Entrevista: Gang of Four en Buenos Aires
Antes de su primera visita a Argentina, Andy Gill repasa los inicios de Gang of Four, hace un balance de estos años de solitario miembro original en la banda, saca a relucir su anecdotario como productor de los Red Hot Chili Peppers o Michael Hutchence y reflexiona sobre el compromiso político en la música actual.
Por Santiago Delucchi
Es probable que no haya un mejor relato sobre Gang of Four que el de Simon Reynolds en su libro sobre post punk. Básicamente dice todo lo que hay que decir. Coloca en un pedestal –ya como decreto consensuado– el disco debut del grupo: Entertainment! (1979). Da una idea de todas las sensaciones que transmite su música: la furia que se contiene y se libera por cortes mínimos y precisos, las piezas sueltas que se encajan en un solo sistema, el sonido fabril y abrasivo. Y examina cada una de las partes: Andy Gill (el de esa guitarra que parece una cuchilla y hace anti-solos con ruidos inusuales), Dave Allen (el de ese bajo que rellena huecos con groove y se roba el funk para siempre), Hugo Burnham (el de esa batería que no se cansa de mantener un pulso duro y severo) y Jon King (el de esa voz que canta con la cabeza inflamada y desnuda al mundo con la retórica marxista). Reynolds se entusiasma tanto que llega a pintarlos como unos Clash mejorados.
La nostalgia, sin embargo, no es igual para todos. Un par de libros después, en Retromania, el mismo autor cuenta cómo rompió su regla de no ver bandas que se reúnen. Ese fue el primer y único regreso con la formación original, en 2005, que vino acompañado de un disco en el que regrabaron sus primeras canciones (Return the Gift). Poco después se bajaron Allen y Burnham. Se reformaron y sacaron otro álbum, Content (2011), que significó la despedida de King. Y entonces Gill, que ya desde los años 80 venía sacando chapa de productor, quedó como capitán indiscutido. Configuró un disco con cantantes invitados y título alusivo: What Happens Next (2015). Y ahora, justo antes de su debut en suelo porteño, prepara un nuevo lanzamiento: Complicit, un EP que tiene en la tapa a… ¡Ivanka Trump! Del otro lado del teléfono, Andy asegura que hay menos cinismo de lo que uno se imagina en esa decisión. Y de paso empieza a calentar los motores para la entrevista: “Hay algo que me llama la atención y que pocos mencionan. Y es que Trump, por sobre todas las cosas, es un gran entretenedor. Estamos hablando de alguien que sabe de comedia. Por supuesto que todo lo que representa, política e ideológicamente, es horroroso. Me parece que su elección, mal que nos pese, permite mostrar otras cosas”.
ENTREVISTA > ¿Cuál es la prehistoria de Gang of Four?
Todo comenzó como un juego entre Jon y yo. Siempre nos gustó hacer música, pero la verdad es que no lo tomábamos muy en serio. Éramos unos estudiantes de arte que básicamente hacían lo que les daba la gana. Nos juntábamos a tocar, a veces con otros amigos, pero todo se reducía a lo que nos hacía reír. Básicamente hacíamos canciones que se nos ocurrían a raíz de alguna situación graciosa o de algún personaje que nos cruzábamos por ahí. Eso cambió de lleno cuando Jon y yo viajamos a Nueva York, en 1976, gracias al dinero que obtuvimos de unas becas de estudio. Allá nos recibió Mary Harron, una de las periodistas fundadoras de Punk Magazine. Ella nos introdujo en la escena que se había gestado alrededor del CBGB. Nos hicimos amigos de los integrantes de la banda de Patti Smith. Y de los de Television. También conocimos a John Cale: para nosotros era fascinante merodear el mundo de Velvet Underground.
¿Esa experiencia neoyorquina fue lo que los incentivó a formar el grupo?
