Kristen Stewart brilla en Personal Shopper gracias a Olivier Assayas

Los Inrockuptibles
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4 min readApr 27, 2017

“No flesh, no blood, just an idea… How can I be interested in an idea?” (“No hay carne, no hay sangre, solo una idea… ¿Cómo puede interesarme una idea?”), se lamentaba el cineasta René Vidal, interpretado por Jean-Pierre Léaud, en Irma Vep (1996), antes de encontrar la solución. Veinte años después de su obra maestra, Olivier Assayas parece volver a hacerse aquella pregunta con Personal Shopper, que se revela como la continuación tanto de su película anterior, Clouds of Sils Maria (acá estrenada como El otro lado del éxito), como de un hilo reflexivo que nunca abandonó del todo aunque nunca fue tan central como en el film interpretado por Maggie Cheung, y que podríamos reformular así: “¿cómo encarnar una idea?”.

Personal Shopper (premio al mejor director en el Festival de Cannes) retoma las cosas donde las dejó Clouds of Sils Maria. Kristen Stewart hace de nuevo de la asistente de una estrella –esta vez, de una modelo tan célebre como evanescente– encargada de transportar –ya sea en moto o en tren, poco importa– los vestidos, las joyas y los accesorios de los talleres de grandes modistas a un lujoso departamento parisino vacío. En la sombra, primero aparece la joven estadounidense, en un film cargado de colores otoñales y con una luz discretamente envolvente. En la sombra de su empleadora ausente y sin embargo tiránica, que ni siquiera la autoriza a probarse la ropa comprada; pero también en la sombra de ella misma, que ostenta una fuerte febrilidad, que parece marchitarse en cada nueva misión frívola que se le encarga, y que solo encuentra consuelo en el arte y en el espíritu.

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A este primer decorado (el mundo hipermaterialista de la moda), que Assayas filma más con una distancia claramente bufonesca que cruel (su relación con el fetiche mercantil siempre se situó a mitad de camino entre la fascinación y la repulsión), se suma otro, uno lleno de sombras, algunas amigables y otras hostiles, junto a las cuales Kristen Stewart da con un hallazgo: una casa embrujada. En esa misma zona, en algún lugar perdido del suburbio parisino, su hermano murió, y así, junto con la ayuda de su cuñada, intentará retomar el contacto con él gracias a los poderes de vidente de esta.

De este modo, la película de fantasmas se codea con la crónica para finalmente devenir un thriller. Es un placer ver a Assayas alimentarse de los códigos del cine de género para revivificar su obra. Se le podría reprochar que no se adentra de lleno, que se queda en el umbral del género, pero en el fondo, como buen heredero del cine moderno –a la manera de, por ejemplo, Rivette en Confidencial, a quien se nos hace recordar en la gran secuencia de la película, la del largo viaje marcado por SMS misteriosos en el que la pantalla del iPhone se transforma en superficie mágica–, lo que importa es otra cosa.

Personal Shopper - Kristen Stewart

Esa “otra cosa” es Kristen Stewart. Nunca Assayas había mirado a alguien con tanta intensidad. O al menos, no desde Irma Vep, que también era una película de fantasmas (los del serial de Louis Feuillade, los de la Nouvelle Vague y los del cine moderno de Hong-Kong, en aquel entonces al comienzo de su crepúsculo); también era un estudio del ambiente de los profesionales adinerados (el cine de autor francés, que no es menos miserable que el mundo de la moda), y también incluía a una extranjera perdida en París…

Escrita muy rápido y sin pensarla demasiado (según confesó el propio director), Personal Shopper encuentra la fórmula milagrosa para el retrato ficcional de la actriz: cada fotograma aparece lleno de deseo, de estupor, de estremecimiento, y cada gesto, cada mirada de Kristen Stewart es captada como si fuera la primera vez.

Es un placer ver a Assayas alimentarse de los códigos del cine de género para revivificar su obra.

Y volvemos a la pregunta del viejo Léaud: “How can I be interested in an idea?”. Esta recorre toda la obra de Assayas, cineasta teórico que siempre se debatió entre polos opuestos, entre lo abstracto y lo concreto, entre lo alto y lo bajo, entre lo puritano y lo libertino, entre Francia y el mundo. Y si cada una de sus películas es un cruce único de esos polos contrarios, se vuelve evidente que las más teóricas y evanescentes son, a priori, también las más encarnadas.

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Personal Shopper
De Olivier Assayas
Con Kristen Stewart, Lars Eidinger y Sigrid Bouaziz

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