“En este disco di todo lo que tenía”

Tras seis años sin novedades, Jason Pierce vuelve a su alias J. Spaceman para el octavo disco de Spiritualized, And Nothing Hurt, donde el ex Spacemen 3 reflexiona sobre envejecer y, agotado, asegura que será el último disco de su carrera.

Los Inrockuptibles
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11 min readSep 7, 2018

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Por Nazareno Brega

Jason Pierce abre los ojos y se despierta con su traje espacial puesto, como para que quede claro que volvió al alias J. Spaceman. Guarda en la valija a Hank Williams en versión bobblehead, esos muñecos que sacuden sin parar la cabeza gracias a un resorte, y también una cruz. Se sube al auto, acomoda sus chucherías, que incluyen llavero de Sun Records, foto de Elvis y portarretrato de Link Wray, arranca el motor, se mira los ojos en el espejo retrovisor y, mientras suenan los primeros acordes de “I’m Your Man” (nada que ver con Leonard Cohen, ¿o sí?), comienza su viaje por el parque nacional Joshua Tree para rendirle tributo al monumento de Gram Parsons.

Las referencias del primer disco de Spiritualized en seis años son incontables (entre las más agradables al oído está “Let’s Dance”, al anunciar The hour is getting late, they’re putting all the chairs away / If they’ve got Big Star on the radio, they’ll let us stay), y comienzan con ese nombre tomado de Matadero cinco, de Kurt Vonnegut, que este año también usó Moby en el álbum Everything Was Beautiful, and Nothing Hurt. Poner tanto todo junto y hacerlo casi siempre solo agotó a Pierce al punto de terminar pregonando que esta es la última vez que se embarca en tamaña odisea y que ya no habrá más discos en su carrera (por más que aclare que nunca va a faltar música).

Inspirado en el orquestal Ladies and Gentlemen We Are Floating in Space, J. Spaceman se encerró un buen tiempo solo con una laptop en la pieza de arriba de su casa en el este de Londres hasta conseguir una armonía estelar entre vientos y cuerdas. La tardía digitalización del ex Spacemen 3 no le hizo perder grandilocuencia a Spiritualized.

El recorrido de And Nothing Hurt comienza con dos cortes orquestales (“A Perfect Miracle”, “I’m Your Man”) y enseguida sorprende cuando el optimismo de “Here It Comes (The Road) Let’s Go” se va oscureciendo a mitad de camino. La primera explosión llega cuando la luz de Spacemen 3 invade “On the Sunshine” y la distorsión se termina difuminando hasta quedarse en “Damaged”, una suerte de canción de cuna para levitar que se rompe gracias al sacudón de un crescendo y se funde con la salvaje “The Morning After”, en el pasaje con mayores pendientes de la ruta elegida por J. Cerca de la bandera a cuadros, And Nothing Hurt, disco que gira en torno a avejentarse en soledad, se cruza al Pierce más inspirado en “The Price”, una canción desesperanzada sobre el paso del tiempo donde, al final del camino, se cuestiona si el amor es el premio.

Una nueva esperanza siempre parece posible en Spiritualized, y no hay que perder la fe en que, como en este 2018, el futuro tenga más discos del año firmados por J. Spaceman. Se puede seguir soñando despierto toda la vida con un regreso, teniendo siempre la tranquilidad de que, si esta realmente fue la desoladora despedida, todo se hizo de la mejor manera posible.

“Siempre me preguntan si reconsideraría reunir Spacemen 3, pero yo la veo como la banda que tenía a los 17. Y no me imagino a nadie preguntándole algo similar a un artista plástico o a un escritor. Son las reglas de la industria de la música, del comercio. No quiero tener nada que ver con eso.”

ENTREVISTA > Nunca pasaste tantos años sin sacar discos. ¿Qué pasó?
Todos me dicen lo mismo. Me lleva mucho tiempo grabar discos. Y a medida que me pongo más viejo, siento que vienen con mayores responsabilidades. No creo que haya que sacarlos por sacar y listo. Tenía una gran visión antes de empezar a grabar, y llegó un momento en el que ya no me importaba cómo tocarlo en vivo. Estoy cansado, y me parece que ya no quiero grabar más discos. Encuentro demasiado difícil hacer las cosas.

¿Te imaginás haciendo alguna otra cosa si dejás de sacar discos?
Nunca hice nada más. Tuve la suerte de jamás tener un trabajo y de haber tocado toda mi vida. Jamás diría que voy a dejar de hacer música, pero ya no quiero componer más discos. Me parece más sano hacer canciones y llevar adelante conceptos que no necesiten ser un todo. Siento que quedo exhausto cuando hago un disco. Necesito encontrar la manera de seguir haciéndolo sin que cada vez se transforme en algo tan demandante.

“No es un disco sobre volverse viejo, sino sobre el compromiso de hacer algo honesto. Pareciera que cuando las bandas se van volviendo viejas, necesitan hacer de cuenta que otra vez tienen 30.”

