Entrevista: Judd Apatow y Leslie Mann

Mucho se ha dicho acerca de la importancia de Judd Apatow en la renovación de la comedia norteamericana de los últimos años. La sombra se alarga en Bienvenidos a los 40, la nueva película del director que, junto con su mujer y actriz Leslie Mann, reflexiona aquí sobre la pareja, la familia, la comedia, el humor trash y la relación entre vida privada y ficción. / Por Serge Kaganski

Los Inrockuptibles
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6 min readApr 6, 2013

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Ella tiene la prestancia y la fuerza cómica de una Carole Lombard o de una Diane Keaton. Él ostenta la cuarentena de un padre de familia cool, el eterno adolescente. Ella, con las uñas arregladas como una star; él, jeans y zapatillas. Leslie Mann y Judd Apatow presentan Bienvenido a los 40 (This is 40), una cumbre del toque Apatow. En esta graciosa continuación de Ligeramente embarazada, perfectamente escrita, rítmica y actuada de punta a punta, el clan Apatow parece relatar su vida cotidiana, aún sabiendo que el trabajo de escritura pone la ficción a distancia. Es poco frecuente que un realizador firme una serie de comedias familiares en las que actúan su mujer y sus hijos. De ahí la idea de encontrarlos por separado para sondear con cada uno de ellos las diferencias y las confusiones entre su vida privada, su vida pública y su vida ficcional.

Imaginamos la dificultad que representa para ellos el hecho de separar lo vivido de lo ficticio. Judd admite que la película está cerca de la médula y que las diferencias entre su familia y la familia ficcional son tenues: “No es la familia Apatow la que se ve en la pantalla, pero algunos detalles son muy precisos. También somos padres nerviosos que tratan de educar bien a sus hijos, nuestras hijas tienen rivalidades terribles. Tratamos de conservar vivo nuestro matrimonio, de no perder el romanticismo de nuestra relación; tenemos conflictos en muchos temas cotidianos como la escuela, la educación, los suegros, igual que en la película… Queremos ser esposos y padres perfectos, nos gustaría controlar todo y hacer todo, y siempre es necesario reconstruirlo. Tratamos de mejorar las cosas pero no hacemos más que empeorarlas”. Si bien Leslie reconoce esta proximidad, considera que solo es el germen de la película, y le da mucha importancia al proceso de escritura y de distanciamiento de la ficción: “Si pusiéramos nuestra vida cotidiana directamente en la pantalla, resultaría aburrido y no muy gracioso. Partimos de nuestras vidas, pero después hay todo un trabajo para transformar eso vivido en algo interesante y gracioso. No es mi vida lo que ves en la pantalla”.

Si bien ella está delante de la cámara y él detrás, las fronteras no son tan impermeables en su vida creativa. Los dos admiten hablarse mucho durante la producción de sus películas. Judd escribe y dirige, y Leslie aporta muchas críticas, modificaciones y comentarios, como si la escritura y la vida de pareja se mezclaran todo el tiempo. “No soy coguionista”, admite Leslie, “pero Judd y yo mantenemos una larga y permanente conversación que nutre las películas. Para mí, era importante que el punto de vista de la mujer estuviera bien representado. Nuestras hijas también participan, hablamos mucho con ellas de sus vivencias de niñas y de adolescentes. Es raro que chicos de esta edad tengan la posibilidad de expresar su creatividad en el contexto de una película”.

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“Me gusta pinchar esas zonas que suelen avergonzar. La pregunta es: ¿cómo mantener el misterio, el romance, la atracción sexual en el seno de una pareja, cuando pasan todos sus días juntos durante años?”

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Una vez que él encuentra la idea general de la película, se la cuenta a su compañera, y después le pregunta sobre cada escena. Los imaginamos como una pareja hawksiana en este ping-pong creativo, dialogando a golpes de réplicas de metralleta, como Cary Grant y Rosalind Russell. “Hablamos a menudo de nuestras películas”, continúa Judd, “pero es como una conversación en código: sabemos que en realidad hablamos de nosotros mismos. Bajo la cubierta del personaje, yo comprendo que es a mí a quien ella le pide que confiese que a veces me porto como un imbécil”.

