Entrevista: Hot Chip habla de “Why Make Sense?”
Hot Chip está cumpliendo quince años. ¿Qué significa eso para ustedes?
Joe Goddard: ¡Es genial! Recién ahora estoy empezando a sentir que domino mi oficio, así que es un momento muy emocionante. Cuando finalmente entendés cómo sacarle provecho a un estudio, cómo funciona un mixer, cómo llegar a la mezcla que escuchás en tu cabeza o cómo usar los efectos en cada uno de los instrumentos, de repente los límites desaparecen. Es una liberación. De todos modos, todavía me queda mucho por aprender, porque el proceso es permanente…
Esa acumulación de conocimientos también puede ser una maldición. Sobre todo en una banda como Hot Chip, que siempre dejó lugar para “el error” y el pulso humano.
Sí, claro. La posibilidad del accidente es clave. Nuestro método sí o sí tiene que incluir esa fragilidad. Por eso siempre tratamos de pasar de una canción a la otra lo más rápido posible. No vale la pena dedicarle demasiado tiempo a retocar las tomas o a pensar cómo podría mejorar tal o cual sonido. Hacer eso sería arriesgarnos a borrar todas las imperfecciones que le dan humanidad a nuestras canciones. Después de todo, el mejor disco de cualquier banda siempre es el primero, ¿no?
¿Qué imagen tienen de su propio pasado?
Alexis Taylor: La verdad es que no miramos mucho para atrás. Por ejemplo, casi nunca escucho nuestros discos viejos. Quizá sea porque mientras grabamos ponemos toda nuestra energía ahí: es un proceso muy intenso durante el cual queremos llegar a nuestra mejor versión a cualquier precio. Una vez que terminamos, no soy muy romántico con respecto a las canciones. Pero bueno, afortunadamente parece que esas canciones significan mucho para algunas personas, algo que entiendo muy bien, porque yo mismo tengo esa relación con discos de otros. Es muy agradable sentir que nuestra música puede generar esa empatía.
“El objetivo es seguir siendo una banda pop, e intentar al mismo tiempo resistir a la normalización que parece afectar a gran parte de la música actual.” (Alexis Taylor)
¿Son conscientes del lugar que ocupa Hot Chip en la historia reciente de la música?
J.G.: La verdad, no. Y de hecho, ese es un tema recurrente en Hot Chip: el de no saber dónde ubicarnos… Sé que la mayoría de la música no perdura en el tiempo, y no me parece que Hot Chip vaya a escapar a esa regla. No creo que esté desprestigiando a la banda cuando digo esto, simplemente soy realista: dentro de un siglo, apenas algunas expresiones de nuestra época tendrán todavía algún eco. Me encantaría que fuéramos nosotros, sería increíble. Pero estudié historia en la universidad y sé que muy pocas expresiones artísticas del pasado tienen sentido para las generaciones siguientes. La música, además, está muy relacionada con el espíritu de su época. Un espíritu que, por otro lado, va mutando cada vez más rápido. Todo se acelera: hoy te emociona una cosa, mañana otra. Los ciclos son cada vez más cortos.
A.T.: Totalmente. Creo mucho en lo que hacemos, pero me cuesta pensar que Hot Chip se podría mantener en la posteridad. Más allá de la música comercialmente exitosa, en general lo que perdura es lo que fue único en su tipo, a veces un poco extraño, idiosincrático, la música que parece haber sido creada en ningún lado. Y no es eso lo que buscamos con Hot Chip. No queremos ser iconoclastas. Simplemente queremos vivir según nuestras propias reglas.
Hot Chip hace música electrónica y bailable, dos características asociadas a la juventud, tanto desde lo cultural como desde lo físico. ¿Qué significa, para ustedes, envejecer?
