Entrevista a Martín Garabal

Desde hace más de una década, en distintos formatos, plataformas y registros, Martín Garabal fue puliendo un estilo personal con el que supo poner al humor contra las cuerdas del absurdo. Del segmento “Famoso” que lo hizo célebre hasta su exitoso presente radial con “Últimos cartuchos” junto a Migue Granados, este hábil comediante delineó un camino cuya última parada es “La vida real”, un libro de historietas y dibujos varios.

Los Inrockuptibles
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9 min readJun 19, 2018

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Por Juan Manuel Domínguez

Foto Tomás Russi

El proyecto se llamaba “Las aventuras de Batman gaucho”. Lo vio Adult Swim. Llegó a Atlanta, a esas oficinas donde se aprueban cosas. Se trataba de separadores que implicaban, claro, a Batman retirado, de poncho y tan solo pudiendo demostrar su intensidad frente a un pingüino (de vino). No sucedió. Pero es una de las cientos de ideas que desprendió –como esquirlas– Martín Garabal antes (su dupla con Andrés Martínez Herrera, generadora de animaciones varias; el libro de cómics Grandes Éxitos y primeros absurdos de Martín) y después (de su paso en la TV privada y pública hasta Últimos cartuchos, el programa de radio que conduce junto a Migue Granados).

“En la radio la ironía tiene que ver con incrementar el caudal, exagerar condiciones de un personaje. Y aún así hay gente que tiene problemas con la ironía: ‘No se entiende’, dicen.”

Garabal ahora acaba de editar La vida real, un libro de historietas, de ilustraciones, de divagaciones (“pulsiones”, les dice él) que establecen el puente perfecto entre varios Garabal. Aquel que pasó por ESPN, o el de su ya mítico segmento Famoso, donde jugaba al periodista amateur, el de Tomate la tarde (donde, entre muchas cosas más, deliró en público a Nik y sus choreos) y que hace milagros en Instagram como el “pistolita pum pum” (que incluye un fusilamiento involuntario y un sticker de “sorry” desde el Hospital Santojanni), o con el único Mundial que le interesa (el relato futbolero de palomas peleando por migas).

ENTREVISTA > ¿De dónde nace tu forma de hacer humor?
Los que somos de mi generación tenemos un problema porque muchos de nuestros referentes y las cosas que nos gustaban cuando éramos pendejos y adolescentes existen en la actualidad y no son muy agradables de ver. Imaginate que me gustaban, por ejemplo, Alfredo Casero, Roberto Pettinato y Mario Pergolini, y no sé si me siento representado por ellos ahora. Se atrincheraron en formas de pensar que no evolucionaron en algunos sentidos. Entonces, no sé si ahora tengo un referente local disruptivo. De afuera, Ricky Gervais, The Whitests Kid U’ Know, Key & Peele, Arrested Development, Community

La base de tu humor tiene que ver mucho con lo “meta” con entender y alterar, ya sea las etiquetas de Instagram o el chiste del notero inexperto. ¿Es algo que buscaste o es la única forma en que te funciona la comedia?
Parte de lo que hago es bastante “meta”, sí. Pero me gusta la incomodidad. No me sale de otra manera. Siempre es una parodia de algo. Ayer hablaba con un comediante de La Plata que es mucho más popular que yo y le decía que no me gusta tanto la idea redonda, me gusta desconcentrar, mientras que él apunta a lo otro, al hueso. Subimos el mismo video y a mí me fue bien cuando lo subí, y a él, aunque le fue mejor, como era un casting filmado, la gente le decía “mucha suerte”. Yo convivo con esa idea de que no estén todas las respuestas, que siempre haya algo que tenés que decodificar. Hay que reconciliarse un poco con esa idea.

“La vida real”

¿Te interesa ser popular?
Lo único que me interesa es poder hacer lo que se me cantan las bolas de la mejor manera posible. Tener el presupuesto para hacer determinadas series y contenidos. No veo que gente que sea más popular que yo tenga esa suerte. No es que veo actrices o actores que generan más recursos. Malena Pichot es la más popular de los que emergieron y no tiene mucho más presupuesto para hacer más series. Tiene mucha más repercusión. Tenemos una industria inexistente, es un mercado muy chico. Todos los que hacemos esto lo hacemos porque nos gusta, y nadie tiene mucha más guita para producir. Al principio pensé que la popularidad me interesaba, pero después descubrí que no.

