon, pero es efectivamente así, ese fue mi referente principal para esa canción. Creo que el disco es la culminación de muchas cosas que me gustan. Por ejemplo, con respecto a “Forces from Above”: apenas terminé Kaputt, mi primera idea para hacer un disco fue: “ok, Kaputt tiene todo ese sonido sofisticado, a la gente le encanta, pero ahora hagamos un disco de salsa”.

¿Qué?
[Risas] Sí, de esa idea salió “Forces from Above”… De hecho, en el demo está todavía más definido ese estilo. Creo que no tengo mucha idea de cómo se supone que tiene que sonar la salsa, pero le pedí a mi baterista que intentase hacer ese ritmo estilo afro cubano y salió eso. Finalmente, entendí que tratar de hacer un disco de un único género no era adecuado ni justo para el resto de las canciones, porque son diferentes entre sí. También en algún momento tuve la idea de hacer uno completamente disco, pero me di cuenta de que era una idea estúpida.

¡No! ¡Es genial!
Bueno, yo adoro la música disco, no digo que sea uncool, pero creo que no era lo que las canciones pedían en este álbum. Y tenía que ser justo con eso, no puedo forzarlas a quedaran presas de un concepto. Por eso digo que no me interesa trabajar con conceptos.

“Escucho mucho pop español y música en español en general, como Andrés Calamaro. Entiendo que quizás alguno lo considere un poco cheesy pero para mí es un gran cantante de rock and roll.”

Lo interesante de cada uno de tus discos, desde Your Blues para acá, es que tus pasos se vuelven impredecibles. De hecho, parecía que después de Kaputt lo que venía podía tener que ver más con la música electrónica o con el pop con máquinas que con el rock clásico.
Sí, es que en ese entonces estaba escuchando mucha música electrónica… Todavía lo hago, pero lo que me pasa con eso es que no consigo encontrar buenas canciones en el techno, ni gente que escriba verdadera poesía en ese tipo de música. Necesito ejemplos para tomar como referentes, no puedo ser yo el visionario [risas]. Además, el hecho de que eso no ocurra con el techno me hace cuestionar el género. Estoy un poco harto de las programaciones, de las máquinas de ritmo, de los sintetizadores… Necesito trabajar con gente, quiero instrumentos reales. En otras épocas nunca hubiera pensado que iba a terminar en esta especie de sinergia sónica, pero cuando pedí que me hicieran arreglos de cuerdas para algunas canciones quedé alucinado, yo nunca hubiera sido capaz de hacerlos por mi cuenta. Les mandé a los músicos unos demos con arreglos muy simples y me devolvieron una locura. “¡Mierda!”, dije, “¡hay que grabar esto!”. Fue mayormente inesperado.

Más inesperado fue tu EP con versiones de Sr. Chinarro… ¿De dónde sale tu conexión con él?
Mi primo tocó en su banda hace más de veinte años. Lo que me gusta de Antonio Luque [N. de la R.: único líder y alma máter de la banda española] es que trasciende la cultura española. Sus canciones evidencian un gusto muy especial. Es una música muy personal, que no tiene nada que ver con el indie rock español, por más que él pertenezca a eso. Su trabajo con las letras es muy interesante, tengo que esforzarme mucho para entenderlo, pero es una mezcla alucinante de un lenguaje extraño sonando de una manera muy natural; no parece alguien recitando, sino que es muy musical, y además muy local, muy andaluz. Esa es la definición de lo que me gusta: algo complejo que aparenta ser simple. Escucho mucho pop español y música en español en general, como Andrés Calamaro. Entiendo que quizás alguno lo considere un poco cheesy pero para mí es un gran cantante de rock and roll.

“Convengamos que cuando hablamos de “éxito” en mi caso tiene que ver con que es un disco del que mucha gente escribió y habló, no tiene que ver con ningún alcance masivo ni nada parecido.”

Podrías hacer un disco con canciones de él también.
Mmm… Él tiene esta cosa medio Tom Petty o Dylan que mucho no me sale, sería complicado.

Leí que hace un tiempo dijiste que ibas a dejar de escribir por un tiempo, que estabas cansado del oficio de componer. ¿Qué fue lo que pasó ahí?
Alguien me preguntó eso hace poco y la verdad es que no tengo la menor idea de dónde salió. No recuerdo haber dicho que iba a dejar de escribir por un tiempo. Quizá fue alguna vez que me sentía mal y dije que no estaba escribiendo, pero mis sentimientos cambian cada día. Siempre estoy escribiendo algo.

¿Pensás que tu modo de escribir canciones evolucionó o cambió?
Sí, creo que sí, y espero que sí. Durante los primeros diez años de Destroyer estaba todo el tiempo escribiendo y tocando la guitarra acústica, como si fuera una enfermedad, y en un momento cercano a la “era Kaputt” dejé la guitarra, me resistí a tocarla, y supongo que en ese momento cambié completamente mi manera de hacer canciones. Esa era persiste hasta hoy. Por otro lado, antes solía escribir palabras en una libreta, y ya no lo hago más de esa manera.

“Hace mucho que quería hacer un disco con una orquesta de cuerdas, es algo que siempre tuve en mente pero obviamente no tenía los recursos para concretarlo.”

¿Solés escuchar tus discos anteriores?
Solamente lo hago cuando tengo que resolver de qué forma tocar algunas de las canciones viejas en vivo y mostrarles los arreglos a la banda, pero no lo hago de otro modo, no lo disfruto. Los escucho mucho antes de que se editen, y luego ya no lo hago más.

¿Cómo consumís música? ¿Seguís comprando discos?
Trato de comprar, sí. Por supuesto que no lo hago tanto como cuando era más joven, pero sigo manteniendo viva mi curiosidad, porque todavía hay mucha música que me gusta. Sigo hambriento por nuevos discos, especialmente por gente que hace buenas canciones; considero que el hacer canciones es una de las formas del arte con más posibilidades y más inexploradas. Hay mucho por hacer en ese terreno. Todo el tiempo estoy escuchando música, vieja y nueva.

¿Cuáles son tus discos favoritos? ¿Qué estás escuchando ahora?
Soy de esos que escuchan los mismos viejos discos todo el tiempo. En general, caigo siempre en los de Joni Mitchell, Van Morrison y Bob Dylan, o puedo poner mucho los de Lou Reed también. Entre los nuevos, hay una banda de Vancouver que me encanta, se llama Frog Eyes; su nuevo disco es increíble, no puedo parar de escucharlo. También está Jennifer Castle, con quien estuve compartiendo un tour; su último disco, Pink City, es hermoso. Puedo nombrar también a Bill Callahan, Cass McCombs, Josephine Foster, y muchos más.

¿Cuándo venís a la Argentina?
Es uno de los países que más ganas tengo de visitar. ¡Podría ir gratis! Trataré de ir el año que viene. Ustedes hagan todo lo posible desde su lado y yo lo haré desde el mío, y podremos lograrlo.

Destroyer
Poison Season
(Merge)

--

--

Los Inrockuptibles
Los Inrockuptibles

El medio para los que hacen — Música, cine, libros, artes y más.