Entrevista: Iggy Pop y Josh Homme explican “Post Pop Depression”

Los Inrockuptibles
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8 min readMay 17, 2016

No voy a hablar más de los atentados de noviembre en París.Josh Homme es categórico. Iggy Pop no lo dice, pero también está determinado a no dar más su opinión sobre la muerte de David Bowie, con quien hizo sus mejores discos, los de 1977: The Idiot y Lust for Life. No están acá para eso. Hoy mantienen el mundo a distancia, tratan de alejarse de la rabia, cambian el resentimiento por el presente. Y lo cierto es que cuando la parca hizo su obra macabra ellos estaban lejos del lugar de los hechos, más precisamente en el desierto estadounidense, preparando un disco, el decimoséptimo de Iggy Pop, en el estudio Rancho de la Luna, a la sombra de los árboles de Josué, en California. Post Pop Depression es el comeback de Iggy, ya liberado de los Stooges desde hace tres años, determinado a ver su vida en perspectiva a los 68 años.

ENTREVISTA> ¿Cómo pusieron en marcha este disco?
Iggy Pop: Un disco no se encarga: hace falta un deseo en común. Y sucedió que yo quería ser sorprendido, volver con algo nuevo, inédito, y a la vez Josh tenía una idea muy precisa en mente. Nos encontramos alrededor de una manera de hacer música, como si fuéramos a confeccionar una silla… Una linda silla, con patas de artesano. Una silla única. En ese sentido, Post Pop Depression es un disco artesanal. La mayoría de los discos de hoy se producen siguiendo procesos muy codificados; en cambio, nosotros teníamos en mente una época antigua, sin adornos, sin todos esos efectos que hacen a la música de hoy. Lo hicimos con un espíritu jazzero, sin tener en ningún momento al resultado en mente. Solo importaba una cosa: el placer de escuchar en una cinta lo que teníamos la impresión de estar tocando. No funcionamos de forma clásica –tipo “tres estrofas y un estribillo”, como los Beatles–, y tampoco queríamos esa escena típica del estudio, que conocemos demasiado bien, donde de repente decís: “Pero entonces… ¿dónde está el puente?”. No. Queríamos escuchar el resultado del instinto… ¡tocado con seriedad! Asumir la fragilidad de lo que hacíamos, respetar ese instinto, estar a su altura. Solo a ese precio podés sacar un disco importante y ambicioso.
Josh Homme: Hay que respetar las herramientas y darle al momento la importancia que se merece, como en el blues.
Iggy: Josh escribió la mayoría de las melodías. Diseñó el registro, digamos. Yo me encontré en el papel del cantante, que, sorprendentemente para algunos, es lo que mejor sé hacer. En cierto sentido, eso me obligó a tener una disciplina y, debo decirlo, no es poca cosa a esta altura de mi vida.

“El cuarto en el que grabamos era un país extraño en el que vivían Dean Martin, los Beach Boys, David Bowie y nosotros.” (Iggy Pop)

¿Les pasó de cambiar por completo las composiciones una vez que estaban en el estudio?
Josh: Las canciones son como juguetes nuevos que usás con tus amigos. Aunque hayas preparado todo y construido el cuadro más minucioso del mundo, con toda tu energía y tu talento, lo que queda librado a la improvisación sigue siendo muchísimo. Al final, ni sabíamos cuál era la parte de cada uno. Iggy cantó cosas con las que yo no sabía qué hacer. Y al revés: yo le propuse melodías para las que él nunca encontró la línea de canto; se daba vuelta hacia mí y me decía: “Escuchame, intenté doscientas cosas con tu canción pero no funciona. ¡Buscá otra cosa!”. Supimos crear ese momento en el que ya no hay ego, esa zona en la que podés resolver cualquier problema en cinco minutos. Hay que respetar esos cinco minutos de trabajo, esos breves instantes en los que la observación de uno le da una idea al otro para inventar el arreglo o retocar la melodía que va a liberar la canción. Eso hace toda la diferencia entre un buen disco y un disco de mierda.

¿Cómo eligieron a los músicos para esta grabación?
Cuando te comprometés en este tipo de aventura, no tenés derecho a equivocarte. Estás en la posición del alquimista. Hay que encontrar la fórmula correcta de entrada. Si no, perdés todo: la espontaneidad, la felicidad del descubrimiento, la frescura. Queríamos que el trabajo que habíamos hecho juntos en nuestros intercambios de mails o en nuestras sesiones de escritura encontrara una dimensión suplementaria con los músicos. Era necesario que todos aquellos que podrían participar de la grabación, los que se encontrarían con nosotros en la casa compartida, fueran los más apropiados. Podés tener la mejor idea, pero un músico mal elegido puede arruinar todo. Dean (N. de la R.: Fertita, guitarrista y multiinstrumentista de The Dead Weather y Queens Of The Stone Age) y Matt (N. de la R.: Helders, baterista de Arctic Monkeys) eran los compañeros de juego ideales, porque saben hacer buenas preguntas. Llegan al estudio y te dicen: “Bueno, está bien, pero… ¿Hasta dónde podemos forzar los límites de lo que nos pedís?”. Inmediatamente quedaron implicados y mostraron una exigencia ejemplar hacia ellos mismos. Estuvieron completamente al servicio del disco que estábamos haciendo.
Iggy: Nada nos costó tanto como recuperarnos de las sesiones que vivimos en el estudio. Es como un momento fuera del tiempo, fuera de todo lo que pudiste conocer en tu vida. Estás en esa burbuja, en una suerte de plenitud, donde entendés que solo la gente que tiene alma de niño puede realizar su sueño. Es lo que viví con este disco. El cuarto en el que grabamos era un país extraño en el que vivían Dean Martin, los Beach Boys, David Bowie y nosotros.

