Estreno: “Dromómanos”, la película de Luis Ortega

El cine de Luis Ortega sigue su curso, a contramano de prejuicios. Ahora dobla la puesta con Dromómanos, otra película radical e impactante. / Por Alejandro Lingenti

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La última película de Luis Ortega es anómala, fuera de serie. La protagonizan un grupo de personajes realmente singulares: un interno de un psiquiátrico, un veterano psiquiatra entregado al alcohol que dice llamarse Pink Floyd, una pareja de jóvenes que no llegan al metro cuarenta de estatura y una jovencita (Ailín Salas, la única actriz profesional del film) que cartonea por una Buenos Aires oscura y desangelada, mientras se obsesiona con lograr que un lechoncito que vive con ella en su precaria morada pueda nadar.

La trama del film es tan anárquica como la vida de los personajes, a los que Ortega registra en su deriva sin demasiados filtros. En lugar de manipularlos, los acompaña. Les da voz a aquellos a los que el cine argentino ignora olímpicamente por desprecio, temor o rechazo fomentado por los prejuicios. Ortega parece haber heredado de Leonardo Favio la capacidad de encontrar belleza en lugares atípicos, por lo general asociados con la miseria y el lumpenaje. “La belleza que me conmueve es la que surge de la inocencia del otro y de su incapacidad para esconderla. Esa inocencia te brinda un acceso directo al otro, te permite ser su cómplice. Y eso por lo general se da con gente que se defiende menos de la realidad, con gente que forma parte de la realidad, en vez de pensar de qué manera forma parte.”

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“La belleza que me conmueve es la que surge de la inocencia del otro y de su incapacidad para esconderla.”

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Muy activo, Ortega ya está editando su próxima película, Lulú, con Nahuel Pérez Biscayart y Ailín Salas en los protagónicos. “Es una historia de amor surrealista”, cuenta. “Estaba haciendo el capítulo de La noche de los bastones largos para la tele (N. de la R.: fue parte del ciclo Lo que el tiempo nos dejó, emitido por Telefé), con Nahuel y Sofía Gala. Yo había llevado sillas de ruedas para hacer travellings, y en la historia había unas cuantas armas. Habíamos parado para almorzar y vino Sofía en una silla de ruedas, con varios fierros encima y fumando un pucho. Fue una imagen fuerte que me hizo empezar a escribir la historia, que transcurre en la Recoleta, pero tiene tiros y personajes que andan a caballo. Es una anarquía justificada por el impulso amoroso. Se trata de cómo el amor te puede llevar a hacer cosas que sin ese impulso serían violentas, pero con amor son poesía.”

También tiene listas las canciones para un nuevo disco, que incluye un tema dedicado a María Cash, la joven diseñadora de indumentaria que desapareció misteriosamente hace ya dos años, y que sería el sucesor de Entro igual, un debut grabado con un equipo de compañeros de ruta de lujo: Fernando Samalea, Willy Crook, Daniel Melingo y María Eva Albistur, entre otros. En la mayor parte de los temas aparece otra vez la voz de Ailín Salas, pareja de y evidente musa inspiradora de Luis. “Hace poco nos llamaron para que toquemos en un bar de Palermo. Fue raro porque me dijeron que presupueste un show de media hora y me pagaron. Con el cine, estoy acostumbrado a acumular deudas”, confiesa.

Con Dromómanos, Ortega confirma su espíritu aventurero e itinerante (según la RAE, la dromomanía no es otra cosa que “una inclinación excesiva u obsesión patológica por trasladarse de un lugar a otro”, al fin y al cabo), el mismo que ha caracterizado toda su carrera cinematográfica, iniciada allá por 2001 con la muy recomendable Caja negra y que muchos han observado de soslayo por puro prejuicio. Es hora olvidarse del personaje y prestarle atención al artista.

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Dromómanos
De Luis Ortega
Con Ailín Salas, Alejandro Tobares, Julieta Caputo y Luis María Speroni.

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