Jack White hace el blues del futuro

En busca de un sonido moderno, Jack White coquetea con el hip hop, el funk, el jazz y el soul en “Boarding House Reach”, su tercer disco solista, y vuelve retrofuturista su acostumbrada explosión de blues.

Los Inrockuptibles
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4 min readApr 27, 2018

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Por Pablo Strozza

El punto de inicio de Boarding House Reach, el nuevo trabajo de estudio de Jack White, fue una colaboración cuanto menos inesperada: el penúltimo hijo pródigo de la cuidad de Detroit se sumó a Lemonade de Beyoncé en la canción “Don’t Hurt Yourself”, en donde se samplea “When The Levee Breaks” de Led Zeppelin, una de las grandes influencias de White. El tema no es únicamente una puesta al día del viejo hard rock de los 70, sino que permitió pensar que ese podía ser el camino que White tomara para su próximo registro: un matrimonio contemporáneo entre el hip hop de avanzada (que, al mismo tiempo, es el género más vendedor de hoy en el mundo) con esas raíces bluseras de las cuales nunca renegó sino que, al contrario, se preocupó por realzar. Una puesta al día de ese hito de los 90 que fue el Acme de la Jon Spencer Blues Explosion, donde el combo no dudó en reformular el género con los servicios de Dan The Automator y Alec Empire en la consola.

Las repetidas escuchas de Boarding House Reach hacen llegar a una conclusión: más allá de sus intenciones de sonar modelo 2018, el sonido de White sigue siendo retro. Sólo que ese retro, con sus coqueteos con el hip hop, el funk, el jazz y el soul, parece extraído de la noción de futuro imaginada por Los Supersónicos, con autos que volaban y demás ideas que el hombre no llegó a concretar. Un tiempo que aún no llegó y que hoy es visto apenas como una idea divertida.

“Connected By Love” es la apertura, con una frase repetitiva y minimalista que desemboca en un góspel épico, como debe ser. En “Corporation” es donde la cosa comienza a irse del registro acostumbrado por White: un hip hop con una base tomada de la vieja escuela, tosca, como subestimando al género. “Ice Station Zebra” es un boceto de lo que para muchos podría haber sido un camino a seguir: una melodía que no desentonaría en la Magic Band de Captain Beefheart, un rap deforme que parece no conducir a ningún lado pero que se empeña en salir adelante y llegar a muy buen puerto. “Over and Over and Over” podría ser un gran outtake de Physical Graffiti de Zeppelin, y refuerza la idea de que este disco bien puede ser considerado el White Album de Jack. “Everything You’ve Ever Learned” comienza con un teclado que remite al gran Ray Manzarek y muta a un funk cuadrado, ritmo que también es abordado en “Get in the Mind Shaft” con intenciones más cercanas a los soundtracks de blaxplotation de los 70. “What’s Done Is Done” es un ejercicio que homenajea al outlaw country (no olvidar que White se estableció desde hace unos años en Nashville, meca de los forajidos armados con una guitarra para contar historias de bandidos). Y al final, “Humoresque” retoma la idea de bandoleros románticos: la letra de la famosa melodía para piano compuesta por Antonín Dvorák en 1894 fue escrita por Al Capone durante su estadía en la prisión de Alcatraz. White supo comprar el manuscrito original escrito por Capone en una subasta en 2017.

Boarding House Reach es un disco valiente, más allá de sus desprolijidades y sus caprichos (esos fragmentos de spoken word en “Ezmerelda Steals the Show”, por ejemplo, no dejan de ser innecesarios). Jack White estaba en un callejón sin salida con la crítica si repetía su fórmula, y decidió una vez más seguir su ruta en libertad sin importarle el qué dirán. Queda la duda de cómo serán las presentaciones en vivo de este disco, y también de cuál será el próximo viaje del extraño mundo de este referente del rock and roll que acaba de tomar un desvío.

Jack White
Boarding House Reach

(Sony)

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