¿Cómo reinventarse para escribir nuevos textos cuando uno ya escribió tantas canciones en su vida?
Me hago esa pregunta sin cesar. ¿Cómo evitar hacer la novena versión de la misma canción? ¡Las palabras se gastan y pueden terminar por aburrirte aunque te dé placer cantarlas! Me abandoné: escuché la guitarra de Josh como la primera frase de una canción. Sabía que iba a escribir la segunda y que todo iba a encadenarse según ese modelo, hasta el final del disco. Encontré mi papel poniéndome en un lugar de dialoguista. Eso evita que uno se repita. Me iba bien porque me gusta cuando las cosas van rápido. Soy un hombre de instintos. No me gusta reflexionar.
Josh: Iggy ya escribió un millón de canciones y por eso cuando le proponés un tema no sabés cómo explicárselo. Cuando le di “American Valhalla”, no sabía qué decirle: cómo le voy a explicar que el “Valhalla” es el estadio superior del paraíso humano… ¡A él!
Iggy: Varios meses antes de que me enviara la música de “Gardenia”, yo le había mandado el comienzo del texto: era un ensayo muy sexual sobre una mujer que se llamaba Gardenia. Una mujer muy caliente, pero tan peligrosa que podía hacer que salieras corriendo por el miedo. Era como una novela corta, un texto libre, sin estructura. Y Joshua encontró la música que iba con ese texto. Al cabo de dos semanas escuché letra y música juntas y me di cuenta de que sonaba realmente como David Bowie, y que por lo tanto iba a cantarlo como “Golden Years” (N. de la R.: canción interpretada por Bowie en Station to Station, 1976). En más de un sentido el proceso de trabajo fue similar al que experimenté con David en aquella época.

“Supimos crear ese momento en el que ya no hay ego, esa zona en la que podés resolver cualquier problema en cinco minutos. Hay que respetar esos cinco minutos de trabajo, esos breves instantes en los que la observación de uno le da una idea al otro para inventar el arreglo o retocar la melodía que va a liberar la canción. Eso hace toda la diferencia entre un buen disco y un disco de mierda.” (Josh Homme)

Casi cuarenta años después, Post Pop Depression suena como un primo de Lust for Life y The Idiot.
Josh: Vivo con esos dos discos desde mi infancia, son parte de mí. Ya no sé hasta qué punto me influyeron. Podrán encontrar todos los parecidos y las referencias que quieran, yo no las voy a poder explicar. Ustedes tendrán una mirada mucho más precisa que yo sobre lo que viene o no de esa época. Algunos me hablan de un parecido entre “Sixteen”, de Lust for Life, y “Sunday”, de Post Pop Depression. Yo no me doy cuenta para nada. No quise hacer un tríptico, como mucha gente sugiere. Eso nunca entró en la discusión. Hicimos algo juntos, no fue un encargo. Aunque es cierto que quisimos encontrar la creatividad y la pasión que hay en esos discos.
Iggy: A algunas personas les gustan los conceptos. No saben tomar las cosas por lo que son. Necesitan encontrar una suerte de justificación, una historia que podría hacer que el disco fuera mejor de lo que es. Para mí, eso es absurdo. Es como si hubiera que releer a Kierkegaard toda la vida para comprender cómo uno se levanta a la mañana… Algunos incluso nos dijeron que “Sunday” les hacía pensar en “I Was Made for Lovin’ You” de Kiss. ¡Kiss! ¿Te imaginás?

Bueno, pero van a llevar este disco al escenario con una lista de temas centrada en Lust for Life y The Idiot
Josh: Sí, y el problema es que tenemos al menos cuarenta canciones en el repertorio. Podríamos tocar durante mil horas. Tenemos que centrarnos en unas diez canciones y dar vueltas alrededor de ellas para intentar contar una historia.
Iggy: Estoy tratando de que toquen “Butt Town” de Brick by Brick y “Wild America” de American Caesar, pero todavía no llegamos hasta ahí. Vamos a empezar la gira con una fecha en Texas, lo que quizá no sea una gran idea, sobre todo en el período de las primarias presidenciales. ¡Es como animar una convención! La gente va como si se tratara del final de un seminario o una manifestación de beneficencia. Es horrible, no conocen nada de música y uno se siente como una atracción de circo. ¿Cómo voy a mover a esa gente? Por suerte estoy acostumbrado y sé que, en algún momento, los voy a enganchar. A veces alcanza con tener una buena canción, y felizmente yo tengo dos o tres. Además, en esta gira disfruto la suerte extraordinaria de poder dejarme llevar mientras los músicos tocan lo que quieren. El tiempo me enseñó a dejarme transportar por el deseo de los otros. Si la banda se siente cómoda con mis canciones, que haga la lista de temas que le dé placer. Yo estoy ahí para cantar. Es una comodidad gigante no tener que preocuparme por lo que va a pasar. Es un lujo. Viene con la edad. Cuando Joshua me propuso volver a tocar “Success”, tenía la mirada de un niño y la sonrisa de un asesino. ¡No podés decirle que no a un deseo así! Y eso que no había cantado esa canción desde el siglo pasado…

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post pop depression

Iggy Pop
Post Pop Depression

(Universal)

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