¿La decisión tiene que ver con el hecho de haber grabado solo And Nothing Hurt?
Es una dificultad bastante honesta. Siempre que empiezo un disco siento lo mismo, y cada vez me termina costando más. Cuando estaba por empezar, ya sabía que necesitaba ayuda. Quería encontrar a alguien que pudiera hacerlo conmigo. Alguien que me ayude a organizarme, a armar todo y poner cada cosa en su lugar. Pero al final terminé haciendo todo solo. A veces uno siente mucha presión y se pregunta para qué lo hace.

¿Por qué elegiste para la tapa del disco el código Morse y volver al traje espacial?
Cuando hablaba sobre hacer este disco estaba tratando de unir influencias y cosas que había hecho antes. El traje espacial es el mismo que usé en 2001, en el video de “Do It All Over Again”, y tenía esta idea de ir tirando del hilo y que fueran apareciendo distintas cosas todas juntas. El código Morse me encanta por el hecho de que todo el mundo sabe cuál es la señal de socorro. Cualquiera que escucha el S.O.S., al instante sabe que se está pidiendo auxilio. Me encantaba esa idea. Pero me fascinó más que con esos beeps se haya podido construir un lenguaje. Me siento como cuando escucho a Serge Gainsbourg o Nacho Vegas, que cantan en un idioma que desconozco. Puedo entender la poesía de ellos, pero no termino de comprender las palabras. Y el código Morse me gusta desde ese aspecto. Entonces empecé a usarlo en algunas canciones. El traje espacial me gusta como símbolo de protección.

En el video de “I’m Your Man” volvés a usar el traje como un guiño a tu carrera, pero también hay referencias a muchas leyendas del rock.
Cuando terminé el disco estaba tan agotado que me quedé sin ideas sobre qué hacer después. Y de repente me encontré con un presupuesto para hacer un video y tuve que volver a empezar y ponerme de vuelta a pensar. Al final eso me ayudó para darme un gusto y visitar algunos lugares a los que hacía mucho tiempo quería volver. Terminó siendo una gran experiencia.

¿Cómo te sentís cuando ves que el rock tiene cada vez menos lugar en el mainstream?
No sé cómo hablar del mainstream. Hay tanta música que se hace a las apuradas como una excusa para salir a facturar… Es muy extraño el negocio de la música, no me interesan sus valores. Yo siento que no sirve nada que no aporte algo valioso y nuevo. No me interesa salir a tocar todo el tiempo canciones de hace veinte años. Siempre me preguntan si reconsideraría reunir Spacemen 3, pero yo la veo como la banda que tenía a los 17. Y no me imagino a nadie preguntándole algo similar a un artista plástico o a un escritor. Son las reglas de la industria de la música, del comercio. No quiero tener nada que ver con eso. Me pasé toda la vida tratando de poner mi estándar tan alto como me fuera posible, y siento que siempre fui muy claro con eso. Necesito sentir en todos los discos que la vara está un poco más alta que en el anterior. Esos son mis valores, por eso ni siquiera me cuestiono si haría algo solo por un negocio.

¿Qué provocó esta crisis en la música?
Ya nadie compra discos. Hoy, cuanto antes conseguís sacar el disco más rápido vas a salir de vuelta al escenario y a generar otra vez algo de plata. En ese contexto, todavía siento la responsabilidad de hacer algo que sea realmente hermoso y digno de ser editado. Siempre sentí eso, pero a medida que me estoy volviendo más viejo, siento que la responsabilidad de hacer algo digno es todavía mucho mayor. La gente espera que tus discos sean peores que los anteriores cuando vas envejeciendo. Es una regla no escrita del rock: que sus estrellas tienen que vivir de las glorias pasadas. Y yo siento la responsabilidad de ir a contramano de eso, creo que con el tiempo uno debería hacer mejores cosas y no debilitarse.

Envejecer es un tema importante en el disco.
Lidio con lo que me tocó vivir sin arrepentimientos. De alguna forma conseguí seguir haciendo música después de todo este tiempo. Me pongo a pensar que si ya hice ocho discos con Spiritualized, a esta altura ya debería tener bien claro cómo se hace todo esto. Pero ahora sentí que al empezar, no me servía nada de todo lo que aprendí. Y la música que solía tocar me hacía sentir que podía llevarme a cualquier lado, que podía abrir cualquier puerta. Pero ahora, con este disco, siento que las cosas ya no tienen sentido. Creo que mi música siempre tuvo suficiente elocuencia y eso es lo que me hace sentir un gran compromiso. Y en eso siempre aparece un poco de locura, uno se obsesiona demasiado con la música y termina habiendo algo demencial en todo eso. Pero me pasa siempre que tengo este tipo de experiencias donde todo lo demás queda de lado. No es un disco sobre volverse viejo, sino sobre el compromiso de hacer algo honesto. Pareciera que cuando las bandas se van volviendo viejas, necesitan hacer de cuenta que otra vez tienen 30. Y usan las mismas letras y las mismas ideas de esa época, como si el rock fuera un juego de personas jóvenes que no funciona cuando ya no encajás en eso. Yo quiero ir en contra de eso y demostrar que sí se puede hacer discos que no sean descartables, que no vivan de glorias pasadas y no requieran usar ese mismo lenguaje o estilo de la juventud. Cuando sos joven le encontrás el sentido mucho más fácil a todo. No se trata de lidiar con eso. Por supuesto que se puede hacer grandes cosas cuando sos mayor, pero a veces requiere un sufrimiento importante.