Sí, el viaje terminó siendo determinante. Creo que allá todos dieron por sentado que teníamos una banda. Y eso fue lo que hicimos, finalmente, apenas regresamos a Inglaterra. ¡Se nos había metido en la cabeza! Es que veníamos de ser testigos de esa ebullición musical y sabíamos que nosotros también éramos capaces de hacerlo. Ver en vivo a esos grupos, aún incipientes y a la vez tan decisivos, nos ayudó mucho. Entonces encontramos un baterista. Dimos algunos conciertos y apareció el bajista que necesitábamos. Esta vez la cosa iba en serio. Armamos una sala de ensayo, que llegamos a compartir, casi como una cooperativa, con otros compañeros de la facultad: primero The Mekons y luego Delta 5.
“Hay una parte de nuestra audiencia de mayor edad, que nos conoce desde hace tiempo. Pero la gran mayoría parece más joven; son personas de veintipico o treintipico. Y creo que parte de la razón de eso es porque varias bandas hablan de lo mucho que les gusta Gang of Four.”
¿Cómo eran esos primeros ensayos, cuando todo empezaba a cobrar forma?
Muchas cosas surgieron ahí mismo, en ese trajín de tocar y tocar. Mi idea era que cada instrumento tenga igual importancia que el otro, que todo sea parte de un engranaje total. Así creamos una dinámica propia, diferente, con nuestros ritmos y cortes, nuestros ruidos y espacios, nuestra visión de las cosas. Seguíamos siendo estudiantes de arte, pero teníamos la cabeza y el cuerpo puestos en la banda. Comenzamos a componer sin parar, con otra perspectiva. Jon traía algunos textos. Pero también solíamos hacer cosas juntos: él escribía una línea y luego yo otra, así, sucesivamente y de manera intercalada.
La historia de Gang of Four es uno de los puntos embrionarios del post punk. ¿En aquel momento usaban ese término?
No, no recuerdo haber usado esa expresión en ese entonces. Cuando aparecimos con Gang of Four, solían describirnos como punk funk. No sé bien cuándo se generalizó lo del post punk. Y tampoco sé si encajamos exactamente en esa categoría. Sé que no somos punk… El punk era otra cosa: Ramones, Sex Pistols, The Damned. Y lo nuestro, claramente, era distinto. Creo que la banda que más tenía que ver con nosotros, a mi entender, eran los Talking Heads.
El post punk profundizó bastante más que el punk, no sólo en lo musical –sumó groove y diversidad, gracias a sus fusiones con la música negra–, sino también en cuanto al contenido de sus letras. ¿Qué posición política era la que mejor los representaba?
No éramos anarquistas, como otras bandas. Nuestra formación política siempre tuvo más que ver con el marxismo, aunque eso tampoco nos condicionó. Creo que siempre fuimos claros con nuestra posición: sabíamos a quién convenía votar y qué decisión tomar, sin tener que hacer campaña o apoyar a algún candidato. Nunca militamos en un partido ni nos alineamos bajo ninguna bandera. El pensamiento marxista no sólo sirve para forjar una opinión del mundo… En nuestro caso, además, nos valió para escarbar en los aparatos ideológicos, rastrear significados ocultos, jugar con eso que puede esconderse en un anuncio publicitario o en un medio de comunicación masiva.
¿Sentís que hay una falta de compromiso político en los artistas de rock que les siguieron?
Puede ser. Mi sensación es que, en general, las bandas de rock comenzaron a tener miedo de aburrir al público. Y por eso, quizás, no se animaron tanto a comprometerse políticamente. Eso pasó sobre todo en los años 90. Hoy es difícil identificar bandas o artistas que apuesten ir por ese lado. A lo mejor hay que correr el foco del rock… Hace no mucho, por ejemplo, leí que Pharrell Williams nos citó como una de las influencias del regreso de N.E.R.D. Su nuevo álbum tiene una carga más política. Me agrada que pase eso.
Influenciaron a varias bandas que tuvieron éxito en los años 90, como R.E.M. y Nirvana…
Sí. También a Rage Against the Machine. Pero creo que son casos distintos.
