Un Concierto Redondo: homenaje sinfónico a Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota

La Sinfónica Rock se ocupa de versionar en clave académica los repertorios de bandas emblemáticas del rock. Hace dos años, con fue “Clics Modernos, Clics Sinfónicos”, interpretaron las canciones del mítico disco de Charly García. Ahora retoman el exitoso “Un Concierto Redondo”, el show donde una orquesta de cuerdas, coro mixto, piano y solistas vocales entregan una mirada distinta sobre la música de los Redondos. Mientras las entradas a los conciertos en el ND Teatro se agotan, Mario Esteban explica la génesis de su proyecto y anticipa los shows que él mismo idea, arregla y dirige.

Julián Fernández Mouján
Los Inrockuptibles
7 min readAug 15, 2018

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Foto Javier Livio Giordano

¿Cuál fue tu primer acercamiento a la música de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota?
Resultó ser bastante tardío. Mis compañeros del secundario ya iban a sus recitales mientras yo no salía de un circuito musical bastante cerrado de música académica, con algunas tímidas incursiones en el rock que no iban más allá de la discografía de The Beatles, el Genesis de Gabriel, el primer U2 y muy poco del rock nacional menos creativo y más masificado.

Uno de mis compañeros me desafió a una escucha a conciencia de Un Baión para el ojo idiota. Me llevó el vinilo una mañana al Nicolás Avellaneda y tuve que hacer un gran esfuerzo para devolvérselo mucho más tarde de lo pactado. Ese disco me abrió una puerta a Los Redondos que no se cerró nunca más. Desde ese momento experimente una atracción inexplicable hacia esa banda.

¿Cómo surgió la idea de versionar a los Redondos con una orquesta? ¿Qué fue lo más complejo al momento de adaptarlos a un concierto sinfónico?
En principio no fue una idea si no más bien un acto creativo impulsivo. Todo surgió en 2004 con algunas versiones para piano entre las que se encontraban “Vencedores vencidos”, “El arte del buen comer” y “Queso ruso”. En ese momento, sentado frente al teclado, me gustó tanto el resultado que decidí seguir “traduciendo” esas canciones con la idea lúdica de que así hubiese sido la obra del Indio y de Skay si, lejos del rock, ellos hubiesen transitado los conservatorios y las clases de solfeo. Todo quedó ahí: ocho piezas para piano que en principio solo se compartieron entre amigos y que en algún momento se postearon en un famoso sitio de Internet argentino de participación colectiva. Gracias a ese posteo tuve por primera vez un feedback muy alentador de la gente y fue también gracias a esa página el hecho de que el material “cayera en los oídos” de un funcionario del Teatro Auditorium de Mar del Plata. Él me propuso completar un espectáculo con la composición de nuevas versiones. Ante su idea le sugerí sumar orquesta, coro y todo el abanico de combinaciones que se abría contando con un elenco sinfónico-coral. Así surgió el primer concierto, en el que se presentaron a sala llena las primeras dieciocho piezas de nuestro repertorio.

El mayor desafío fue poner en voces corales la línea vocal del Indio. Las piezas para coro que integran el repertorio resultaron ser las únicas que no están en el tono original. El registro de voz de Solari es muy particular. Fue necesario entonces adaptar esas melodías para sopranos, contraltos, tenores y bajos.

Foto Diego Boulliet

En los shows anteriores de “Un Concierto Redondo” la gente llevó banderas y coreaba las letras de las canciones, algo inédito si pensamos en un concierto de una orquesta. ¿Cómo se viven desde el escenario los shows?
Desde que estrenamos, allá por 2011, en nuestros shows han pasado cosas muy antagónicas. Hay parte del público que canta las canciones y otra parte que chista pidiendo silencio porque prefiere escuchar la propuesta de las versiones que ofrecemos. En algunas fechas hemos tocado ante una platea absolutamente silenciosa y en otras los espectadores han sido parte de los músicos, cantando a coro en el transcurso de la función. Nosotros disfrutamos de ambas situaciones, porque en ambas es evidente la conexión. Esa conexión es lo que buscamos cuando subimos al escenario.

Banderas ha habido en todas nuestras presentaciones. Como arreglador, cuando veo flamear un estandarte ricotero al son de nuestra orquesta, siento que se ha logrado unir dos planos que nunca debieron estar escindidos. El hecho de que el solo de violín no pueda generar la energía para un pogo es una mera convención, del mismo tipo de convenciones que suponen que el rock no puede ser contemplativo ni nutrirse de melodías de compleja factura, tales son las que integran el repertorio de Solari y Beilinson.

“Como arreglador, cuando veo flamear un estandarte ricotero al son de nuestra orquesta, siento que se ha logrado unir dos planos que nunca debieron estar escindidos.”

