Entrevista: Regina Spektor en Argentina

Tras un debut en Buenos Aires en 2010 imposible de olvidar, Regina Spektor anticipa una nueva visita y, de paso, habla sobre sus procesos de trabajo, cuentas pendientes y la impresión que causa nuestra ciudad en una extranjera. / Por Yumber Vera Rojas

Los Inrockuptibles
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5 min readApr 1, 2013

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La última edición de los Grammy fue atípica. Esta vez no deslumbraron ni las Lady Gaga, ni los Metallica, ni los Jay Z. Quien sí dijo presente fue el pseudo rapero surcoreano Psy, tratando de extender aún más sus ya longevos quince minutos de fama. Pese a que ni siquiera llegó a figurar entre los nominados, Regina Spektor tampoco se quiso perder nada, o al menos no la fiesta post evento. “Esa semana me encontraba en Los Ángeles grabando algo”, explica la cantautora rusa. “Conocí a un montón de músicos interesantes. Está buenísimo ser parte de esa comunidad, además de que es divertido porque yo paso la mayoría del tiempo de gira sola”.

Detrás de su elocuencia y de que hoy juegue sobre la base de las reglas que impone la industria musical, Spektor no desestima el pasado ni la escena que la talló como artista. “Aparte de Tom Waits, Norah Jones o Fiona Apple, me hubiera encantado que hubiera más gente alternativa. Y no me refiero a una pequeña categoría, sino a que se incluya a los artistas que están fuera del circuito”. Sin embargo, más allá de que no concursara en ninguno de los rubros de la 55ª versión del Grammy, What We Saw from the Cheap Seats (12), su más reciente trabajo discográfico, supera por mucho a su disco anterior, Far (09), aunque no ostente el mismo impacto de Soviet Kitch (04), el álbum que la catapultó. “Es muy difícil lo que uno trata de expresar”, afirma la musa de 33 años, teléfono en mano, desde los Estados Unidos. “Uno no piensa demasiado cuando hace un disco. Simplemente lo hago, y luego me pongo a reflexionar acerca de lo que creé. Todo artista ama lo que acaba de hacer, por eso estoy convencida de que es mi mejor entrega. Sin embargo, la vida cambia constantemente.”

Luego de su memorable debut en Buenos Aires en 2010, en el que ofreció dos recitales soberbios en los que el Gran Rex se convirtió en un caldero de emociones, la artífice de “Fidelity” regresa a la capital argentina para presentar, amén del resto de su exquisito cancionero, el repertorio de su sexto disco de estudio en el que, del lote de productores que convocó para Far, repite con Mike Elizondo el armado de las ideas. “Es un chico impresionante”, opina Regina acerca de este nigromante en la producción del hip hop (protegido de Dr. Dre), devenido en los últimos tiempos en hacedor del éxito de cantautoras pop, de las que destaca recientemente la neozelandesa Kimbra (la cointérprete de “Somebody That I Used to Know”, el archiconocido sencillo de Gotye). “En Far, quise trabajar con un montón de gente porque deseaba explorar distintos enfoques. Y con Mike sentí que llegué a un lugar. Cuando nos reencontramos, la sensación era la de que estábamos muy conectados. Casi nos leíamos la mente. Escuchamos las cosas de manera similar en ese momento. Es muy interesante una vez que eso sucede.”

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“Me siento más próxima a un escritor de ficción que a un cronista.”

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A diferencia de sus producciones anteriores, en What We Saw from the Cheap Seats la zarina del anti folk grabó las canciones en vivo, con su piano y voz sirviendo de referencias para el resto de los instrumentos, lo que provocó el ambiente gélido que la artista estaba buscando. Al mismo tiempo, esta flamante realización es un laboratorio de exploración en el que se evidencia cómo su trabajo apela al intimismo de la balada indie y hasta se atreve a recrear sus raíces rusas al incluir en la edición deluxe del álbum versiones de sendos clásicos del cantautor y poeta moscovita Bulat Okudzhava. “Crecí con mucha música rusa, por lo que la amo con toda mi alma. Bulat es uno de sus grandes referentes, al igual que uno de mis exponentes favoritos, y, como siempre traté de hacer algo en mi idioma nativo, pero no lo logré todavía, elegí dos temas suyos. Comencé con estas versiones para ver si más adelante finalmente me animo a registrar algo de mi autoría en ruso. Es uno de mis sueños, y una deuda pendiente.”

No obstante, lo nuevo de la llamada “Joni Mitchell de la Generación Y”, que arribó a los nueve años a Nueva York en condición de refugiada justamente en medio de la Perestroika, invoca algunas canciones seminales, como la inédita “Oh, Marcello”, una de las primeras que compuso, y “Don’t Leave Me (Ne Me Quitte Pas)”, que formó parte de su segundo álbum, Songs (02). “Ese último track fue grabado originalmente en el estudio de un amigo en Pittsburgh, cuando no tenía plata. Me lo prestaba para que registrara cualquier cosa que tuviera lista ese año, y se transformó en una tradición. Él fue quien me dijo que debería elegir doce canciones, y hacer un disco. Estoy muy agradecida con él. Para mí un álbum es más que registrar temas, es producir lo que está en tu cabeza, aunque de una forma mayor. Y siempre busco la manera adecuada. Es como cuando uno hace un boceto, define los colores, y no funciona en el papel. A medida que pasa el tiempo, escucho las cosas con otros oídos, y me dan ganas de volver atrás, y de trabajarlo otra vez”.

Las canciones de Regina son un compendio de tendencias, visiones y alusiones, como la humorada del acento italiano con el que interpreta el ya mentado “Oh, Marcello”, en el que además toma prestado un fragmento del tema de Nina Simone, de 1964, “Don’t Let Me Be Misunderstood”. Sin embargo, lo que más salta a la vista en el temario de la pianista que tiene entre sus héroes a Mozart, Chopin y Rachmaninoff, y a la que Tom Petty le confesó su fanatismo por su obra, a tal instancia que el 2012 los encontró girando juntos (alzándose con el privilegio de convertirse en el primero en disfrutar de What We Saw from the Cheap Seats), es ese misterio de la autoconfesión que ha sabido labrar a lo largo de sus producciones discográficas. “Me siento más próxima a un escritor de ficción que a un cronista. Pero hay algo que aúna a ambos estilos, y es que están involucrados emocionalmente.”

La voz femenina de “Modern Girls and Old Fashion Men”, el lado B del simple “Reptilia” de los Strokes, de 2004, visitó por primera vez Buenos Aires pocos meses después de que muriera su chelista, Daniel Cho. Aunque ahora la historia es diferente, pues además de que juega de local, especialmente luego de desentrañar la euforia en el segundo de sus recitales en su debut en la Argentina con esa versión a capela de “Silly Eye Color Generalization”, Spektor actuará en esta vuelta al lado de su marido, Jack Dishel (ex integrante de The Moldy Peaches, la banda de Kimya Dawson y Adam Green), con quien se casó en 2011, y que suele abrir sus shows con el álter ego artístico de Only Son y cantar a dúo “Call Them Brothers” (contenida en la edición deluxe del sexto álbum de la cantautora). Pero la dueña de esos hechizantes ojos azules prefiere no hablar de su intimidad, sino de lo que la megalópolis porteña causó en ella. “Es una ciudad muy inspiradora. Tuve la suerte de caminarla, de viajar en subte y de ir a tanguerías. Estoy expectante con este regreso porque quiero que supere lo anterior. Voy a redoblar la apuesta.”

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Regina Spektor
Sábado 6 de abril a las 21:30 en el estadio GEBA (Av. Figueroa Alcorta 5575, CABA)

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