“No me gusta decir que Gang of Four es mi banda, pero lo cierto es que yo siempre me ocupé de proveer la música que tocamos. El grupo, en todo caso, lo creamos Jon y yo. Y bueno, Jon ya no está. Pero no me molesta, porque él siempre fue un poco así, algo incierto.”
Y a los Red Hot Chili Peppers, a los que además llegaste a producirles su álbum debut. ¿Qué te acordás?
Más que recuerdos, tengo cicatrices (risas). Era su primera vez en un verdadero estudio de grabación. Y eso claramente se notaba. Hubo algunas discusiones, en gran medida por las dudas que tenían. Entonces yo tenía que explicarles algunas cosas que iba a hacer, como cuando quise comprimir las voces… Anthony Kiedis pensaba que su voz iba a sonar más baja o menos poderosa si le ponía un compresor. Por momentos se complicaba, sobre todo con él, porque estaba atravesando una fase de drogas. Una vez, Anthony llegó al estudio, después de borrarse por un par de días, justo cuando habíamos decidido agregar una guitarra acústica en uno de los temas. No le gustó nada y fue directo a romperla. Apenas él se marchó, conseguimos otra guitarra y terminamos grabándola (risas). Al final, creo que logré ayudarlo. Incluso le contraté a un entrenador vocal. Fue una experiencia bastante alocada, pero nos enriqueció a todos. Tengo muchos recuerdos… Tal vez me anime a escribir un libro.
Gang of Four tuvo varias reencarnaciones. Y en todas estuviste al frente. ¿Te molesta ser el único sobreviviente?
No, porque no veo otra posibilidad. Es que el regreso de Gang of Four se volvió algo definitivo para mí. Y eso lo sentí ya en 1995, cuando comencé a colaborar con Michael Hutchence, para lo que terminó siendo su debut y único disco como solista. Ahí fui algo más que el productor: me involucré como coautor de casi todas las canciones. Volví a sentir ese placer y esa necesidad de escribir música, más allá de producirla. No me gusta decir que Gang of Four es mi banda, pero lo cierto es que yo siempre me ocupé de proveer la música que tocamos. El grupo, en todo caso, lo creamos Jon y yo. Y bueno, Jon ya no está. Pero no me molesta, porque él siempre fue un poco así, algo incierto. Siempre tuvo esa postura con el grupo: a veces tenía ganas de volver y otras veces no. Entiendo que esto pueda interpretarse como un desacuerdo entre ambos. Pero para mí es mucho más simple: él no quiso continuar después de Content. Y yo sí, definitivamente. Espero que no se haya ofendido.
Entertainment! es clave para el grupo: signó su repertorio y su recorrido. ¿Alguna vez sentiste que ese disco también podía ser un obstáculo? ¿Te cuesta armar la lista de temas para un show?
Cuesta un poco… Y claramente no es porque ya no nos gusten las viejas canciones. Todo lo contrario: ¡nos encantan! Sería más fácil si esas canciones ya no nos representaran. Pero dudo que eso pase algún día. El pasado no nos pesa. Disfrutamos mucho seguir tocando temas como “Damaged Goods”, “Natural’s Not in It” o “At Home He’s a Tourist”. Y sabemos que mucha gente viene a nuestros recitales por eso. Hay una parte de nuestra audiencia de mayor edad, que nos conoce desde hace tiempo. Pero la gran mayoría parece más joven; son personas de veintipico o treintipico. Y creo que parte de la razón de eso es porque varias bandas hablan de lo mucho que les gusta Gang of Four. Pienso en The Futureheads, Franz Ferdinand, Sleater Kinney, St. Vincent… Tal vez sea eso lo que renueva nuestra audiencia.
Gang of Four
En vivo el lunes14 a las 20 horas en Niceto Club (Niceto Vega 5510, CABA) junto a normA. Entradas en Ticketek.