Kenneth Goldsmith en la Argentina
En el arte, tenemos el ready-made. En la música, el sample y el mash-up. ¿Y en la literatura? Casi pasó un siglo desde el famoso mingitorio de Marcel Duchamp. Y ese gesto, en el campo del arte contemporáneo, abrió el camino para los trabajos apropiacionistas y conceptuales, que dan prueba de la imposibilidad de hacer una obra a partir de nada. Progresivamente, el proceso creativo se convirtió también en una toma de posición frente a los productos culturales, a las imágenes y a las representaciones que pueblan la vida cotidiana y tiñen la conciencia colectiva. ¿Qué sucede entonces en el campo literario? Esta es la pregunta que retoma el poeta y artista neoyorquino Kenneth Goldsmith, que por estos días llega a Buenos Aires para presentarse en el MALBA y realizar un workshop llamado “¿Cómo perder el tiempo en Internet?”.
En 1984, Samuel Beckett dijo sobre el ready-made que “un escritor no habría podido hacer eso”. Veinte años después, la llegada de Internet, genial reserva de contenido textual y catalizador de nuevas prácticas de escritura, trastocó la situación. Sin embargo, para Kenneth Goldsmith, la literatura se demora en tomar nota de esos nuevos usos de la lengua. Aun así, la lectura en diagonal de los sitios de noticias, los retweet y reblogs, y el lenguaje autogenerado de los mensajes spam se acercan a las estrategias de los autores de vanguardia que ya utilizaban el collage (los dadaístas) o el cut-up (la beat generation).
“Con Internet, leemos y escribimos más que antes, pero esos usos todavía no fueron reconocidos con su justo valor literario. Es lo que espero cambiar.”
Para Kenneth Goldsmith, todo el mundo puede hoy en día volverse poeta: alcanza con hacer el gesto de apropiarse de la materia textual que abunda en la web. El rol del poeta pasará entonces por orientarse en toda esa masa de texto y de información, y hacerla suya: analizarla, organizarla y distribuirla. Un procedimiento que pasa por la copia y la puesta en circulación del contenido: esa es la base de su obra. “Todos estábamos convencidos de que el mundo iba a convertirse en el imperio de lo visual, un lugar lleno de imágenes; pero si miramos a nuestro alrededor, lo único que vemos es gente que no para de escribir, leer y textear: vivimos inmersos en el lenguaje de un modo que jamás nadie se había atrevido a soñar”, dice provocativamente.
En 1996, Goldsmith se volvió conocido gracias a su genial sitio UbuWeb, un archivo online –que toma su nombre de una de las obras más emblemáticas de la Patafísica– donde compila obras de vanguardia poco conocidas o de difícil acceso: poco a poco, UbuWeb se convirtió en un banco de datos vertiginoso que permite el libre acceso a archivos de distintos ámbitos, desde la música concreta al cine experimental, desde la poesía sonora hasta los happenings artísticos. Una Biblioteca de Babel borgeana pero pirata –el tema de los derechos de autor fue dejado atrás–, donde nos cruzamos con Yoko Ono, John Cage, Roland Barthes, Jonas Mekas o incluso Andy Warhol, entre muchos otros más.
Pero Kenneth Goldsmith es también el autor de unas diez obras de poesía. En 2013, recibió el primer premio de poesía del MoMA, pese a que no había ni una sola línea escrita por él mismo en su obra, y hasta fue invitado por Obama para leer en la Casa Blanca. “Primero fui artista, después me volví poeta, después escritor. Ahora, cuando me lo preguntan, me describo simplemente como una herramienta de tratamiento de textos”, dice. Algunos de sus experimentos-textos: en 2003, pasó un año copiando palabra por palabra The New York Times para su libro Day. En 2005, en The Weather hizo una lista de los pronósticos transmitidos por una estación de radio: les dio un orden y los llamó poemas. Para Printing Out the Internet en 2014, se entregó a la tarea de convocar a cualquier persona a enviar a una galería mexicana páginas de Internet impresas. El resultado: diez toneladas de papel. Su libro Theory está compuesto por una serie de aforismos que dan cuenta de la literatura contemporánea: lo que debería ser, lo que podría ser. Entre Nietzsche y Twitter, la obra se presenta como una resma pequeña de papel A4, forma fragmentaria y posmoderna por excelencia. Y su nuevo libro –y el primero traducido en la Argentina–, Escritura no-creativa. Gestionando el lenguaje en la era digital (Caja Negra), reúne una serie de textos en los que explica no solo sus procedimientos compositivos sino también sus experiencias al frente de distintos grupos de alumnos, en laboratorios en los que enseña justamente a apropiarse de lo que está allí, en la web, al alcance de todos.
“Me parece que logro comprender la inmensidad de la web cuando intento visualizarla en términos de papel impreso. Me encanta la idea de materializar y de cuantificar lo efímero.”
ENTREVISTA> Te hiciste conocido recolectando palabras y frases ya existentes, un poco como se habla de found footage en el video o del ready-made en el arte. ¿Cómo decidiste teorizar tu práctica? ¿De dónde vienen los textos que utilizás?
