Entrevista a Jeremy Rifkin

Los Inrockuptibles
Los Inrockuptibles
Published in
11 min readJan 13, 2016

En la época de la “muerte de Dios” son los científicos, teóricos sociales, filósofos y economistas los que a veces vienen a llenar el lugar antes ocupado por los viejos profetas del antiguo testamento. Jeremy Rifkin ha dedicado una vida entera a analizar el presente y a predecir el futuro de la vida moderna. Un profeta laico en la era del capitalismo tardío.

Rifkin vuelve a la carga en su libro con un espíritu que recuerda a las obras que lo hicieron más conocido como El fin del trabajo (1995), El siglo biotecnológico (1998) o La tercera revolución industrial (2011). Si en el primero de estos libros alertó sobre las consecuencias de la automatización en el trabajo, para luego señalar el peligro de la falta de ética en la sociedad biotecnológica en crecimiento, y después trazó el mapa del posible porvenir de la sociedad industrial, en su último libro cuenta la historia de un futuro que ya está aquí: La sociedad de coste marginal cero.

¿Pero qué es esta sociedad futura que ya se encuentra entre nosotros? Rifkin profetiza nada menos que un lento pero seguro “declive del capitalismo” de la mano de la economía colaborativa que posibilitan el abaratamiento de la tecnología, las impresoras 3D, celulares, computadoras, los e-books que circulan gratis de un lugar a otro del mundo, etc. Se avecina un mundo híbrido en el que convivirán el capitalismo que ya conocemos con una economía colaborativa y gratuita que puede llegar a ser mucho más creativa e interesante, según Rifkin. Pasamos de la producción para las masas a la producción de masas: en el reino de la Internet “el prosumidor” es rey.

“Es cierto, Google o Facebook son monopolios. Pero también son herramientas que millones de personas usan cotidianamente y producen bienes públicos.”

Como sostiene Rifkin, las poderosas fuerzas sociales desatadas por la naciente sociedad de coste marginal cercano a cero son disruptivas y liberadoras al mismo tiempo. Y si bien es muy improbable que se puedan detener o invertir esta nueva etapa no irrumpirá de la noche a la mañana. Como todo proceso económico y social de gran alcance, este es lento; y así como la Edad Industrial evolucionó a lo largo de los siglos, la Edad Colaborativa avanza incorporando pedazos de etapas anteriores hacia una comunidad humana más justa y sostenible.

A veces es difícil leer a este tipo de autores hipermodernos desde el extremo sur subdesarrollado. Se nos habla de un mundo por venir de cambio e innovación pero la difusión de las ideas va más rápida que la globalización del bienestar social. Pero el progreso es un sueño eterno, y es lindo imaginar que la utopía está a la vuelta de la esquina.

Y si bien es verdad que la futurología no viene con garantía divina ni es una ciencia infalible, no es menos cierto que puede iluminar en alguna medida sobre hacia dónde vamos. Pero por sobre todo, y de seguro, textos de autores como Jeremy Rifkin funcionan como documentos contemporáneos de cómo imaginamos en el presente qué será el futuro. Que la historia y el progreso lo juzguen. / Tomás Borovinsky

ENTREVISTA> En La sociedad de coste marginal cero profetizás la mutación del capitalismo hacia una economía horizontal del compartir, de la gratuidad y de la abundancia, en la que los consumidores se volverán también productores de bienes o “prosumidores”. ¿No pensás que estamos muy lejos de lo que describís?
Esta mutación está en marcha, pero todavía la gente no lo nota. Se ve mejor en Alemania, donde el ciclo de la energía carbón-petróleo llega a su fin. El ciclo del carbón-petróleo ya alcanzó su cima y ahora vuelve a descender. Una economía basada en este tipo de energía ya no puede crecer. Casi todos los productos están hechos a partir del petróleo. La escasez del petróleo va a hacer que los precios de todas las mercancías suban, lo que va a ralentizar más aún la economía. Estamos en los últimos años de ese ciclo, y es convulsivo, como lo muestran las distintas crisis.

“Hacia mediados del siglo XXI el capitalismo tradicional convivirá con la economía del intercambio. La economía mundial será híbrida.”