Judd Apatow escribe con el consejo de su mujer y la filma, así como a sus hijos. Esta mezcla es bastante rara y uno se pregunta cómo es que la familia Apatow se reencuentra en su triple vida privada, pública y ficcional. Pero él no ve ninguna dificultad en el hecho de exponerse. No son superestrellas y sus apariciones públicas se limitan a la promoción de sus películas cada dos o tres años. En cambio, el trenzado entre su vida cotidiana y sus ficciones a veces es raro de sobrellevar: “A menudo me digo ‘oh, habría que poner esto en la película. Oh, mis hijas no están felices pero esto va a ser genial para la película’. Es extraño observar así con tanta precisión la vida íntima. Desde este punto de vista, prefiero cuando no estamos trabajando; eso permite vivir más normalmente”. Por su lado, a Leslie le gustan mucho las películas de su marido, pero a veces entiende que sus efectos son intrusivos, “como si la gente supiera cosas personales de nuestra vida privada, pero no es así. Cuando miro la película, distingo perfectamente entre la ficción y nuestra propia vida. No me siento súper cómoda con eso. Pero trabajar en cine es gratificante, hemos soñado con eso, nos da fama y comodidad material, tampoco voy a escupir la sopa”.

Lo que además sorprende en esta pareja es su estabilidad, en una ciudad y en un medio propicios a las turbulencias conyugales y otros abismos, en esta Babilonia antaño descripta por Kenneth Anger. Formulamos la hipótesis de que sus comedias funcionarían para ellos como un sustituto de la terapia familiar, pero Judd no está tan seguro. Confía en que sus películas son una manera de decirse algunas verdades, pero que no les enseñan nada, y que ellos cometen siempre los mismos errores. “Hacer estas película no nos libera de nuestros conflictos y de nuestros problemas. Pero es cierto que la estabilidad de nuestra pareja es rara en Hollywood, me impresiona haber logrado eso. Es un verdadero desafío, es necesario resistir y querer que la pareja dure.”

Aunque él habla de la familia, Bienvenidos a los 40 no es una comedia destinada al público familiar, al menos no en el sentido en que lo entiende el marketing hollywoodense. La película está cargada de humor grueso, de bromas escatológicas. Pero Leslie asegura que le gustan las películas de su compañero justamente porque permiten expresar cosas que uno no se animaría a decir en la vida real. Judd admira a su mujer por esta forma de tolerancia, esta inteligencia que admite todo, mientras sirva para la película: “Leslie nunca dirá ‘no pongas eso en la película, es molesto para nosotros, es demasiado íntimo, etc’. Me gusta la franqueza, incluso sobre los aspectos menos satisfactorios de nuestras vidas. Cuando ven a mis personajes en el baño, tirándose pedos en la cama o inspeccionando sus hemorroides, me dicen a veces que fui demasiado lejos. Pero no, eso se parece a una mañana cualquiera en mi casa. No estoy orgulloso de tirarme pedos en la cama, pero no me da vergüenza, son cosas que pasan en la vida. Me gusta pinchar esas zonas que suelen avergonzar. La pregunta es ¿cómo mantener el misterio, el romance, la atracción sexual en el seno de una pareja, cuando pasan todos sus días juntos durante años?”.

Leslie Mann quiso ser comediante porque el escenario era el único lugar donde, paradójicamente, ella, siendo muy miedosa, se sentía cómoda, en confianza. Admira actrices atípicas y poco contemporáneas como Shirley McLaine o Ruth Gordon, la Maud de Harold & Maud: “Ellas eran graciosas, no se contenían, soltaban todo. Esta manera de actuar me parece muy valiente. Es muy inspirador ver en acción semejantes actrices”. Por su parte, Judd Apatow es fan de James L. Brooks y su película La fuerza del cariño (¡con Shirley McLaine!), cita también Casi famosos de Cameron Crowe (inspirada en la vida del gran crítico Lester Bangs), a Woody Allen (“sus películas están grabadas en mi ADN”), a Cassavetes, programas de TV seminales como Saturday Night Live o El show de David Letterman, o incluso a Truffaut: “Adoro la serie de Doinel, me encanta la idea de seguir a un mismo personaje interpretado por un mismo actor durante muchos años. Eso ciertamente me influyó porque yo hago un poco lo mismo con mis películas”.

Si bien Leslie desearía espaciar un poco los rodajes para poder brindarles tiempo a sus hijos, Judd trata de mantener ese sutil equilibrio hollywoodense que le permite seguir haciendo películas con total independencia y libertad. “Por ahora funciona. Tuve suficientes películas exitosas para poder hacer la siguiente con total independencia, sin que me impongan nada. Si se metieran a decirme lo que tengo que hacer, bajaría el presupuesto de mi película con tal de permanecer libre.” Inteligentes, divertidos, relajados, tan seductores como sus alter-egos en la película. Leslie Mann y Judd Apatow, una pareja perfecta.

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