Busco toda la información que puedo encontrar en la web, luego la transformo en literatura desde mi escritorio de trabajo, mientras descargo más música de la que puedo escuchar. Ese es mi proceso de trabajo. Antes, pasaba la mayor parte de mi tiempo en disquerías y librerías; ahora puedo tener acceso a todo de forma gratuita, sin dejar mi departamento. ¡Espectacular!
En el libro y en una serie de conferencias hablás de tu interés en la forma de lectura en diagonal, como cuando recorremos los diarios para extraer información rápidamente. ¿Pensás que los textos largos pertenecen a la cultura del pasado?
No todo es blanco o negro. Cuando estamos frente a una computadora, solemos recoger la información de forma más fragmentaria, pero cuando leemos, por ejemplo, en una Tablet, nos metemos más en profundidad. Que le dé una mirada al pasar a las notificaciones de mis redes sociales no implica que no pueda leer a Foucault con atención.
Tenés una relación cercana con las vanguardias históricas: el proyecto UbuWeb les está dedicado, y escribiste muchas veces sobre Andy Warhol. Sin embargo, declaraste en el New Yorker que “la web constituye una ruptura significativa con la forma de hacer poesía”. ¿Qué cambió? ¿Cómo te posicionás en relación con la herencia de las vanguardias?
Se siguen escribiendo muchos textos como si la web nunca hubiera existido. En ese sentido, las vanguardias siguen siendo una preferencia primordial cuando se trata de mostrar que es posible usar el lenguaje de otra forma, como lo hicieron en su momento. En 1968, en su ensayo “La muerte del autor”, Roland Barthes decía que era el lector quien se volvía productor del texto, uniendo fragmentos dispersos… Barthes es una fuente de inspiración mayor para mí. Me encanta “La muerte del autor”, pero fue sobre todo S/Z el ensayo que me dio vuelta todo. Acabo de terminar de leer Lo neutro, que me resultó increíblemente inspirador. Parece que nunca se termina de darle la vuelta a la obra de Barthes, de tan rica y actual que sigue siendo.
“Se siguen escribiendo muchos textos como si la web nunca hubiera existido. En ese sentido, las vanguardias siguen siendo una preferencia primordial cuando se trata de mostrar que es posible usar el lenguaje de otra forma, como lo hicieron en su momento.”
¿Cómo se da en tu obra el pasaje de la pantalla al papel? Tu proyecto Printing out the Internet, de 2013, debe haberte dejado algunas conclusiones al respecto…
A mis 54 años, tengo al mismo tiempo un pie en el mundo de la impresión y otro en el de los píxeles. Los dos me gustan, cada uno por razones diferentes. Me parece que logro comprender la inmensidad de la web cuando intento visualizarla en términos de papel impreso. Me encanta la idea de materializar y de cuantificar lo efímero: es una forma de satisfacer estos dos aspectos de mi personalidad.
“Todo el mundo es un artista” es la famosa frase atribuida a Joseph Beuys. ¿Dirías que todo el mundo es o puede ser poeta?
No. Muy poca gente lo es. Todo el mundo puede serlo hoy en día usando Internet, pero hay que elegir hacerlo, y la mayoría de la gente no es consciente de eso. Justamente, con mi trabajo, quiero provocar esa toma de conciencia. Con Internet, leemos y escribimos más que antes, pero esos usos todavía no fueron reconocidos con su justo valor literario. De nuevo, es lo que espero cambiar.
¿Qué leés? ¿Seguís leyendo novelas?
De lo últimamente publicado, los libros del noruego Karl Ove Knausgård me parecen maravillosos. Y la nueva novela de Tom McCarthy, Satin Island, es una obra mayor. Tengo tendencia a pescar ebooks en Internet, que luego pongo en el iPad. Respecto de los libros en papel, me envían todos los días algunas novedades, tengo pilas y pilas pendientes de lectura.
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Kenneth Goldsmith
Escritura no-creativa. Gestionando el lenguaje en la era digital
Traducción de Alan Page / Prefacio de Reinaldo Laddaga
Caja Negra Editora, Colección Futuros Próximos, 336 páginas
En MALBA (Av. Figueroa Alcorta 3415, CABA)
Viernes 16
18 hs — Mesa redonda
Gestionando el lenguaje en la era digital
Participan: Ezequiel Alemian, Carlos Gradin y Mariela Scafati
Modera: Gonzalo Aguilar
Auditorio. Entrada libre y gratuita hasta agotar la capacidad de la sala.
19.30 — Conferencia pública y presentación del libro Escritura no-creativa
Conversación pública con Claudia Kozak y lectura
Auditorio. Entrada libre y gratuita hasta agotar la capacidad de la sala. Con traducción simultánea.
Lunes 19 de 10 a 17
Workshop: “Perder el tiempo en Internet”
por Kenneth Goldsmith
Cupo limitado. Con inscripción previa. Solicitud de vacantes online.
Más info en www.malba.org.ar