Fabián Casas se burla del duelo en “Luis Ernesto llega vivo”

Vuelve a la cartelera (y por pocas semanas) Luis Ernesto llega vivo, una particular comedia oscura escrita por Fabián Casas y dirigida por Alejandro Lingenti.

Los Inrockuptibles
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4 min readMar 7, 2018

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Por Agustina Muñoz / Fotos Juan Casas

Luis Ernesto llega vivo es una obra sobre el duelo que por un lado elude la nostalgia y al mismo tiempo la fabrica continuamente. Una madre (Cecilia Rainero) que perdió a un hijo y una hermana (María Soldi) que perdió a su hermano viven juntas y fantasean con mudarse a una casa en la que las cosas no les recuerden todo el tiempo lo que fue y ya no está. Una casa con jardín. Sin embargo, hay una operación extraña que hace la obra, Luis Ernesto (Francisco González Bertín) aparece, no solamente en persona –¿como un fantasma?– sino que se habla de él en presente, o mejor dicho en un tiempo verbal confundido, casi abstracto. Y a partir de eso, la obra entera es una mezcla de realidad y alucinación, donde las escenas se suceden, las palabras corren como si fueran parte de un poema, y los personajes –gracias a una escenografía hermosa y sugestiva de Diego Bianchi– aparecen y desaparecen, casi que desfilan, como si fuera una obra de títeres, como si todo fuera una maqueta. A diferencia de otras puestas, aquí los espectadores se ubican enfrentados a las gradas donde deberían sentarse, y una gran alfombra cae torcida desde lo que es la cabina de luces. Esa frontalidad, casi de paredón, y el escenario empinado, hace que los personajes sean como muñecos interpretando la vida, subiendo y bajando escalones, siempre levemente corridos.

Me parecía atractivo experimentar con un texto de un escritor que no había tenido un contacto demasiado directo con el teatro.” (Alejandro Lingenti)

Las obras de duelo suelen ser obras íntimas, como Luisa se estrella contra su casa, de Ariel Farace, por ejemplo. Incluso en obras literarias en las que los diarios de duelo son una radiografía reflexiva y personal del tiempo que sigue a la muerte y del anterior, lleno y pleno cuando lo muerto estaba aún vivo: como el Diario de duelo, de Barthes, o algunas obras de Joan Didion, C. S. Lewis o los poemas de Emily Dickinson. En esta obra escrita por Fabián Casas, y dirigida con libertad y mucha belleza por Alejandro Lingenti, hay muchas personas (los personajes de Pablo Sigal, Katia Szechtman, Manuela Vecino) que han conocido a Luis Ernesto y otras que no, pero que dan vueltas en ese tiempo confuso del duelo. Madre e hija viven entre un estado de alplax y picos de excitación momentánea que las hace portadoras de un brillo especial, de un estado casi aventurero.

Yo ya había trabajado el tema del duelo en una película, la única que hice, que justamente estuvo basada en una novela de Fabián Casas, Ocio. Creo que, al final de cuentas, la relación que tenemos con la muerte nos define por completo. Viví el proceso de esta obra desde muy cerca porque Fabián la empezó a escribir en mi propia casa. Se mudó durante un tiempo prolongado porque se separó de su pareja (tras quince años de convivencia y dos hijos, que además son mis ahijados) y me iba contando a diario lo que estaba escribiendo. Me parecía atractivo experimentar con un texto de un escritor que no había tenido un contacto demasiado directo con el teatro. También que el material fuera poco convencional. Cuando Fabián me pasó la obra terminada, no había didascalias y los personajes no estaban identificados. Más que una obra de teatro, parecía un poema largo. Por lo general, tanto en cine como en teatro y literatura, prefiero las narraciones menos tradicionales. Creo que lo que me incentivó, en definitiva, fue darme cuenta que montar esa obra era un quilombo. Aunque algo oscura, creo que la obra es una comedia”, cuenta Lingenti sobre su trabajo. Y es verdad que la obra se vive de esa manera como espectador, por el alto grado de delirio y sentido del humor que tiene el texto, la interpretación de los actores, el espacio de Diego Bianchi, la música de Ulises Conti, las luces de Matías Sendón y la dirección de Lingenti: crean un mundo alucinado que se detiene en detalles, y avanza hasta un final hermoso, un momento emocionante, donde la palabra se detiene para que la música nos entre por todos lados de nuestra materia finita y cósmica. Lingenti no cree que la confusión entre realidad y ficción sean un recurso estético, sino que la vida misma y el mundo en el que vivimos está hecho de eso: “Lo que llamamos realidad, en definitiva, es una argamasa elaborada con hechos concretos, sueños, aspiraciones, imaginación, deseos. Como decía Leónidas Lamborgini, ‘hay que tomar la distorsión y devolverla multiplicada’”.

Luis Ernesto llega vivo
De Fabián Casas
Dirigida por Alejandro Lingenti
Con Francisco Bertín, Cecilia Rainero, Pablo Sigal, María Soldi, Katia Szechtman y Manuela Vecino.
Hasta el 23 de abril, todos los lunes a las 21 en El Extranjero (Valentín Gómez 3378, CABA)

> elextranjeroteatro.com
> facebook.com/luisernestollegavivo

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