También te encargaste de arreglar y dirigir “Clics Modernos, Clics Sinfónicos”, donde versionaron a Charly García. ¿Qué diferencia encontrás entre ese trabajo y el que hiciste con Los Redondos?
El trabajo que se hizo sobre Clics Modernos fue completamente diferente. En principio se trató de versiones absolutamente instrumentales, sin que implicara la participación de voces. Se trató de un homenaje a uno de los discos icónicos de la historia del rock nacional y allí el roce con lo académico resultó más cercano. (No olvidemos que Charly fue también un “bicho de conservatorio”.) El desafío con ese disco fue lograr que seis instrumentos clásicos pudieran dar testimonio de piezas que fueron pintadas con una paleta sonora ochentosa, lo cual incluye máquinas de ritmo y sintetizadores. Para poder prescindir de esa tecnología en la realización de las partituras fue necesario escribir líneas rítmicas complejísimas para los intérpretes de cuerda, sobre todo para el contrabajo. En ciertas piezas de Clics… que son verdaderos monumentos, como “Dinosaurios”, preferimos elaborar una versión absolutamente textual. En otras, como “No me dejan salir”, nos permitimos intervenciones estéticas no del todo ortodoxas, como llevar esta canción (la más rápida del álbum) a un extremo de lentitud lindante con la exasperación. Al tratarse de un disco de solo nueve canciones, el espectáculo se completó con material de otros discos de García. Así pudo escucharse –por ejemplo– un medley entre “La ruta del tentempié” y el “Preludio nº 1” en Do mayor de Johann Sebastian Bach.

Mario Esteban — Foto Luz Fiumara

La música de orquesta (o sinfónica) suele cargar con el prejuicio de ser más “seria”, o menos popular, más si la comparás con el rock. ¿Cómo lo ves vos?
Hay países donde –a diferencia de la Argentina– las obras musicales que han trascendido los siglos son tan populares como el rock. Puede verse a la gente con canastas de picnic asistiendo a un parque público en el que se ofrece un concierto gratuito con repertorio de Vivaldi, Beethoven o Stravinski. Considero que si como argentinos no tenemos la misma afinidad por tales productos artísticos es porque venimos siendo desculturalizados de manera deliberada y sistemática desde hace ya muchos años. Las políticas sobre educación y cultura aplicadas en Latinoamérica desde el siglo pasado han hecho estragos evidentes. ¿Se ha generado una “grieta cultural”? Claro que sí: ha sido provocada por la misma clase social dominante que ha movido siempre la batuta del mundo y que hoy, hipócritamente, se jacta de querer salvarla.

“El mayor desafío fue poner en voces corales la línea vocal del Indio. Las piezas para coro que integran el repertorio resultaron ser las únicas que no están en el tono original. El registro de voz de Solari es muy particular. Fue necesario entonces adaptar esas melodías para sopranos, contraltos, tenores y bajos.”

Con respecto a la “seriedad” en el acto creativo musical, y sin que en esta apreciación intervenga el subjetivo valor de la belleza, propongo que hay ciertas piezas del rock muchísimo más serias que tantas otras del mundo académico que tuvieron, en su momento, la pura intención de divertir. No se me ocurriría jamás poner en duda la seriedad del disco Artaud del flaco Spinetta, ni la de valiosísima decisión de Divididos de conectar lo eléctrico con nuestro folclore, ni la de alguien que me grita desde las radios “Si esta cárcel sigue así, todo preso es político”.

Un Concierto Redondo

La Sinfónica Rock

24 de agosto (función agotada), 7, 8, 21 y 29 de septiembre a las 21 horas en el ND Teatro (Paraguay 918, CABA).
Entradas en venta en Platea Net.

> ndteatro.com.ar/es/un-concierto-redondo/

La Sinfónica Rock
Idea, arreglos y dirección: Mario Esteban
Violín 1°: Pablo Pereira
Violín 2°: David Mendoza
Viola: Rubén Jurado
Violoncello: Lucía Gómez
Contrabajo: Marisa Hurtado
Piano: Damián Tepman
Guitarras: Lucho Sellan
Percusión: Ximena Gallina

Grupo vocal “Oigo voces”
Analía Castro
Carolina Fernández
Daniel Kolodzinski
Jonathan Tótoro
Marcela Campaña
María Laura Pantano
Nicolás Tindiglia
Ramiro Ávalos

Coro “Il Coretto” (Dirección: Jonathan Tótoro)
Ayelén Carr
Camila Cuenca
Celeste Bennati
Celeste Navarro
Emilia Vaca
Esteban Blanco
Federico Schapira
Fernando Queirel
Guadalupe Amigo
Gustavo Verdún
Leila Bustamante
Marcia Elías
Mariano Contreras
Marina Labattaglia
Pablo Nadal
Paula Soria
Pedro Amigo
Ricardo Schapira
Sol Jauregui
Vera Olson

Cantantes invitados
Lorena Rojas
Magalí Robledo

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