Estreno: “Balada de un hombre común”, de Ethan y Joel Coen

Los hermanos Coen siguen el derrotero de un músico folk en la Nueva York de los sesentas en su nueva película: Balada de un hombre común. / Por Juan Manuel Domínguez

Los Inrockuptibles
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2 min readMar 13, 2014

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Los hermanos Coen portan, en las buenas y en las malas, una leyenda marcada a fierro sobre su cuero cinéfilo: sea ese archivo que comprime a Cheech & Chong con Los Simpsons y Baudelaire que es El gran Lebowski o sean sus asépticos paseos por el Kodak Theater (sus oscarizadas Fargo y Sin lugar para los débiles), la leyenda leída como cicatriz ya cerrada estampa que “los Coen son cualquier cosa menos enamorados de sus personajes”. Balada de un hombre común es, entonces, el ancho de espada contra esa no poco fundamentada declaración.

No todo el cine necesita corazón (a veces necesita tripa, otras genitales, otras uñas) pero el milagro de Balada de un hombre común se permite conectar a hurtadillas varias intensidades que eran marcianas en los Coen. Y, muy amablemente, eso termina generando una película que parece hecha no para verla en BluRay sino en un vinilo: amable, bella en sus invocaciones, cercana incluso en sus errores.

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Isaac Llewyn, músico folk en Nueva York a comienzos de los sesenta, es un cuasinihilista y semiconocido de la escena country, y los Coen lo siguen en su vagabundeo de la misma forma que un gato sigue un haz de luz: no dudan de su intensidad, de su capacidad de moverse, de la necesidad violenta que siente de capturar (incluso aunque sea físicamente imposible) su brillo de escenario de bar. Donde antes los Coen construían perfectos artefactos, ahora crean la perfecta sensación de cariño: nada, ni esa implosión constante que es Llewyn ni esa entelequia que es aquí Carey Mulligan (actúa como si tuviera que viajar en el tiempo con la misión de inspirar todas las canciones de Bob Dylan), le habla a otra cosa que ese cruce sincero entre la comedia con motor refunfuñón y realista (ese grillete de lujo del humor actual, responsabilidad y estigma de Larry David) y la genuina erosión que genera su propio y casero Vía Crucis. Pero el secreto está en ese instante donde los Coen hacen las dos cosas como si fuera no solo una sola sino la única forma de capturar, como quien encuentra un tesoro post resaca en el bolsillo, algo parecido a un alma. Y saben hacerla sonar como si los tiempos, al menos los suyos, realmente estuvieran cambiando.

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Balada de un hombre común
(Inside Llewyn Davis)

De Joel y Ethan Coen
Con Oscar Isaac y Carey Mulligan

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