¡Huye!: terror y racismo a la altura de los mejores clásicos del género

Los Inrockuptibles
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5 min readMay 11, 2017

¡Huye!, la ópera primera de Jordan Peele, es un film de terror social con una fuerte crítica sobre el racismo en los Estados Unidos, que eleva al género al nivel de sus mejores referentes.

Por Juan Manuel Domínguez

El terror cinematográfico, el urbano, el que no saca los pies de la tierra ni de las clases sociales, suele funcionar como una luz de neón descarada y descomunal antes que como válvula de escape: no deja nada sin iluminar y pone así en claro las cosas que antes titubeaban (y se beneficiaban de ese oscilar). Los ejemplos canónicos son, por supuesto, Los usurpadores de cuerpos (1958) y La noche de los muertes vivos (1968). La primera le apuntaba al alma negra del macartismo y la segunda, debido a una casualidad que George Romero abrazó (la elección de un protagonista de color), sigue siendo una película única, donde el público celebraba en los años 60 norteamericanos la caída –en manos de un hombre de color– de blancos que acechaban a las minorías. Ni hablar del demoledor final, todavía hoy no superado en su sorpresa y bronca. Claro que una vez comenzado ese juego se pueden citar otros ejemplos y entrar en el Google mental con ínfulas de vomitar clásicas. Pero esas dos películas, por canon y por potencia propia, definen al film de género que muerde muchísimo más de lo que espera alguien que solo quiere sustos. Ahora, justo en los Estados Unidos de Donald Trump, se estrenó ¡Huye!Get Out– (cuatro días después de la asunción del twittero más famoso del mundo), y podría sumarse un nuevo film a esa pandilla.

Tráiler de ¡Huye!

¡Huye! se calza perfectamente los modos de aquellas dos, y sabe que lo hace, ya sea tanto en su premisa como en sus artimañas, ideas y revelaciones. La ópera primera de Jordan Peele entiende que un film de terror, con ideas políticas sobre clase y raza, no debe ser suntuoso ni obvio. Debe, y esto lo aprendió chupando la sangre del cine clásico, crear un entramado imposible de distinguir entre sus ideas y el entretenimiento para así generar una sola cosa a partir de ambas, y esa cosa no es una amalgama: es la perfecta carta robada (todo está a la vista: ideas y mecanismos de género, y los verá quien sepa hacerlo).

¡Huye! es la primera película de Jordan Peele, pero la cultura popular ya había sido abollada por el guionista, actor y director: era la mitad de Key And Peele (2012–2015), el show de Comedy Central que devino una de esas fuentes de la juventud que la comedia necesita. Allí, Peele (y Keegan-Michael Key) dejaba en claro que su raza –ser de color– no tenía que ser algo vivido bajo las reglas de siempre. Desde un absurdo a lo Hulk (que solo iba aumentando su musculatura a medida que el mundo lo hacía enojar), bromeaban con clichés de todos los rincones –sean del Bronx, Compton, una reunión de ejecutivos de Hollywood o una conferencia de Barack Obama. Uno podría decir que eso, claro, también lo hace Saturday Night Live, pero la base aquí es la voz de mando y no la cuota de color que no deja de sentirse políticamente correcta.

¡Huye!

Precisamente, ese nervio expuesto, el de la corrección política, es el que Peele deshilacha hasta reconfigurarlo en su ¡Huye! En un país como los Estados Unidos, donde la violencia policial generó marchas como hacía décadas que no sucedía y que votó a un presidente que usó la xenofobia como punto fuerte de su campaña (con un resurgimiento de la extrema derecha que va mucho más allá de la caricatura del redneck), claro que SNL no es el ejemplo más claro de esa tensión racial. Pero no contaban con la astucia de Peele.

La historia de ¡Huye! cuenta cómo Chris, un joven de color, conoce a la familia de su novia Rose (una Barbie moderna, bienpensante, capaz de frenar a un policía que le pide identificación a su novio). La primera mitad del film juega con dos cosas: el misterio que se va acumulando y la puesta en escena de toda la real tensión racial que genera la pareja, incluso aquella que existe en hogares o personas que se creen (y jactan) de inclusivas. No por nada el papá de ella le dice al yerno “hubiera votado por Obama por tercera vez” mientras empleados de color hacen las tareas en el fondo del plano (algo que el suegro reconoce y acusa de hipócrita: la autoconciencia como falso confort). En esa primera mitad, ¡Huye! es hipnótica: altera la fórmula de la rubia tonta que hace lo que nadie haría jamás, sea uno del color que sea, y la trueca por una plenitud de ideas de clase y de experiencias (la película comienza con un hombre de color que apenas ve que lo siguen, decide cambiar su camino) que agregan valor pero no restan al género (aquel joven es capturado por un auto blanco).

La ópera primera de Jordan Peele entiende que un film de terror, con ideas políticas sobre clase y raza, no debe ser suntuoso ni obvio. Debe, y esto lo aprendió chupando la sangre del cine clásico, crear un entramado imposible de distinguir entre sus ideas y el entretenimiento para así generar una sola cosa a partir de ambas.

Es en la segunda mitad donde Peele suelta a su bestia. Y ya nada la puede frenar. Es fascinante cómo lo que acecha no niega sus tics más clásicos (el subidón musical, el motivo que acompaña a tal o cual personaje, la hilacha del guion que funciona como anzuelo) pero lo une a esa incomodidad, a esa evolución mental que todos creemos tener y que Peele nos acusa, sin generar una respuesta, que quizá no sea tan así. Y que falta mucho para que cambie.

Hay otra virtud en ¡Huye!: no hay odio ni enojo en Peele. Es vital ese factor, ya que la mezcla de terror urbano (aunque aquí el falso country de suegro y suegra parece directamente una caricatura de los Estados Unidos de porcelana: blanca, rica y, a su pesar, frágil) no sale con los tapones de punta. Simplemente deja en claro, desde su punto de vista y desde su protagonista de color, la homogeneidad de Hollywood y la plasticidad de las buenas intenciones (que, por fatalidad, vienen a ser lo mismo). Peele crea una película que aterra más cuando se la piensa que cuando se la siente, donde entendemos que la fatalidad puede ser algo que percibimos pero que no podemos evitar (y expande esa sensación a la sociedad, la suya y por reflejo lúcido a la nuestra, y su real rostro a la hora de pensar en razas y clases sociales). ¡Huye! es una película que sabe ser física cuando corresponde, como manda el terror, y que sabe ponerse la piel que mejor le queda cuando también corresponde, como manda el miedo.

¡Huye!
(Get Out)
De Jordan Peele
Con Daniel Kaluuya y Allison Williams

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