James Franco, el hombre orquesta

Uno de los puntos fuertes de Spring Breakers está en la participación de James Franco, el último romántico del cine norteamericano. Actor, cineasta, músico, escritor, pintor. Nada se le escapa a este gentil y talentoso workaholic. / Por Jacky Goldberg

Los Inrockuptibles
Los Inrockuptibles
6 min readMay 18, 2013

--

-

James Franco hace tantas cosas que es difícil seguirle el rastro. Primero lo conocimos como actor contenido en la Spider-Man de Sam Raimi (2002) (algunos lo hicieron en 2001, en un biopic algo deslucido sobre James Dean para la televisión), antes de enterarnos de que Judd Apatow y Paul Feig le habían ofrecido su primer papel importante en la serie Freaks and Geeks, en 1999. Franco era Daniel, un lost kid con una sonrisa plácida al que amamos al instante. Luego fue a arrastrar esa bella figura y esa pinta de idiota sublime en la única película de Nicolas Cage como director (Sonny, de 2002, en la que interpretó a un gigoló), trabajó con Gus Van Sant (Harvey Milk, de 2008, en la que era el amante del político interpretado por Sean Penn), con David Gordon Green (Pineapple Express, de 2008, dirigida por David Gordon Green y producida por Apatow), y con Danny Boyle (la mediocre 127 horas en la que él, al menos, se destacaba).

Todo esto habría alcanzado para llenar cualquier agenda, pero no la de este workaholic de 34 años. Se puso a dirigir películas (el sitio IMDb tira unas veinte, entre cortos, largos y en preparación: ¡la mayoría inéditas o invisibles!), a escribir varios cuentos (Palo Alto), a publicar poesía, a componer canciones, a interesarse por las artes plásticas (ya expuso varias veces)… Pero también a estudiar, de forma compulsiva, casi absurda: entre 2006 y 2012, se inscribió en más universidades que las que podemos contar con los dedos de una mano, con resultados aparentemente convincentes. Ahora, estaría terminando una tesis en literatura inglesa en Columbia, por ejemplo.

ENTREVISTA > Trabajás en tantos proyectos al mismo tiempo que se hace difícil seguirte. Hay una película alrededor de Bukowski que dirigiste hace algunas semanas en Los Ángeles…
James Franco:
Estoy totalmente metido en eso, pero tuve que interrumpir para promocionar Oz: el poderoso. Planeo terminar la película el mes próximo. Es un proyecto con el que estoy encariñado desde hace tiempo.

¿De qué se trata exactamente?
Por el momento se llama simplemente Bukowski. Se trata de su juventud. Bukowski tuvo una infancia muy dura, su padre abusaba de él. Pero a través de su arte, logró hacer de esa experiencia traumática algo casi cómico, sin que pierda nada de su potencia emotiva. Me gustaría capturar algo de ese tono en mi película.

Solo filmaste un par de semanas. ¿Por qué trabajar tan rápido?
La mayoría de las películas que dirijo giran, de una forma u otra, alrededor de la literatura. Son películas artísticas, que claramente no aspiran a volverse blockbusters. No hago esas películas para que las vea la mayor cantidad de gente posible, las hago por otras razones. Entonces, tengo que ser razonable con el presupuesto y filmar rápido. Es la condición sine qua non de su existencia. Además, todos los proyectos no requieren el mismo nivel de terminación, de perfección. A veces, obtenés un mejor resultado trabajando rápido; se capta una energía especial, algo crudo. Sería contraproductivo pasar más tiempo en eso, gastar más dinero.

“Al dirigir mis propias películas, me di cuenta de que el jefe, en el estudio, es el director, no el actor. Punto. Es su película, y los actores están ahí para servir a su visión.”

¿Cuáles son las otras razones que te llevan a hacer esas películas?
Me gusta enfrentarme a la dificultad de las adaptaciones literarias. Este otoño filmé una adaptación de Mientras agonizo de William Faulkner; es una obra maestra escrita hace ochenta años cuya estructura es tan extraña que nadie se animó a hacerlo. También adapté un libro de Cormac McCarthy, Hijo de Dios, cuyo protagonista, Lester Ballard, es muy sombrío. Es un asesino, pero no llega a tratarse de un thriller, es bastante difícil de ubicar. Ese tipo de desafíos son los que me interesan.

¿Y no te frustra que tus películas sean casi privadas o solo vistas en festivales?
No, porque sé que encontrarán su lugar algún día. Algunas de mis películas preferidas casi no fueron vistas cuando salieron.

Te gusta Fassbinder, ¿no?
(Su mirada se ilumina) ¡Me encanta! ¿Cuántas veces escuché a la gente decirme “James, hacés demasiadas cosas, deberías calmarte, tomarte tu tiempo, etc.”? ¡Fassbinder hacía a veces tres o cuatro películas por año! Trabajaba todo el tiempo, a fondo, y en proyectos muy diferentes, y no todos aspiraban a ser obras maestras. Me influyó mucho, y también a Harmony (Korine). Hay una frase, inspirada en Fassbinder, que me repito seguido: “Yo construyo una casa. Esta película será la sala, esta otra el dormitorio, aquella será el baño, esta otra el granero. Grande o pequeña, cada habitación tiene su utilidad en una casa, y lo importante es poder habitarla”.