¿Cuándo va a tener lugar la transición hacia un nuevo ciclo de energías sustentables y de la economía del intercambio?
De acá a veinticinco o treinta años, creo. La economía del intercambio todavía está en un estado embrionario, pero es el primer cambio de paradigma desde la revolución industrial, lo que lo vuelve un hecho histórico. Por el momento, la economía del intercambio coexiste con la economía capitalista tradicional. Mi hipótesis es que hacia mediados del siglo XXI el capitalismo tradicional compartirá la escena con la economía del intercambio y del compartir. La economía mundial será híbrida.

Según tu visión en esta nueva economía, el coste marginal desaparecerá y los productos serán gratuitos, intercambiables…
En la historia, las nuevas tecnologías siempre aparecieron al mismo tiempo que las nuevas fuentes de energía y los nuevos medios de transporte. Y los nuevos medios de transporte y las nuevas energías siempre produjeron nuevas eras en la economía. En el siglo XIX, revolución industrial: se pasó de las máquinas manuales a las máquinas de vapor, se inventó el telégrafo, aumentó la producción de carbón, bajó el precio del carbón. Carbón y vapor llevaron a la creación del ferrocarril. Se pasó de una economía local a una economía nacional. Luego, vinieron los Estados-nación, las grandes empresas, las sociedades anónimas, porque las redes del ferrocarril o de telégrafo requerían grandes inversiones. Este capitalismo industrial estaba estructurado por grandes entidades verticales para administrar estas nuevas energías y estos nuevos transportes a escala nacional. Luego, en el siglo XX, se inventó el teléfono, la televisión, el petróleo, todo esto llevó al auto, a los camiones, a la infraestructura rutera, etc. ¿Qué pasa ahora en China, en Alemania? La tercera revolución industrial. La nueva tecnología de la comunicación, Internet, pronto va a volverse el Internet de los objetos. Internet transforma las comunicaciones: teléfonos móviles, GPS, autos inteligentes, etc. Las grandes empresas como IBM, Cisco, GEC, están creando infraestructura informática instalando sensores en todos lados: campos, fábricas, rutas inteligentes, negocios, casas inteligentes, etc. Si partimos de la hipótesis de que las grandes multinacionales van a mantenerse neutras y no van a atribuirse un monopolio (soy consciente de que esta hipótesis es frágil), esta red informática va a permitir cosas enormes.

“No soy ingenuo; sé que tomará mucho tiempo y que es muy difícil cambiar las subjetividades, atravesar obstáculos, convencer a aquellos que se benefician de la situación actual. Si pienso demasiado en esas dificultades, se vuelve complicado. Pero prefiero mantenerme optimista.”

¿Tu visión es realista o utópica? A veces parece ciencia ficción… Por ejemplo, cuesta pensar en que cualquiera va a poder producir objetos en su casa con una impresora 3D.
¡Eso ya existe! La gente no fabrica objetos hipersofisticados pero sí objetos simples. La economía gratuita del compartir ya se las agarró con las grandes multinacionales de la música, y también ya está modificando el paisaje de la prensa y de la edición. Napster, YouTube y Wikipedia encarnan esta nueva economía del intercambio. Con Internet, democratizamos las comunicaciones, la información, la música, muchos individuos crearon su blog, su música, sus videos, todo esto con un coste marginal cero. La comunicación gratuita de Internet va a combinarse con la energía gratuita y la producción de objetos gracias a las impresoras 3D por un coste marginal nulo. Mirá el ejemplo de Alemania: muchas casas y muchos edificios producen su propia energía con un coste marginal cero. Claro, hay costos para arrancar, hay que instalar los paneles solares, etc., pero una vez que fue hecha esa primera inversión, los costos bajan. Pagados los costos fijos de instalación, la energía solar no cuesta nada. Las grandes empresas alemanas de energía pasaron por la misma situación que las multinacionales del disco: perdieron partes del mercado por culpa de los individuos que producían e intercambiaban su energía. ¿Quién habría pensado que eso era posible? Sin embargo, está sucediendo. Y Alemania no está sola; California también lo está haciendo. Las cosas están cambiando.