Somos conscientes de lo que decís. Una parte de la letra de “Huarache Lights” habla justamente de eso, de envejecer y tomar distancia de lo que uno hace. El mito que sostiene a la música electrónica dice que está destinada a un público joven. Sin embargo, mi capacidad para emocionarme por un disco –sea de electrónica o de cualquier otro género– no se erosionó con el paso del tiempo. Esa capacidad no tiene nada que ver con la juventud. Me acuerdo que una vez, en un viaje por Suiza, el conductor de la combi puso la radio y empezó a sonar una música india religiosa que me fascinó: los motivos que dibujaban los percusionistas, la manera en que se trenzaban los sonidos, no sé, todo eso era tan raro que sentí que nunca más iba a volver a escuchar algo tan emocionante. Pero obviamente no fue así. Todavía siento eso al escuchar un montón de cosas diferentes, de diversas épocas y estilos. Ese tipo de emoción es primordial en mi amor por la música. Y lo mismo me pasa en cualquier otro ámbito de la vida. Me siento muy cómodo con todo lo que acompaña, en mi caso, al hecho de envejecer: tener una hija, llevarla a la escuela, formar parte de un mundo que no tiene nada que ver con las discotecas. A veces me pregunto qué puede significar eso para Hot Chip, sobre todo en el escenario: ¿debería quedarme quieto tocando mi instrumento en un rincón? ¿No parezco un poco ridículo, a mi edad, si me pongo a saltar? No estoy muy seguro, así que trato de vivirlo de la manera más natural posible. Por ahora nuestros shows siguen siendo una experiencia muy agradable, al menos para mí.
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Con el tiempo, muchas bandas suelen aferrarse a sus influencias, relegando un poco la originalidad…
Nosotros no escondemos las influencias cuando las hay, y en Why Make Sense? las hay a montones. No tenemos ningún complejo en ese sentido. Hay grupos que pretenden crear una suerte de mito de la pureza, como si vinieran de ningún lado o surgieran de lo desconocido, sin ninguna raíz. Puede pasar que aparezcan artistas con una propuesta absolutamente nueva, pero es poco frecuente. La mayor parte del tiempo, las bandas se apoyan en sus referentes y esperan que la gente no se dé cuenta de que Velvet Underground y Suicide ya hicieron todo antes.
Digamos que ustedes no buscan la revolución a cualquier precio…
J.G.: Para nada. Muchas veces las personas que ponen la experimentación y la innovación por encima de todo llegan a un resultado que no es placentero de escuchar. En Hot Chip tratamos de lograr una mezcla sutil de estilos, y nos gusta creer que, dentro de esa mezcla, nuestra manera de componer es particular. Algo esencial en la historia de Hot Chip es la búsqueda de un sonido pop que a la vez le deje lugar a lo extraño, lo complejo y lo inesperado.
“La verdad es que no miramos mucho para atrás. Por ejemplo, casi nunca escucho nuestros discos viejos.” (Alexis Taylor)
¿Y cuál era la mezcla que buscaban en Why Make Sense?
La verdad es que no partimos de un plan en particular. Es probable que yo le haya mencionado a Alex que tenía en mente hacer algo de hip-hop, pero muy vagamente, nada formal. De todos modos, “Love Is The Future” e “Easy to Get”, las primeras canciones que terminamos, tienen un eco lejano de hip-hop, y es posible que hayan marcado el camino. Por otro lado, desde hace dos años en Inglaterra los rankings están invadidos por una versión modernizada del deep house, que a mí me parece demasiado popular: de repente, soy incapaz de disfrutar de un género que hasta hace muy poco me encantaba. Así que descartamos ir hacia el terreno del house, que además era lo que yo ya venía haciendo con The 2 Bears, mi banda paralela. En mi caso, tenía ganas de escuchar algo un poco más lento, en la línea de “Look at Where We Are”, una canción de In Our Heads, nuestro disco anterior. Me encanta cómo nos quedó la producción de ese tema, bien minimalista, con pocos elementos, priorizando la interacción del groove de bajo y batería con la voz. Estoy un poco obsesionado con ese tipo de producción últimamente.
Uno diría que un disco minimalista es más fácil de grabar. Sin embargo, quitar puede ser más difícil que agregar…
Totalmente. Trabajamos con un montón de instrumentos grabados para tener a nuestra disposición muchas capas de sonidos, pero la idea era ir quitándolos muy delicadamente y que solo aparecieran en algunos momentos, durante instantes muy breves. Eso le deja muchísimo espacio a las voces, mientras otros elementos se insertan en el conjunto por sorpresa, generando texturas interesantes cuando uno no necesariamente las espera. Fue un largo proceso de maduración en el que nos dedicamos a podar. Diría que en este disco hicimos paisajismo. La idea era que los mejores momentos aparecieran con la mayor claridad posible. Además, teníamos el deseo profundo de que esas capas de instrumentos le dieran a las canciones un aspecto de humanidad: queríamos que se sintiera la vitalidad de las personas tocando. Eso explica en parte la presencia, por ejemplo, de instrumentos acústicos. Es exactamente lo contrario al house actual que mencionaba antes, que utiliza instrumentos sintéticos, computadoras, plug-ins, mucho auto-tune y herramientas que facilitan el borramiento sistemático de las imperfecciones. Y que termina por producir un sonido genérico y deshumanizado.