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=BEfi9IJXGPI[/youtube]

Otro punto en común entre varios de tus proyectos es el tema de la homosexualidad. Filmaste películas sobre Allen Ginsberg, Kenneth Anger, Hart Crane, Sal Mineo, sos el amante de Harvey Milk en la película de Gus Van Sant… ¿Qué es lo que te fascina de eso?
Me interesa mucho el trabajo de toda esa gente. Para mí, son poetas antes que homosexuales. A veces integran ese aspecto a su arte, y otras veces no. Sé que eso despierta la curiosidad de la prensa, que piensa que soy gay porque actúo o hago películas sobre gays. Que escriban lo que quieran, no voy a detenerme para silenciar los rumores. Me da lo mismo, mientras no sean difamatorios [N. de la R.: Franco fue recientemente acusado de ser un violador, sin fundamentos]. Una vez esto aclarado, el hecho es que estudié mucho la teoría queer y su aplicación a las artes. Interior. Leather Bar, una variación alrededor de Cruising de William Friedkin, que acabo de presentar en Sundance y en Berlin, está directamente relacionada con mi interés por esa cultura. Nos obliga a preguntarnos de otra manera ¿quiénes somos?, ¿cómo nos definimos?, ¿cómo interactuamos con los otros?; preguntas que me interesan, en tanto artista, y la sexualidad tiene un papel enorme en todo eso.

¿Y qué hay del documental sobre Kink.com, el sitio porno BDSM (bondage, dominación, sadismo, masoquismo), que produjiste?
Se inscribe en la misma problemática. El BDSM, ya sea hetero, bi o gay, forma parte de la teoría queer porque implica interpretar un papel, llevar una máscara. Decidimos lo que somos, lo que hacemos, según algunas reglas particulares que reproducen las dominaciones habituales de la sociedad. Me fascina la distancia entre lo que se ve en la pantalla, la sumisión a niveles extremos, y lo que pasa afuera: intercambio, amor, amistad, ternura. Me fascina esta oscilación entre el dominio y el abandonarse.

Desde que dirigís películas, y por lo tanto actores, ¿cambiaste tu manera de actuar?
Sí, muchísimo. Antes, solo tenía una manera de expresarme artísticamente: la actuación. Entonces, me ponía una presión enorme. Quería controlar todo, hacer como si cada papel fuera mi creación. Eso muchas veces me hacía difícil la existencia. Me odiaba cuando no estaba sincronizado con el director. Volvía infelices a los otros y a mí mismo, no aguantaba más. Al dirigir mis propias películas, me di cuenta de que el jefe, en el estudio, es el director, no el actor. Punto. Es su película, y los actores están ahí para servir a su visión. Aprendí entonces a hacer concesiones como actor, a confiar, a abandonarme.

“La mayoría de las películas que dirijo giran, de una forma u otra, alrededor de la literatura. Son películas artísticas, que claramente no aspiran a volverse blockbusters.”

¿Alguna película en especial te hizo comprender eso?
Sí, creo que trabajando en Harvey Milk con Gus Van Sant y en Pineapple Express con David Gordon Green. En esa película aprendí una gran lección: “Just relax and have fun!”. En cuanto a Harvey Milk, trabajaba con mi director preferido y uno de mis actores preferidos, Sean Penn, entonces simplemente descansé en su talento. Aprendí a confiar.

¿Hay algún director con el que soñás trabajar?
A decir verdad, creo que ya trabajé con todos mis héroes. Haría cualquier otra película con Gus Van Sant, Harmony Korine, Sam Raimi o Danny Boyle. Estoy muy contento de lo que hice en estos últimos cinco o seis años. Todavía soy joven, pero creo que ya cumplí la mayoría de las cosas que deseaba hacer al convertirme en actor. Lo que viene después es un bonus. Recibí mucho, ahora quiero dar. Es una de las razones por las que enseño.

¿Qué enseñás?
Distintas cosas, en las universidades de Los Ángeles, de California, de Nueva York y en el California Institute of the Arts. Intento darles a mis estudiantes oportunidades, recursos, ayudarlos al máximo, presentarles grandes actores para que puedan colaborar con ellos. Es un cambio total de perspectiva para mí. Ya no me pregunto cuál será el próximo gran proyecto que va a aumentar mi cotización. Cada gesto artístico no tiene que ser una elección de carrera. Se trata, en cambio, de ver cómo va a ayudarme a descubrirme a mí mismo, y cómo puede ayudar a otro artista a avanzar. Ahora me concentro en los otros, o en pequeñas cosas, y me hace feliz, muy feliz.

--

--

Los Inrockuptibles
Los Inrockuptibles

El medio para los que hacen — Música, cine, libros, artes y más.