¿Y la producción de objetos en 3D?
El software es gratuito, los jóvenes intercambian los programas así como distintos tipos de información por YouTube, Wikipedia, etc. Para producir objetos, usan papel reciclado, es decir, desechos gratuitos. Individuos y asociaciones sin fines de lucro empiezan a producir bienes por el sistema de Internet y de la impresora 3D. El presidente Obama quiere que cada escuela estadounidense esté equipada con una impresora 3D. De acá a diez años, todos los niños tendrán esa impresora. Irán a la escuela con su impresora, sus materiales reciclados y fabricarán productos. Los mejores fabricarán objetos cada vez más sofisticados, harán ellos mismos smartphones por ejemplo, que luego venderán o intercambiarán. Salvo que se prohíban las impresoras 3D, será así. El sector más representativo de esta evolución hacia una nueva energía y una nueva economía del intercambio es el auto. En mi generación, el sueño era poder comprarse un auto. A los jóvenes de hoy no les importa tener un auto, lo que quieren es acceder a la movilidad. Por cada auto compartido, quince autos son eliminados de la producción. Si Internet y la cultura del compartir siguen desarrollándose, se podrá reducir el 80% de la producción de autos en el mundo. Hay mil millones de vehículos en la tierra; podemos suprimir 800 millones, y los 200 millones restantes serán eléctricos y compartidos.

“Casi todos los productos están hechos a partir del petróleo. La escasez del petróleo va a hacer que los precios de todas las mercancías suban, lo que va a ralentizar más aún la economía. Estamos en los últimos años de ese ciclo, y es convulsivo, como lo muestran las distintas crisis.”

¿Cómo es posible una sociedad sin costes ni ganancias?
La economía futura no será 100% gratuita. Un sector comercial, con costos, precios y beneficios, subsistirá junto a la nueva economía del intercambio. Mirá la evolución de la industria. En las fábricas, los robots y las computadoras cada vez más reemplazan a los hombres. El sector de bienes y servicios sigue también esta evolución: muchos sectores de la economía están automatizados, los softwares hacen cada vez más las tareas en lugar de los hombres. En los próximos treinta años, habrá un solo sector productor y creador de trabajos: la edificación del sistema mundial del Internet de los objetos. Ahí habrá miles de empleos. Luego, habrá que transformar nuestra red energética de lo mecánico a lo digital. Y luego habrá que transformar la red de transporte, pasar de vehículos con nafta a vehículos eléctricos, construir rutas inteligentes, instalar tomas eléctricas cada dos o tres kilómetros, etc. Nuevamente, ahí hay muchos empleos. Todas las industrias deberán transformarse a gran escala.

¿Quién va a invertir en todos estos trabajos masivos? Los Estados nacionales están endeudados hasta el cuello…
Cuando los gobiernos dicen que no hay más dinero, que hay que ajustar, ¡es absurdo! ¿Sabés cuánto se invierte en infraestructuras europeas cada año? ¡780 mil millones de euros! El problema es que esa plata está puesta en las viejas infraestructuras de la segunda revolución industrial: la industria de las energías fósiles, las grandes empresas de telecomunicaciones… No quieren morir, y es comprensible. Pero si solo el 15% de esas inversiones fueran hacia las nuevas infraestructuras ecológicas y digitales, podríamos construir las nuevas redes en veinte años.

Si la nueva economía es horizontal y todo el mundo se volverá “prosumidor”, ¿quién regulará ese escenario?
Vamos a necesitar instancias reguladoras. También habrá que evitar que sociedades como Google o Microsoft se hagan de un monopolio en esta nueva economía. Entiendo las críticas que dicen que las nuevas tecnologías son lo peor del capitalismo, con ejemplos como Google, Facebook, Twitter, etc. Pero también hay que ver que con Google vienen entidades como Wikipedia, una herramienta colectiva, interactiva, democrática y gratuita. Google, Twitter, YouTube y otras son grandes emporios capitalistas, seguro, pero permitieron que millones de personas pudieran volverse prosumidores de música, de información, de videos… lo que causó el fin de sectores enteros del capitalismo. Google se enriqueció pero otros quebraron. Es cierto, Google o Facebook son monopolios. Pero también son herramientas que millones de personas usan cotidianamente y producen bienes públicos. Habrá que inventar las instancias supranacionales que regulen este sector de Internet para que siga siendo de interés general. Estas instancias también tendrán que proteger los datos personales de cada uno. ¿Es imposible? ¿No se puede ganar? La industria musical hizo de todo para impedir la circulación de música en Internet y fracasó. No se puede ir en contra de las tendencias masivas.