¿Y la fantasía snob de “cuándo tendremos un late night decente”?
Es que yo esas fantasías las fui perdiendo en el laburo del día a día. Hay colegas y compañeros que tienen esa aspiración o duda: “¿Por qué no hay un late night?”. Porque acá no funcionaría. Y tampoco me creo merecedor de eso.

“Yo no tengo que hablar de nada, ni de esto ni de aquello. Siempre te quieren correr por que sos una pseudo-figura pública. Lo que pasa que hoy somos miles… Está lleno de desconocidos con millones de seguidores. Hoy el mundo es así.”

¿Por qué crees que no funcionaría?
Porque estamos más acostumbrados a la dinámica del error. Estamos más atentos al “Uh, ¿viste que en tal programa de panelistas se cayó uno?”. Hay algo de esa mecánica perfecta y afinada de la televisión yanqui que acá nos queda muy fría. Y una cosa es ver el star system de Estados Unidos, que es enorme y te permite tener cincuenta episodios donde van grandes figuras de allá, y otra es acá, donde en el primer programa tenés a Darín, al quinto a una melliza griega y ya está. Acá la tele es muy desoladora… Tuve tres experiencias, una en cable en ESPN, una en Telefe (Sin codificar) y una en la TV Pública. Te mata la moral al toque. “No se puede producir esto que vos querés, tenemos una hora de isla, de seis a siete, y te podemos mandar un cámara, lo tenés que resolver en dos horas”. No hay tiempo. No podes sistematizar un formato.

¿Cómo vivís entonces la posibilidad de la radio con Últimos cartuchos?
Hasta ahora es el mejor trabajo que tuve, con un sueldo y compromiso diario, con una inmediatez tremenda. Parece un lugar común, pero el vínculo que se genera es muy fuerte. Es la potencia de laburar con alguien como Migue, que tiene una procedencia tan distinta a la mía que a veces la conexión es casi “Bluetooth”, de tan perfecta, y otras nos sacamos chispas de verdad. Yo sé lo que es querer a alguien que escuchás todos los días, porque yo hago eso.

“La vida real”

El libro La vida real marca tu recorrido en la comedia. ¿Cuán difícil es establecer tu código cuando a veces parece que la comedia mainstream va por otro lado?
Necesariamente, por más que haya gente que disfrute de mi comedia y otra a la que le parezca una mierda, siempre ocupé el rol del “gracioso” en los grupos donde estuve, incluso en mi familia (donde el humor no tiene demasiado límite, y eso recién lo entendés cuando lo ves de afuera, con un psicólogo o lo que sea). El humor se coló en todas las cosas de mi vida de manera inconsciente, pero cuando lo bajás a un método o sistema vienen los problemas sobre de qué manera vas a hacer humor. Hay un humor que es el más fácil, más chabacano, de bardear al otro, que está al alcance de la mano. Al bajarlo a series, historietas y radio fui dosificando y descubrí que era una buena vía para hablar de otras cosas. El libro llega como la necesidad de encontrarle un destino a algo que era pura catarsis. A veces para disipar angustia, otras para probar una idea, pero yo tengo una relación con el dibujo súper pulsional. Hoy no necesito tanto decodificarme a través de los cuadernos. Ya puedo volcar cosas así en un Instagram, por ejemplo.

“Los que somos de mi generación tenemos un problema porque muchos de nuestros referentes y las cosas que nos gustaban cuando éramos pendejos y adolescentes existen en la actualidad y no son muy agradables de ver. Imaginate que me gustaban, por ejemplo, Alfredo Casero, Roberto Pettinato y Mario Pergolini, y no sé si me siento representado por ellos ahora.”