“Jamás diría que voy a dejar de hacer música, pero ya no quiero componer más discos. Me parece más sano hacer canciones y llevar adelante conceptos que no necesiten ser un todo. Siento que quedo exhausto cuando hago un disco.”

La soledad es otro de los grandes conceptos del disco.
No sé… Siento que me relaciono de manera rara con la soledad. Esta vez busqué que las canciones fueran un poco más alegres. Estuve tratando de empujarlas a rincones extraños, de darles una forma libre e improvisar algo con eso. Quería que sea algo más clásico, pero no por los medios tradicionales. Es un disco sobre las obsesiones. Me interesan como tema y estuve bastante obsesionado con el disco, pero no soy tan obsesivo en mi vida cotidiana.

¿En qué momento sentiste más la presión?
Tenía ganas de grabar con una gran orquesta, pero no tenía los medios económicos para hacerlo ni tampoco quería abandonar la idea y mucho menos hacer una versión barata del disco con el que soñaba. Me compré una laptop para grabar en una habitación de mi casa, permitirme todo el tiempo necesario para hacer el disco y asegurarme de que no me iba a gastar toda la plata de un tirón. Cada vez que gano un poco de plata, la invierto en mi estudio y lo voy equipando. Algunas cosas salen fáciles. Cuando arrancás a componer, siempre tenés un exceso de confianza y sentís que las cosas van a salir perfecto y van a ser especiales. A veces te va bien de entrada y conseguís exactamente lo que querías y parece que va a funcionar todo. Pero, por ejemplo, “A Perfect Miracle” fue una canción tan complicada que creía que no la iba a terminar jamás. Y eso que este es un disco con canciones sencillas. Conseguí que funcionara diez minutos antes de rendirme.

¿Pensaste en abandonar?
Sí, pensé en algún momento dejar todo. Siento que en este disco di todo lo que tenía, no me quedó nada. Gasté todo mi dinero y consumí toda mi energía. Sé que a veces te las podés arreglar con cosas más baratas, no soy estúpido, pero no tenía intenciones de abaratar la manera de hacer mis discos. El otro día pensaba que, cuando te volvés viejo, la presión se vuelve sistemática. Cuando sos joven, al menos encontrás una novedad al verte envuelto en ese tipo de situaciones. Cuando sos viejo ya sabés qué es lo que te va a pasar con esas obsesiones y locuras.

And Nothing Hurt tiene una conexión clara con Ladies and Gentlemen We Are Floating in Space.
Cuando salió Ladies and Gentlemen…, no lo tocamos nunca en vivo. En 1997 no estábamos ni cerca de tener la plata necesaria para poder hacer eso en un escenario. Y hace dos años decidí hacer unos shows tocándolo para ponerme en sintonía con lo que quería en este disco. Cuando empecé a grabar And Nothing Hurt en casa ya sentía que sonaba más o menos parecido a Ladies and Gentlemen… Y necesitaba ponerme en sintonía sobre cómo era tocar con un coro góspel y una orquesta de quince personas. Y me fue bien, me di cuenta de que el disco podía llegar a tocarse en vivo.

“Me encanta el hecho de que la música que escuchás afecta tu personalidad, tu forma de expresarte y hasta cómo caminás. La música que amás habla de cómo te relacionás con el resto.”

¿Reflexionás seguido sobre tu música y tu carrera?
Tal vez miro demasiado el pasado, aunque nunca escucho mis discos viejos. Creo que es algo importante. Me encanta cómo funciona mi música y el efecto que provoca en la gente. Me encanta el hecho de que la música que escuchás afecta tu personalidad, tu forma de expresarte y hasta cómo caminás. La música que amás habla de cómo te relacionás con el resto. Cuando editás un disco, ya no te pertenece y se vuelve parte del universo. Me encanta ese lado de la música. Hace dos semanas fui a ver a Kris Kristofferson y me volvió loco ver cómo el público cantaba todas las canciones. Ahí te ponés a pensar que esas canciones ya no le pertenecen más a él y son de la gente. Me encanta eso. Y viene con la responsabilidad, que yo siento personal, de llevar las cosas un poco más allá. No lo pienso en términos de carrera, sino que tengo la necesidad de hacerlo porque siento que es lo correcto.

Spiritualized
And Nothing Hurt
(Fat Possum)

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