“La comunicación gratuita de Internet va a combinarse con la energía gratuita y la producción de objetos gracias a las impresoras 3D por un coste marginal nulo.”

Cuando uno mira la actualidad solo ve injusticias, guerras, masacres, problemas económicos y sociales, rivalidades asesinas entre Estados o entre diversos grupos, la mayoría de las personas vive en la miseria… ¿No sos demasiado optimista? Y tu visión, ¿no concierne solo a los países occidentales más desarrollados?
Mis libros son realistas, no los considero utopías. No digo que la nueva economía ecológica y digital vaya simplemente a solucionar todo, pero va a mejorar muchísimo las cosas. Tomá el ejemplo de China. En mi libro anterior, fui muy duro con China: no esperaba nada de este país en cuanto al desarrollo sostenible. Y luego, de repente, las autoridades chinas se pusieron a considerar la tercera revolución industrial y la nueva economía. Millones de chinos van a poder producir su propia electricidad con lo solar, lo eólico, la biomasa. Ban Ki Moon, el secretario general de la ONU, quiere que el mundo se equipe con redes de energía sustentable, es la herencia que quiere dejar. Además, la ONU estima que las redes sostenibles podrán ser establecidas de forma más rápida en los países en vías de desarrollo porque no tienen infraestructuras. Antes se pensaba que los teléfonos celulares se iban a vender sobre todo en Occidente, y no fue así. Actualmente, se está equipando a pueblos africanos y asiáticos con paneles solares. Hay start-up en esas regiones, a menudo fundadas y dirigidas por mujeres. A las mujeres les compete esta revolución de Internet y de la energía porque va a contribuir a liberarlas. Como en Occidente, donde la electricidad contribuyó a la liberación de las mujeres. Mi campo de reflexión concierne a todas las zonas del mundo, no solo a Occidente.

Los Estados Unidos son un país crucial en la transición energética del mundo. Sin embargo, rechazó firmar todos los protocolos sobre el clima, aunque Obama ahora parecería darle vuelta a estos temas. ¿En qué están?
Me frustra mi país. Sin embargo, ahí fue donde se creó Internet. Pero con el shale gas los Estados Unidos están estancados en las energías fósiles. Es exasperante porque el shale gas es una burbuja que explotará mucho antes de lo que se piensa. Los Estados Unidos y Canadá están atados a energías del siglo XX, que encontrarán su final de acá a veinte o veinticinco años. Les convendría invertir en la tercera revolución industrial. Espero que California, pionera en energías sustentables, lleve a los Estados Unidos por el buen camino. No será fácil, habrá que luchar contra el lobby petrolero que es muy poderoso y que dará una guerra sin cuartel.

Tu visión es, en teoría, muy prometedora. ¿Sos optimista respecto de su concreción?
No soy ingenuo; sé que tomará mucho tiempo y que es muy difícil cambiar las subjetividades, atravesar obstáculos, convencer a aquellos que se benefician de la situación actual. Si pienso demasiado en esas dificultades, se vuelve complicado. Pero prefiero mantenerme optimista. Si la tercera revolución industrial está en marcha en Alemania, en Dinamarca, en el norte de Francia, en China, ¿por qué no podría estar en marcha en todo el mundo? El dinero está, las nuevas tecnologías también. Y hay que empezar ahora, no en diez años.

-

Jeremy Rifkin
La sociedad de coste marginal cero
(Paidós)
464 páginas. Traducción de Genís Sánchez Barberán

--

--

Los Inrockuptibles
Los Inrockuptibles

El medio para los que hacen — Música, cine, libros, artes y más.