Juan Villegas estrena Las Vegas

De vuelta en la ficción y la comedia, terreno que había visitado en “Sábado”, Villegas propone en “Las Vegas” una historia sobre el reencuentro del amor lejano y el paso del tiempo.

Los Inrockuptibles
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5 min readMay 17, 2018

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Por Mariano Kairuz

“¡Pendejo forro!”, le espeta Laura a un nene de cinco años que le tira algo de arena en la playa, un poco a propósito, y uno diría que esta mujer no es madre, que no tolera a los niños ni empatiza con sus madres como muchas veces aprenden a hacerlo las que ya pasaron por la experiencia de la maternidad. Pero la verdad es que sí, es madre y el hecho de que no lo sepamos todavía, aunque ya la vimos junto a su hijo, es un pequeño juego inicial que se permite la nueva película de Juan Villegas. Y es que el hijo es un adolescente al borde de la adultez, y Laura es una madre joven, de 36 años, y cualquiera podría especular al verlos juntos por primera vez que son hermanos (o hasta pareja), porque la parquedad algo indiferente ante el mundo de él y la inseguridad y el ímpetu arrebatado y explosivo de ella acortan la diferencia de edades. Pilar Gamboa hace algo bastante prodigioso con el personaje de Laura, pero por encima de todo hace una transición –al papel de madre que se acerca a los 40, los 30 y largos todavía jóvenes pero ya no tanto, que la obligan a una suerte de reajuste permanente– que pone en escena otro avance generacional, el del cine argentino que empezó a renovarse en los 90: los que tenían veintipico, treinta, ya pasean por la mediana edad.

El espacio elegido por Villegas para esta comedia es uno muy elocuente, porque tiene mucho que ver con esta idea del paso del tiempo: Villa Gesell. La Costa como ese lugar que es siempre el mismo, pero que se transforma en nuestras cabezas a medida que nuestros cuerpos y nuestras conciencias crecen, se estiran y hasta se vencen. “Uno de los departamentos de la película es el que yo fui a veranear toda mi vida, desde los tres o cuatro años”, cuenta Villegas. “Ahí pasé veranos muy largos, a veces solo con mi abuela y mis hermanos, mientras mi mamá trabajaba. Al ser un edificio ubicado directamente frente al mar, me dio una gran libertad desde chiquito, y especialmente en la adolescencia. En ese lugar pasaron muchas cosas importantes de mi vida: tuve mis primeras novias, conocí a mi mejor amigo. Así que siempre quise hacer una película en Gesell y, de hecho, mientras empezaba a contarles a otros sobre esta, recordé algo que tenía medio olvidado: que la primera versión de Sábado, mi primera película, transcurría ahí. Después, por alguna razón, quise filmarla en Buenos Aires: creo que tuvo que ver con que a los 20 dejé de ir algunos veranos por allá, por eso de que uno a veces se distancia de lo que hacía de más chico. Y lo recuperé cuando nacieron mis hijos. Lo cual a mí me dice algo, creo que bastante intuitivo pero muy claro: que Sábado es la película de alguien que no tiene hijos y que Las Vegas es definitivamente la película de alguien que tiene hijos”.

La situación es más o menos la siguiente: Martín (Santiago Gobernori) y Laura (Gamboa) coinciden sin proponérselo en el mismo edificio en Gesell, el que le da nombre a la película. Ambos llevan separados un tiempo; ella llega con el hijo de ambos, Pablo (Valentín Oliva, más conocido como Wos en el mundo del freestyle, en el que es una estrella) y él con el lugar común del (casi) cuarentón: una nueva novia, de 23, la colombiana Candela (Valeria Santa). De alguna manera y no tanto a pesar de sus diferencias, desconfianzas y celos motivados por todo eso, terminan pasando buena parte de sus actividades vacacionales juntos. Al grupo se suma la guardavida Cecilia (Camila Fabbri), como una especie de espectador más que se ríe con encantadora ligereza hasta de las situaciones más ásperas o incómodas.

En algún lugar se definió a Las Vegas como una película nostálgica, pero, si bien hay cierta melancolía, es difícil encontrar una añoranza del pasado en su relato o en sus personajes; su centro emocional está más bien en el resabio de una relación larga que se rompió hace poco; de ahí surge la posibilidad de desplegar eso que se ha bautizado como “comedia de rematrimonio”; un poco menos de chico-conoce-chica que de chico-y-chica-se-reencuentran. “Yo tampoco la siento como algo nostálgico”, dice Villegas. “Ciertas características arquitectónicas del lugar, claramente de otra época, van contra el lugar común de que el paso del tiempo es la manera en que cambian los lugares: acá lo que pasa es que el lugar se mantiene igual y el que cambia es uno. Esto me permitía contar ciertas preocupaciones de los personajes relacionadas con el paso del tiempo, en situaciones cómicas; sobre cómo aceptar ese paso, cómo aceptarse como padre. Hay algo también de nuestra época: el trato que uno tiene hoy con sus hijos no es el mismo que uno tenía con sus padres”.

“Sábado es la película de un soltero bastante descreído de la vida de pareja, y esta es la de alguien que, aun asumiendo que es un espacio conflictivo, tiene cierta esperanza en la pareja y en la familia”.

En lo que sí concuerda el director de Sábado y Los suicidas es en que esta es su primera comedia de principio a fin: “Sábado, que tenía algo de comedia, terminaba generando cierta amargura que tenía que ver con lo que estaba contando. Acá se generan situaciones cómicas hasta el final, porque yo buscaba perder ciertos miedos. Esta es mi película más libre en ese sentido, la menos reprimida formalmente: me animé a hacer algunas cosas que antes no había hecho, a dejar de lado lo sutil”. En Las Vegas hay comedia verbal y también física y la búsqueda de un timing. Sus referentes son los de siempre (Howard Hawks) pero solo revisó conscientemente una película: Texasville. “Formalmente es muy distinta y no tiene tanto en común, pero sí el paso del tiempo y la edad de los personajes. Probablemente no sea lo mejor de Peter Bogdanovich pero es la que más me gusta; es imperfecta pero tiene un efecto emotivo muy potente sobre el final”.

Sobre el final, un personaje le dice a otro –a ese hijo que fue concebido con amor pero sin planeamiento– “¿Tenés forros?”, y en esta formulación espontánea empieza a cerrarse el arco generacional que propone la película, que va de un reto nervioso y alterado al principio (“¡Pendejo forro!”) a este otro llamado consciente y afectuoso. Un arco que refleja o invierte el que lleva recorrido hasta ahora la filmografía de Villegas, quien sostiene y redobla una declaración anterior –aquello acerca de películas de gente que tiene o que no tiene hijos–: “Sábado es la película de un soltero bastante descreído de la vida de pareja, y esta es la de alguien que, aun asumiendo que es un espacio conflictivo, tiene cierta esperanza en la pareja y en la familia”.

Las Vegas
De Juan Villegas
Con Pilar Gamboa, Santiago Gobernori y Valentín Oliva/Wos.

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