¿Dónde empezaste a mostrar esa faceta?
En el libro Grandes éxitos de 2006, que salió con algunos cortos de la facultad que tuvieron buena repercusión. Eso vino antes de las redes sociales, de la época de los blogs y los fotologs. Ahí nosotros movíamos el libro, aparecía la comunidad, ya nos reíamos con los posteos, con la forma en que dejamos los comentarios, desde la gráfica. En radio no existe la cara, y parece una boludez decirlo, pero con la mirada se reafirma cuando algo es irónico. En la radio la ironía tiene que ver con incrementar el caudal, exagerar condiciones de un personaje. Y aún así hay gente que tiene problemas con la ironía: “No se entiende”, dicen. De hecho, en la gráfica pasa lo mismo. Y más aun en Internet. Ese es uno de los desafíos: ¿Cómo lograr contar el mensaje y que te entienda la gente? ¿Me interesa que me entiendan todos o me interesa que el que no lo haga se vaya a lavar el orto?

¿Cómo ves el stand up en Argentina?
Yo no me río mucho con el stand up. Quizás porque tiene esa mecánica de máquina perfecta; por cómo funciona hay algo de eso que no me lo termino de creer. El dispositivo lo veo medio rígido. Sí valoro mucho a la gente que lo hace, independientemente que me guste o no. Pero no es un tipo de formato que iría a ver si no me invitara alguien que lo hace.

“La vida real”

El libro tiene una marca generacional en sus referencias, desde Los Simpsons a cierta angustia personal…
En un momento, el libro era mucho más abajo. Me di cuenta de que estaba angustiado sin saber por qué. Tenía miedo que no fuera representativo de lo que es mi vida hoy. Nunca imagine cómo la gente lo iba a leer. Algunos conectan con momentos que están contados en el libro, y agradecen como si yo hubiera atravesado algo y llegado a algún lugar. Como si fuera un libro bizarro de autoayuda. Ni en pedo quería eso. Yo estaba acumulando dibujos y matizando cosas que me pasaban con otras cosas más graciosas.

Esa observación, esos miles de fans en redes, ¿hacen difícil que te relajes? ¿Te hacen sentir responsable de lo que colgás en redes?
En un momento pensé que sí, pero hoy reniego de esa idea. Soy mis torpezas, miserias y falencias. Te dicen “vos no podes decir esto”. ¿Por qué pensas que te hablo a vos? A veces te duele, te ves dando explicaciones y preocupado porque te quiera el que no te quiere. Eso se acaba cuando apagás el celular. Tengo que hacer lo que quiera, no dar explicaciones, en la medida que pueda, y cumplir con mi trabajo. Uno se confunde porque se te exige eso: me piden compartir que desapareció un amigo de alguien y lo pongo en una story. Y una chica me escribe “¿también podríamos hablar de esto, no?” (me manda la captura de un padre en huelga de hambre). Yo no tengo que hablar de nada, ni de esto ni de aquello. Siempre te quieren correr por que sos una pseudo-figura pública. Lo que pasa que hoy somos miles de pseudo-figuras… Está lleno de desconocidos con millones de seguidores. Hoy el mundo es así.

“Lo único que me interesa es poder hacer lo que se me cantan las bolas de la mejor manera posible.”

¿Pierde la comedia con esto? ¿Un tuit gracioso es comedia?
Sí, entiendo y comparto. Por eso mi búsqueda actual es ir a lo slow. Me obsesionó la corta duración desde Famoso, con cinco minutos. Quiero contar a fuego lento, matar la inmediatez. El libro es una manera de ir para ese lado, y la radio y sus tres horas es otra manera. Y en el audiovisual todavía me cuesta, porque es plata y tiempo. Quiero huirle a la inmediatez, que trae muchos equívocos, problemas y se vuelve descartable. Por eso la tele muere de forma lenta y aparatosa, al menos para nuestra generación. ¿Qué sentido tiene hacer un chiste en tele si va a llegar siempre tarde y va a ser menos gracioso?

La vida real
(WaiComics)
144 Páginas
> waicomics.mitiendanube.com/libros/martin-garabal-la-vida-real/

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