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Ustedes siempre tocaron sus instrumentos, tanto en las grabaciones como en vivo.
Sí, y nos encanta el estado que podemos alcanzar cuando tocamos juntos. Sarah, nuestra baterista nueva, es un ejemplo clarísimo de lo que nos gusta y lo que buscamos: es precisa como una máquina pero al mismo tiempo puede capturar el humor, el alma y el swing de una canción. La noche anterior a su audición les habíamos mandado la canción “Night & Day” a ella y a otro baterista. No buscábamos que hicieran nada raro, solo queríamos ver cómo acompañaban el tema. El otro era buenísimo, pero Sarah había capturado el groove y el espíritu de la canción. En Why Make Sense? quisimos aprovechar esa cualidad al máximo, y de hecho en muchas canciones ella toca de principio a fin y apenas editamos las pistas. Creo que eso es lo que le falta a la mayoría de los discos de pop electrónico actuales, en donde los beats son solo beats: los mismos, invariables, de principio a fin.
Es la primera vez que graban un disco con la banda completa tocando en el estudio. ¿Cómo influyó eso en el resultado final?
En realidad, el plan no era tocar todos juntos en vivo, sino reunirnos durante una semana en el mismo lugar, algo que puede parecer trivial pero nosotros históricamente nunca hicimos. Esto nos permitió ser más eficientes. Pudimos ir de los demos a la versión final más rápido que en discos anteriores, y creo que ahí ganamos en frescura.
“En Hot Chip tratamos de lograr una mezcla sutil de estilos, y nos gusta creer que, dentro de esa mezcla, nuestra manera de componer es particular. Algo esencial en la historia de Hot Chip es la búsqueda de un sonido pop que a la vez le deje lugar a lo extraño, lo complejo y lo inesperado.” (Joe Goddard)
¿Este nuevo método, más colectivo, fue un intento de oxigenar la dinámica interna de Hot Chip?
A.T.: El hecho de estar todos juntos en el mismo momento durante la grabación fue novedoso, sí. También nos vino bien incluir a todos los miembros en el proceso, especialmente a Sarah y a Rob Smoughton, un viejo colaborador nuestro, en lugar de verlos como integrantes accesorios. Trabajamos de una manera más inclusiva. Creo que fue un acierto, porque pudimos explotar al máximo el potencial de cada uno. Sin embargo, no es que la dinámica cambió por completo. La esencia de la composición de las canciones de Hot Chip sigue estando en la colaboración inicial entre Joe y yo. Escribimos algo, grabamos un demo, se lo mandamos al otro y ahí empieza todo. El resto puede integrarse a partir de ese momento, pero no antes. Es algo de lo que hablamos bastante. Es importante conocer las cualidades de cada uno y basarse en lo que sabemos que funciona.
Hay algo en Why Make Sense? que linkea con Comin’ On Strong, su primer disco, ¿puede ser?
J.G.: Sí, de alguna manera estábamos buscando reafirmar nuestras intenciones, que tienen que ver con nuestro amor profundo e histórico por el hip-hop y el r’n’b. Claro que hay otros elementos que se suman, pero los borradores que nos mandábamos con Alex estaban teñidos por la apreciación de la música estadounidense negra. Ahí está gran parte de nuestra inspiración: en el funk, el soul, la música disco. Es un legado que quisimos honrar con Why Make Sense?.
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Al mismo tiempo, el disco suena un poco menos pop –y, por ende, más complejo– que los anteriores…
A.T.: No creo que sea la música más inaccesible ni más experimental que hayamos hecho, pero me gusta que haya cosas raras y que los sonidos se retuerzan un poco. Eso es lo que me da más placer. El objetivo es seguir siendo una banda pop, e intentar al mismo tiempo resistir a la normalización que parece afectar a gran parte de la música actual. Hay que luchar por conservar el alma de la música, que está siendo destruida por todos aquellos que hoy buscan, a cualquier precio, el éxito comercial.
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Hot Chip
Why Make Sense?
(Sony)